POV Poché:
Aquella mañana nos despertamos muy temprano, Calle comenzaría su nuevo trabajo el día de hoy como asistente en una importante compañía de seguros y yo debía comenzar a ordenar las habitaciones para así poder darle mi toque al nuevo estudio. Cómo era de esperarse, ella cocinó el desayuno mientras yo solo hacía café, optó por unos huevos estrellados con tostadas francesas, delicioso. Nos sentamos a comer y después de ello, salió casi disparada al baño para así comenzar a arreglarse.
Mientras terminaba de acomodar un par de cajas en la entrada escuché el sonido de sus tacones, levanté la mirada y me encontré con una muy elegante Daniela en frente de mí. Mi mandíbula quedó colgando y me levanté para así estar al frente de ella, me sentía pequeñísima comparada con su altura en este momento, aunque siempre era más alta que yo. Traía un vestido negro sin mangas a la altura de los muslos, con detalles en línea y espalda descubierta en corte "v" que se adaptaba perfectamente a su figura, sus zapatos altos en color beige y un maquillaje bastante natural.
Amor... ¡Te ves hermosa! — Dije aún sin poder creerlo. En verdad se veía espectacular.
¿Tú crees? — Respondió con una pregunta, un poco insegura. Asentí con la cabeza y me acerqué a ella para poder empinarme y dejar un corto beso sobre sus labios, ambas reímos.
No creo, lo aseguro.
Acerqué mis manos a su espalda descubierta y comencé a acariciarla lentamente, hasta llegar al final del corte de aquel vestido. En ese momento odié el nuevo trabajo, quería hacerla mía en este instante. Agité un poco mi cabeza deshaciendome de aquellos pensamientos y me alejé un poco, viendo como su respiración tomaba un ritmo irregular. Mordí mi labio inferior y comencé a caminar hacía la cocina, debía calmarme o llegaría tarde a su primer día. Seguí escuchando sus tacones por toda la casa y al llegar a la sala la vi tomar una de sus carteras, terminando de arreglar sus cosas, la colocó sobre su hombro y tomó la carpeta en la que guardaba sus papeles y su currículo. Aunque no era necesario, ya tenía el empleo.
Aprovechó de tomar una última taza de café y suspiró acercándose a mí para volver a dejar un beso corto sobre mis labios. Sonreí levemente y llevé mis manos a su trasero, fue inevitable.
Qué tengas un excelente día hoy, mi amor. No llegues tan tarde... — Le guiñé el ojo y sus mejillas tomaron un color rojizo, negando con la cabeza dejó la taza en el fregadero y se alejó.
Nos vemos en un par de horas. — Respondió en el mismo tono y la vi acercarse a la puerta. Excelente vista estaba teniendo, debía acotar.
En minutos salió de nuestra nueva casa y escuché cómo encendía su auto. Suspiré y miré a mi alrededor, tomé un par de cajas y las llevé al que sería mi nuevo estudio. Comencé a conectar el reproductor y al encenderlo me dejé llevar por la música, tenía un largo trabajo en éste lugar, quería comenzar de una vez, así vería el resultado antes de caer el día.
POV Daniela:
Estaba sumamente nerviosa en el momento que estacioné mi auto en las afueras de aquel gran edificio, mis piernas temblaban al igual que mis manos, pero no dejé que aquello me afectara en demasía. Bajé del auto tomando las cosas necesarias y activé la alarma cuando comencé a caminar hacía adentro. El lobby era un lugar elegante, todos vestían con trajes y conjuntos opacos, nada muy chillón. Me sentí afortunada de haber elegido el color negro. Sabía a dónde debía ir, era el último piso, una de las oficinas más grandes, sería asistente de uno de los jefes de la compañía, y aunque fue quién me contrató, aún no había tenido la oportunidad de conocerle, ni siquiera sabía su nombre. Al subir al ascensor solté un par de suspiros y miré mi reflejo en el espejo, arreglando un poco mi cabello. "Vamos Daniela, tú puedes con ésto y más." me repetí mentalmente a medida que veía el número de pisos aumentar. Al llegar al 28, solté un último suspiro y al abrir las puertas, salí confiada hacía el primer mostrador. Ahí se encontraba una chica de cabello negro, recogido en una cola de caballo, piel pálida y cejas pobladas, traía lentes, era bastante atractiva. Parecía muy concentrada en la pantalla de la computadora cuando carraspee un poco, llamando su atención, levantó su mirada hacía mí y por segundos me perdí en su color verde esmeralda. Ella era realmente hermosa. Corrección: en éste lugar todos eran jodidamente atractivos. Ladeé un poco mi cabeza y traté de concentrarme.
Buenos días, mi nombre es Daniela Calle... — Dije colocando mis manos en aquel mostrador de vidrio. Ella automáticamente asintió con la cabeza.
Oh, por supuesto, la señorita Calle. — Su voz era ronca. — Bienvenida a Seguros Paúl Ferrer, mi nombre es Michelle, ¿me permites por favor tus documentos?
Le acerqué la carpeta y la tomó en sus manos, levantándose de su asiento. Me sentí culpable por haber detallado su cuerpo, pero era imposible. Ésta chica parecía una pintura, una obra de arte y tenía un trasero fenomenal. "¡Basta Daniela! No hay mejor trasero que el de tú novia, concentrate." Solté un suspiro cuando vi que entró a la oficina y relajé un poco mi cuerpo. En minutos volvió, ahora sin la carpeta. Volvió a su asiento y me dedicó una sonrisa, sus dientes eran perfectos. ¿Había algo en ésta jodida mujer que no fuera perfecto? Levanté una ceja y la escuché.
La señora Paúl Ferrer la recibirá en este momento. Puede pasar, es aquella puerta al final, toque dos veces antes.
Un momento, ¿señora? ¿Era una mujer? Pensé que sería un hombre. Estaba bastante sorprendida, sin embargo, pensé que sería un poco más fácil entenderme con ella. Le agradecí a la chica y comencé a caminar hacía la puerta de la oficina, como me fue indicado toqué dos veces y al escuchar su voz, entré, no sin antes soltar un suspiro pesado. Era un gran lugar, bastante elegante pero aquello no me sorprendió, los ventanales cubrían la mayor parte, habían dos sofás, una mesa llena de folletos de la empresa y al final, el escritorio de aquella mujer. Ella era alta, vestía con un traje gris, el cabello suelto, largo y negro. Era intimidante. Sin embargo, me recibió con una sonrisa y se levantó para estrecharme la mano.
Buenos días, bienvenida Daniela. ¿O preferiría señorita Calle? — Su voz tenía cierto acento español, levanté una ceja automáticamente y le dediqué una sonrisa.
Buenos días. No, Daniela está bien, cómo usted prefiera. — Respondí antes que me ofreciera sentarme, a lo que accedí y ambas lo hicimos.
Comenzó a hacerme preguntas sobre mi currículo, la verdad en él no había más que mis estudios, jamás había trabajado, sin embargo, parecía no importarle demasiado. Asentía con la cabeza y sonreía a medida que respondía sus incógnitas y curiosidades, me contó que conocía a mi padre, aquello me asombró. El estar aquí me abría las puertas a muchas ramas, en pocas palabras, ella me daría las herramientas para alcanzar el éxito. Yo estaba emocionada, de verdad.
En minutos terminó aquella entrevista y nos levantamos para comenzar el recorrido por las instalaciones, mi oficina básicamente era la de ella. Siempre debía estar a su lado, en reuniones, encuentros, conferencias, incluso viajes. Era una oferta bastante buena para ser mi primer empleo, me sentía orgullosa y moría por llegar a casa y contárselo a Poché.
Toda la tarde estuvimos revisando papeles y respondiendo un par de llamadas, al principio se me dificulto pero le agarré el hilo después de la media hora. Alba — así era su nombre, como me pidió que le llamara — era una mujer bastante relajada pero centrada en su trabajo, a eso se debía el éxito de la compañía.
A media tarde, al finalizar la jornada, nos despedimos y acordamos los nuevos horarios, no era nada del otro mundo, 8 horas al día, como cualquier trabajo, sin embargo, iban a haber ocasiones en las que debíamos quedarnos un poco más, me dijo que no me preocupara, que todo sería recompensado.
Salí de aquellas oficinas con una sonrisa en el rostro y bajé en el ascensor, había sido excelente para ser el primer día de mi primer trabajo. Estaba ansiosa por llegar a casa y contarle todo aquello a Poché, la extrañaba demasiado. Subí en mi auto y antes de encenderlo revisé el celular, leyendo todos los mensajes que había dejado, solté una risita y antes de responderle para avisarle que iba en camino, bloqueé la pantalla para así comenzar a conducir hacia casa.
ESTÁS LEYENDO
TENÍAS QUE SER TÚ
FanfictionMaría José era una veinteañera dedicada a la fotografía, desde muy pequeña su gran pasión había sido capturar sus momentos favoritos en una cámara digital, su familia solía pensar que era solo una fase y en algún momento ella también lo creyó, hasta...