TENÍAS QUE SER TÚ

Capítulo 53: Familia.

NOTA:

Hola, si no me sigues en twitter quizá estés asustado/a porque piensas que este es el último capítulo, pero no, déjame decirte que decidí alargar solo un poco el final ya que tengo un par de ideas en mente, serán al menos dos o tres capítulos más, pero juro que valdrán la pena. Por otra parte... ¡YA SOMOS DOS MILLONES DE LECTURAS! En verdad quiero agradecerles por tanto amor y por tanto apoyo que le han dado a esta historia y a mí persona desde el día 1, no saben lo feliz que me hacen. Gracias, gracias, gracias, gracias. Espero seguirles dando lo mejor de mí y alegrándolos con cada actualización así como ustedes lo hacen con sus comentarios, son lo mejor, en verdad.

Los amo muchísimo.

— Nathasha G. Ponte

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POV Poché:

No podía creer lo que acababa de escuchar, iríamos a Colombia, a nuestro país, Daniela después de tanto tiempo conocería a mi familia, la casa donde viví por años, mis costumbres, mi círculo, conocería todo. Después de aquella noticia lo único que logré hacer fue rodearla con mis brazos y mantener mi sonrisa en el rostro, escuché su risita y sus manos rodearon mi cintura. Esto era un poco irreal.

Estás loca, Calle, muy loca. — Murmuré al soltarla.

Negó con la cabeza.

No, estoy enamorada.

Me quedé mirando sus labios e involuntariamente atrapé el mío entre mis dientes, acerqué mis manos a las suyas y entrelacé nuestros dedos, jugué un par de segundos con ellos y solté un suspiro al sentir como despegamos. Las alturas ya no causaban en mí el mismo temor que antes, sin embargo, los nervios comenzaban a apoderarse de mi cuerpo, hacía unos años que no pisaba tierras colombianas, que no veía a mi hermana y a mi papá, ellos conocían mi relación con Calle pero jamás habían entablado una conversación larga, ni siquiera por FaceTime, no sabía cómo iban a reaccionar ni qué pensarían del compromiso. Conocía perfectamente las personalidades de ambos, sabía que jamás se opondrían ni mucho menos harían algo que me lastimase, sin embargo, era una noticia un poco fuerte e inesperada, el último mensaje que había tenido con Valentina — mi hermana —había sido sobre patatas fritas, ni siquiera se me ocurrió contarle el plan del compromiso, y a mi padre ni hablar.

Mi mente no se detuvo ni un solo momento por unas dos horas, Daniela a mi lado había optado por tomar una siesta mientras que yo me perdía mirando por la ventanilla de aquella avioneta, todo estaba en completa calma, me maravillaba lo cercanas que podían estar las nubes y lo lejos que sabía que estaba el cielo. Miles de imágenes de mi infancia en Colombia comenzaron a llegar a mí y se me llenaron los ojos de lágrimas, los apreté y solté un par de suspiros, no quería llorar, no quería despertar ni preocupar a Calle y mucho menos llegar con los ánimos bajos, pero aquel lugar estaba llenos de recuerdos que hacían sentir mi corazón más pequeño, vivo, pero muchísimo más pequeño.

Hoy estarás más presente que de costumbre mamá. Voy a casa, a nuestra casa. — Murmuré mientras limpiaba las lágrimas que corrían por mis mejillas. Bajé la mirada y esta vez no pude contener el llanto.

Mi pecho ardía y mi respiración comenzó a ser un poco más pesada, en minutos sentí como unos brazos me rodeaban y lo único que pude hacer fue apoyar mi cabeza en su pecho, dejándome cautivar por aquel perfume de su piel, comenzó a acariciar mi cabello lentamente y preguntó un par de veces qué sucedía, yo no respondí, quería sacar todo lo que tenía dentro en ese momento, en ese abrazo, me sentía segura ahí.