Capítulo 10: Celos.

146K 3.7K 1.7K
                                    

POV Daniela:

Eran las 20:15 de la noche cuando estacioné el auto de Poché a las afueras de aquel club nocturno con vista a la playa, habían muchos al rededor, el lugar estaba a tope. Bajamos juntas y caminamos hacía la entrada donde el guardia de seguridad nos observó asintiendo con la cabeza, dándonos la bienvenida, ni una identificación, cero preguntas, simplemente dio las buenas noches deseando que disfrutáramos nuestra estancia y nos abrió paso. Poché tomó mi mano y comenzamos a caminar deleitándonos con las luces de neón en las que estaba decorado el lugar, fue cuestión de minutos encontrarnos con sus amistades, recordaba sus rostros de la otra noche, los saludé a cada uno y nos instalamos en aquellas sillas al rededor de la mesa mientras todos bromeaban y celebraban nuestra presencia. Una noche así era la que necesitaba para darle un poco de descanso a mi mente. La primera ronda de tragos fue por mi cuenta por lo tanto escogí el tipo de trago, empezaríamos con mojitos. En segundos nos encontramos brindando y le dimos el primer sorbo a aquella bebida en vasos de vidrio, a mi parecer estaban bastante dulces, por lo tanto debía cuidarme, eran un cóctel engañoso. Fuimos creando temas de conversación mientras que Paula y Sebastián se alejaban hacía la pista de baile. Un par de canciones más y al terminar aquel primer trago miré a Poché de reojo y tomé su mano sobre la mesa, los demás nos miraron y comenzaron a bromear. Eran personas bastante divertidas. 

Poché, ¿quieres bailar? Bueno, claro, si a tu acompañante no le molesta... — Habló una voz masculina que no recordaba de la última vez, traté de recordar su nombre pero fue en vano. 

Ay, por mí no hay ningún problema... — Respondí tratando sonar sincera. 

Después de todo eran solo amigos, sabía que a Poché no le llamaban ni la mínima atención los hombres, aunque en el momento que se levantaron y comenzaron a caminar hacía la pista en mi cabeza comenzó a correr la duda de si él era parte de aquellos "interesados" en hacerla cambiar de parecer o de "gustos", los celos me jugaron en contra. Opté por integrarme a la conversación mientras intentaba no mirar hacía donde estaban aquellos dos bailando, después de unos minutos decidí levantarme e ir hacía la barra, pedí otro mojito y cuando fue entregado le di un sorbo, desde este ángulo podía ver sin que me vieran. No podía negar que eran una pareja de baile excelente, aquel chico sabía moverse, se complementaban muy bien al ritmo de la música. Mi sangre hirvió ante mi propio pensamiento y le di otro trago a la bebida, ésta vez terminandola. ¿Dónde había quedado él "con cuidado" que me había dicho minutos antes?

¿Se puede saber por qué te viniste para acá sola? — Escuché una voz femenina interrumpir mis pensamientos, levanté la mirada y esbocé una sonrisa.  Era Paula, tenía una ceja levantada y me miraba con expresión de saber lo que estaba pasando. 

No, no, por nada, vine a buscar otro trago solamente. — Y le enseñé el vaso vacío, encogiéndome de hombros. 

Claro, te lo juro que ni siquiera se nota que mueres de celos porque Poché esté bailando con Mario. — Así que era Mario, así se llamaba aquel chico. Negué con la cabeza tratando de mantener mi posición y traté de darle un sorbo a aquel vaso vacío. — Calle, ni siquiera estás bebiendo nada. — Soltó una risa. 

No estoy celosa, yo sé lo que a Poché le gusta. Estoy tranquila. — Eso último no me lo creía ni yo misma.

Está bien, como digas... Pero ya, ven a la mesa. No te amargues, la noche recién comienza.

Hice caso a aquel consejo y ambas nos regresamos a la mesa, no pasó mucho para que aquellos dos volvieran y Mario me dedicara una sonrisa, la devolví sin ganas y fijé mi mirada en Poché, quien pasaba la mano por su frente y se acercaba para tomar su trago, aún por la mitad. Mordí mi labio inferior y divisé aquella gota de sudor que corría por su sien hasta deslizarse y perderse en su camiseta. Su mirada se posó en mi y se acercó para darme un corto beso en los labios, le dediqué una sonrisa y acaricié su pierna debajo de la mesa. 

TENÍAS QUE SER TÚDonde viven las historias. Descúbrelo ahora