El Amsterdam Billiards era uno de los clubes más exclusivos de aquella zona de la ciudad. Contaba con buena música, un ambiente envidiable, guapas camareras y no cerraba hasta bien entrada la noche. Y lo que era mucho mejor; estaba alejado de cualquier local de alterne. Por ello, a James y a Tyler les pareció la mejor opción para tomar una buena cerveza y brindar con el señor Bridget.
La satisfacción que recorría el cuerpo de James sólo era comparable a las victorias de los Knicks, su equipo de baloncesto preferido, o al mejor polvo de su vida. Había sabido callarle la boca a su padre —aunque ni siquiera sabía cómo— y había mantenido al cliente más importante con el que contaba su empresa hasta el momento. ¿Qué más podía pedir esa noche?
Tyler saludó a un par de conocidos al llegar al club, aquel muchacho era amigo hasta del mismísimo diablo. Un viernes por la noche, a esa hora y en aquel ala de la ciudad; era imposible hacerse con una buena mesa. Le pidió a Scottie, el dueño del local y antiguo amigo de facultad, que le facilitaran un buen sitio. El hombre no tardó más de cinco minutos en conseguirles una mesa al final del club. Allí sentados podían tener acceso a quién entraba o salía, o quien dejaba de acercarse a la barra. Pero el gentío que se concentraba impedía esa labor.
— Una cerveza y dos whiskies —pidió James a una camarera con el pelo rizado.
— ¡Marchando! —contestó ella. Pero no fue capaz de escucharla, AC/DC emanó de los altavoces con Highway to hell.
El corazón le golpeó el pecho a James, emocionado. Era su canción, no recordaba la de veces que la había puesto a todo volumen de camino a casa de sus padres, conduciendo por la autovía interestatal. Autovía al infierno, definía perfectamente lo que resultaba ser su casa cuando se juntaban en familia. Una batalla campal sobre cómo soportar las humillaciones de un padre y sobrevivir en el intento.
La camarera realizó un par de movimientos bastante logrados con las botellas de whisky, cruzando sus brazos y sirviendo ambas copas al mismo tiempo. James asintió, impresionado. Al parecer no era el único que se motivaba con semejante canción.
El estribilló golpeó los altavoces de todo el local con ese inconfundible I'm on the highway to hell y todos los allí presentes —comenzando por cada una de las camareras y terminando por el último cliente que entró por esa puerta— empezaron a cantar a todo pulmón. James rió, asombrado ante la escena giró su rostro hacia su mesa buscando alguna explicación. Era la primera vez que pisaba aquel local y nunca había visto nada igual. Se sorprendió al ver que tanto Tyler como Briget, quienes se abrazaron por los hombros amistosamente, coreaban la letra junto a un centenar de personas.
Se unió a la juerga y cantó hasta que el estribillo llegó a su fin. Agarró el par de whiskies y la cerveza, y partió hacia su mesa aún con el corazón taladrándole el pecho.
— ¡Dios, qué subidón! —gritó al llegar. Los hermanos escoceses aún seguían dándolo todo a través de los altavoces— ¿Qué mierda ha sido eso?
— ¡La emoción de un grupo de gente amante del rock! —anunció Tyler con los brazos alzados y robándole de las manos uno de los whiskies.
— Me encanta este sitio —comentó Bridget, con una sonrisa hogareña, mientras recibía su cerveza.
Era gracioso comprobar como Tyler Banks era incapaz de llevarte a un simple local donde tomarte una cerveza y tener una conversación amena.
El estribillo sonó una vez más y de nuevo todos comenzaron a cantar.
— I'm on the highway to hell! —cantaron al unísono los tres, como si fueran un grupo de jóvenes universitarios reunidos una noche más.
Los neones del local danzaban sin fin a lo largo de toda la habitación. En la otra esquina, había un par de mesas de billar donde varios grupos de amigos echaban una partida apostando dinero. Era viernes por la noche, era necesario darle algo más de emoción. Cerca de la barra se concentraba la mayor parte de la gente, buscando un hueco donde poder pedir su consumición. El resto se dividía a lo largo y ancho de la sala, algunos bailando y otros sólo charlando tranquilamente en su mesa.
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Amor y otras enfermedades.
Romance"A veces la vida te pone delante de gente de la manera más inusual posible. ¿Cuáles eran las probabilidades de que encontrara al amor de mi vida en un local de striptease? Nulas, pero lo hice. Lo hice y no me arrepiento. Dicen que el amor es un jueg...