xx. Aislamiento

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Su celo llegó, implacable y avasallador, era tan increíble la necesidad de la que se veía preso, pasó los días encerrado en su habitación, su rostro sumido en la almohada y su cuerpo luchando en vehemencia contra el implacable deseo, ardía, como si su cuerpo fuera la gasolina que reaccionó ante una pequeña chispa.

Aún así, no dejó de pensar en aquellos dos resplandecientes faraones.

La muerte y el juicioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora