XIV: Joseph Devlin, eres un bastardo.

1.9K 143 19
                                    

James se sentía levemente nervioso ante la reunión que estaba a punto de tener lugar. Intentó relajarse contemplando las vistas de la sala de juntas, desde el piso 44. Era de agradecer que no le tuviera miedo a las alturas, sería insufrible vivir en un lugar como Nueva York si posees esa fobia.

Se estaba recolocando la corbata cuando Tyler cruzó por la puerta acompañado del Sr. Briget y parte de su equipo.

Devlin tragó saliva y dejó de toquetear su corbata, no quería mostrar su nerviosismo ante los clientes. Hoy hacían la presentación del spot en el que habían trabajado. Se jugaban mucho esa mañana. Conseguir la aprobación de la empresa de Bridget podía abrirles numerosas puertas. Lo que significaba más trabajo, mayor pretigio y una cantidad superior de dinero. Y lo que era aún más satisfactorio: callarle la boca a su padre durante un tiempo. Siempre se quejaba de su mandato y del modo que tenía de hacer las cosas, este era su momento de demostrar de lo que era capaz.

— Buenos días, caballeros —saludó, dándole la mano a cada uno de los presentes— Tomen asiento, por favor.

Él y Tyler se dedicaron una mirada significativa, como si se desearan suerte el uno al otro. Comenzaron explicando el por qué de aquella idea y su proceso de creación hasta que tuvo lugar el momento de la presentación.

Devlin prefirió callar y dejar que Tyler se encargara, temía que sus nervios le jugaran una mala pasada.

Bridget adoptó una postura seria durante el tiempo que duró el visionado del spot. Gracias al cielo eso sólo supuso un par de minutos. James intentaba descifrar el sentido de la expresión de su rostro, pero era impasible. Y averiguar sus pensamientos se le hacía tarea imposible.

Tardó varios minutos en despegar sus labios para esbozar una respuesta.

— Buen trabajo. Ese toque abstracto ha sido una idea arriesgada, pero acertada. Felicidades, muchachos. Nos quedamos con vosotros —alegó, levantándose de la silla.

El oxígeno se desvaneció de sus pulmones en un largo suspiro al escuchar eso.

— Muchísimas gracias, Sr. Es todo un honor para nuestra agencia contar con usted —agradeció Devlin, agachando la cabeza un par de veces como si se tratara de un ejecutivo japonés. Ni siquiera sabía por qué lo estaba haciendo, era como un acto reflejo.

Los acompañaron hasta el ascensor, donde se despidieron con un firme apretón de manos. Tyler hablaba sobre una invitación cuando sonó el teléfono de James.

 — ¿Me disculpan? —se excusó, sacando el móvil del bolsillo de su chaqueta y alejándose varios metros— ¿Sí?

— ¡Hijo! —saludó su madre al otro lado. Quiso colgarle casi al momento, ¿era necesario interrumpirle justo cuando estaba despidiéndose del pez gordo que le haría embolsar bastante dinero?

— ¿Qué quieres, mamá? Estoy ocupado —pero no lo hizo por respeto, hacía bastante tiempo que no hablaba con ella.

— ¿Tú ocupado? Qué novedad —ironizó, con una voz algo chillona— Te llamaba para que avises a tu padre de que a las doce del mediodía tiene revisión médica, que no se olvide.

James alzó una ceja, extrañado.

— Pero, ¿qué? ¿No puedes llamarlo tú? Aparte, ¿a mi qué me importa? Hace semanas que no veo a papá —contestó exasperado por el poco sentido de esa llamada. Contempló como Tyler se despedía finalmente de Bridget con otro apretón y desaparecía tras las puertas del ascensor.

— ¡Ese vocabulario, jovencito! —le reprendió, a pesar de no haber usado ni una sola palabrota— Por eso mismo. Papá me dijo que te llamó ayer para ir a almorzar juntos, tenía muchas ganas de verte.

Amor y otras enfermedades.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora