XII: Y tú, ¿qué quieres de mí?

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El cielo de Nueva York comenzaba a encapotarse con nubes negras que amenazaban con un poco de lluvia, probablemente en un intento de reclamar la atención que aquellos enormes rascacielos le robaban.

Tyler se encontraba fumándose un cigarrillo en la azotea del edificio, acompañado de su fiel amigo James. Habían pasado una mañana ajetreada o, como diría Banks, una mañana doblemente redonda por la de pechos que habían visto. Todo tenía una explicación; y es que acababan de realizar los castings para elegir a la chica que protagonizaría el spot de la campaña de Bridget. A James le valía cualquiera, se sorprendió ver lo exigente que estaba siendo su amigo. Claro, con la elección femenina, ya que con la masculina ni se pronunció. Se tiró más tiempo contemplando su smartphone.

— Así que ya tienes ligue para esta noche, ¿eh? —preguntó Devlin, sentándose un pequeño muro de cemento armado.

Tyler sonrió lateralmente, orgulloso de haber conseguido el número de la protagonista del spot.

— La pregunta es: ¿qué noche no tengo ligue? —afirmó, absorbiendo el humo del cigarro— Aquí donde me ves, este cachorrito no deja de mojar ninguna noche del año. Soy como un 24/7.

Devlin rió, era una imagen graciosa y un tanto grotesca.

— Un día se te caerá el pene a pedazos y juro solemnemente que estaré presente en ese preciso instante —dijo, con la mano abierta como si realizase un juramento.

Su compañero expulsó el humo de aquella arma mortífera mientras escondía una sonrisa pícara, a sabiendas de que James, muy probablemente, estuviera en lo cierto.

Carpe diem.

— ¿En serio citas esa frase como excusa para deshacerte de tus remordimientos al acostarte con todo el Estado de Nueva York? Eres increíble —la expresión de James demostraba su incredibilidad.

— ¿Te has vuelto el Defensor del Polvo Sin Compromiso? No me vengas con mariconerías, Devlin. Eres igual o peor que yo —acusó, terminando de darle la última calada— Oh, perdona. Olvidaba que como ahora te acuestas con la misma tía cada noche, eres todo un conocedor del tema. 

— Lo que te ocurre es que estás picado desde que te dije que me tiro a Anne. Desearías estar en mi lugar. La envidia te corróe.

Tyler lo miró de soslayo, con una expresión seria.

— Acostarte con la misma tía cada noche, es el primer paso hacia una relación. Así que si hablas de que te tengo envidia por eso, déjame decirte que no —masculló, adoptando la postura más digna que sabía— Prefiero ser un alma libre a estar atado a las mismas piernas cada noche.

— Tus argumentos sobre la liberación de tu alma son irrelevantes, eres consciente ¿verdad? Estamos hablando de sexo, Tyler, no de mística o cosas de esas.

— Mira que eres inculto, Devlin.

— Lo que tú digas, pero tú sigues sin haberte tirado a Anne —comentó, sabiendo que eso heriría su ego, a la vez que entraba de nuevo al edificio por la única puerta existente.

La grabación del spot no les llevó demasiado tiempo, así que para media tarde ya habían terminado. Realmente no era algo demasiado complicado, partiendo de la base de que sólo fueron necesarias grabar un par de tomas donde los protagonistas estuvieran manteniendo una relación sexual —o fingiendo que así era, mejor dicho—. La parte más difícil sería realizar por ordenador el efecto visual deseado, es decir, convertirlos en pequeñas bolas de luz que se buscan hasta chocar una con otra y formar un destello cegador, simulando el clímax. Era todo un poco abstracto, pero tenían buenas vibraciones con el proyecto.

Amor y otras enfermedades.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora