Casándose.
Su madre siempre le contaba historias sobre príncipes y princesas, con un final feliz donde terminan casándose frente una iglesia. Le decía que en algún futuro, él iba a encontrar a su princesa con la cuál va a casarse y formar una preciosa familia, esa sencilla idea le fascinaba a tan corta edad. Quería una linda niña como su novia, dulce y gentil. Inteligente y astuta. Alguien con quien pueda tener ese final feliz que se muestran en los cuentos. Sin embargo, el cuento de hadas que Kihyun quería vivir tuvo pequeños cambios: la tierna y delicada niña de sus sueños terminó convirtiéndose en un chico mucho más alto y fuerte que él, y esa linda familia tendrá que esperar un poco hasta que puedan realizar la adopción de una preciosa bebé que será la princesita de sus papis.
Cuando conoció a Hoseok a los quince años de edad, fue cuando terminó aceptando su sexualidad. Eran amigos, hablaban mucho y se tenían mucha confianza, pero por miedo Kihyun terminó alejándose un poco de él para intentar olvidarlo. Sorprendido quedó cuando Hoseok fue a buscarlo a la casa para preguntarle si estaba bien, dado a que el menor actuaba bastante extraño, mientras lo abrazaba con fuerza y le repetía que estuvo preocupado por él. Le dijo que no ocurría nada, sin embargo Shin no estaba para nada convencido.
Su primer beso fue lo que le dio comienzo a su relación. El mayor de los dos chicos miraba atentamente al más bajo mientras miraban una película en su habitación, entonces simplemente lo besó. Y Kihyun no comprendía lo que estaba ocurriendo.
Allí tuvieron una pequeña discusión en la que no hacían más que gritarse el por qué no lo habían dicho antes lo mucho que se querían y el motivo del cuál Yoo actuaba muy extraño con su hyung. Una vez ya se calmaron, el mayor le dijo:
-Ahora eres mi novio.
-¿No deberías preguntarme, primero?-todavía Kihyun estaba un poco molesto con el mayor y con él mismo, sin motivo alguno. Después de todo, su pelea no fue nada serio, sólo se gritaban lo que sentían por el otro y por qué no lo dijeron antes.
-No, porque sé que vas a aceptar de todas formas.-sonrió triunfante el más alto, ganándose un golpe por parte de su novio.
Y con dieciséis años, después de un año de haberse conocido, comenzaron a salir.
Siete años pasaron entonces, y Kihyun comenzaba a cuestionarse sobre si podría pedirle casamiento a Hoseok. Quizás no era una chica, y quizás sea el mayor quien deba proponérselo, pero el imaginarse a sí mismo, arrodillado y con una caja en su mano, hizo que terminara por decidirlo: sería él el que daría ese paso.
Compró un anillo. Algo sencillo y bonito, que sabía que a su novio iba a gustarle. Ellos iban a salir esa misma tarde en una cita, por lo que no sería nada especial y súper organizado. La sencillez en su noviazgo era lo que más les gustaba de ellos. Sin cosas costosas y lujosas. Cuando llegó el momento de pedirle su mano en la cafetería, Hoseok también sacó una cajita de su bolsillo. Los dos se quedaron observándose mutuamente mientras veían a su pareja con el anillo que compraron para el otro entre sus manos.
-¿Quieres...?-ni siquiera pudieron completar la frase y se quedaron en un total silencio bastante incómodo, sin saber qué responderle al otro.
Y ahora, ambos se están mirando a los ojos, con una sonrisa en sus labios mientras sus familiares los observan. Parados frente al altar, vestidos de un fino traje de color negro y el otro blanco, tomados de la mano.
-Acepto.-dice Kihyun finalmente para que el padre les diga que ya pueden besarse. Hoseok toma de la cintura a su, ahora, esposo, y lo besa con su estómago lleno de esas típicas mariposas.
Todos aplauden y estos dos chicos se separan. Felices porque ahora estarán unidos hasta que la muerte los separe, en cuerpo y alma.
Sus familias y amigos comienzan a felicitarlos con fuertes abrazos. Minhyuk no hace más que tirarles pétalos de rosas junto con Jooheon y con Changkyun hasta que Kihyun decide que ya es suficiente y termina tirándoles los pétalos a ellos para que dejen de hacer desastres. La madre de Yoo, con lágrimas en los ojos por la emoción de ver que su hijo encontró a su compañero de vida, llena de besos las mejillas de su hijo menor. Orgullosa porque él ha encontrado a su príncipe.