Capítulo 58: Algo bobo.

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POV Poché:

Caminaba de un lado a otro por aquel pasillo de aeropuerto mientras sentía mi corazón latir rápidamente, un par de personas se me habían acercado eufóricas para pedirme fotos y, aunque en el fondo solo quería tranquilidad mientras esperaba la llegada de mi familia, sabía que no podía simplemente rechazarlos, menos cuando la mayoría eran chicas emocionadas por toparse conmigo por primera vez. Estaba totalmente agradecida pero había ocasiones en las que simplemente quería volver a sentirme una persona común y corriente.

Estábamos a una semana del gran día, Calle estaba en casa de sus padres terminando de resolver un par de cosas mientras que yo esperaba a Valentina y a mi papá que habían decidido viajar con días de anticipación, tenía muchísimas ganas de verles, desde la última vez los había extrañado en demasía, necesitaba un abrazo y risas interminables con mi hermana, un consejo de papá y la calidez de familia que solo se sentía a su lado. Pasaban los días y aún no podía creer que iba a casarme con la mujer de mi vida, que después de tantos inconvenientes, peleas, alejamientos y un sin fín de cosas más al final iba a estar ahí, aceptando unirme a ella hasta el final de nuestros días.

El sonido de los altavoces me sacó de mis pensamientos, aquella voz femenina anunciaba el arribo del vuelo proveniente de Bogotá. Mi atención se fijó en la puerta de desembarque y decidí dar unos pasos más hasta quedarme a escasos metros de ella junto a las demás personas que esperaban a los pasajeros de aquel avión. Vi cómo cada uno comenzaba a salir y se reencontraban con sus seres queridos, después de unos minutos decidí sacar mi celular y comenzar a escribirle a mi hermana, no la había visto salir y comenzaban a soplar los aires de nervios en mi interior. En el momento que abrí la conversación escuché una risa inconfundible, levanté la mirada y me encontré con los dos seres que más amaba en la vida.

¿Pensaste que no llegábamos? — Dijo Vale mientras se acercaba para abrazarme sonriente.

Ya sabes como soy... — Respondí fijando la mirada en mi papá. Me separé de mi hermana para así acercarme a él y lo rodeé con los brazos. — Te extrañe muchísimo.

Y yo a ti. Hace mucho que no veía acá, qué lindo aeropuerto.

Solté una risa y negué con la cabeza.

El de Bogotá también es precioso, papá.

Continuamos hablando mientras esperábamos el equipaje y en minutos estuvimos caminando hacía el coche, ambos se sorprendieron al darse cuenta que había aprendido a conducir y solté una gran carcajada debido a la expresión de mi hermana. Nos subimos y comencé el camino hasta el departamento de Calle, habíamos acordado que se quedarían en el en vez de un hotel o incluso mi propio departamento, que probablemente ya estaba lleno de telarañas, hacía unas semanas que no iba. El camino estuvo lleno de risas, Vale la pasó grabando vídeos y tomando fotos desde su ventanilla mientras que mi papá contaba anécdotas de todas las cosas que habían pasado en Bogotá, me llenaba el alma verle tan feliz. Al llegar al edificio, entré en el estacionamiento y apague el motor. Los ayudé con las maletas y entramos al lobby.

Wow, Poché... ¡Qué lujo de lugar! — Dijo Vale mientras esperábamos el elevador.

Y no has visto nada... Te vas a caer para atrás cuando conozcas el departamento de Calle.

Ser famosa tiene sus beneficios, ¿no?

Solté una risa y negué con la cabeza.

Tonta.

Al llegar el elevador, subimos y al cerrar las puertas nadie dijo nada, llegamos al último piso y caminamos hasta la puerta del departamento, sentía la emoción de mi hermana a mis espaldas, la comprendía, a mí también me había sorprendido todo este lujo la primera vez. Abrí la puerta y escuché los ladridos de Ramón, Vale a mis espaldas dio unos saltitos y al abrirse la puerta se vino encima de mí comenzando a arañar mis pantalones, al darse cuenta que no venía sola comenzó a olfatear a mi papá y a mi hermana quienes soltaron varias carcajadas, estaban encantados con él. Después de unos segundos entramos y dejé las maletas a un lado de la sala, ninguno habló mucho, estaba segura que estaban anonadados con tanto lujo, a mí ya me parecía normal, pero era obvio que aquel espacio era enorme. Aproveché de llevar el equipaje a la habitación de huéspedes y solté un suspiro.

TENÍAS QUE SER TÚDonde viven las historias. Descúbrelo ahora