xxi. Sueña conmigo

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Mi abuelo solía decir que la imperturbable espera era la peor de las torturas, esperar la catástrofe sin saber cómo ni cuándo llegaría se convirtió en mi pequeño infierno personal, vivido en carne propia, sabía que lo arruine, lo arruine, lo arruine...

Mis ojos quieren desbordar en amargas lágrimas desembocadas por sentimientos arteros que han jugado en mi contra, hoy, aún en este molesto pero necesario ritual fisiológico mi cuerpo arde en necesidad y mi mente se descompone en la esencia misma de la agonía que trae consigo el desamor.

Sólo esperó que ellos sueñen conmigo.

La muerte y el juicioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora