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Con Evans decidimos modificar fechas en el contrato, ahora que nos casamos por el civil -para poder adoptar a Melanie- dentro de dos meses continuaríamos con nuestra boda religiosa, el problema ahora era ¿Cómo le íbamos a explicar a su familia que habíamos adoptado a una bebé si para ellos apenas nos vamos a casar? Necesitamos encontrar una excusa perfecta porque algo así es difícil de ocultar y más ahora que no me despegaré de mi hija de hoy en adelante.

  -Cristóbal ¿quieres ayudarme con la lámpara y el escritorio? ¡Rápido!.- gritaba como loca.-Evans llegaría en cualquier momento y aún no hemos empacado la ropa.

Pobre, me ha estado ayudando con la mudanza hacia el nuevo departamento que Franco compró en la ciudad para vivir. Hace una semana que hemos estado saliendo a cenar, pasear, incluso me lo topé un día en una heladería, bueno él iba pasando por el lugar y yo iba saliendo de ahí, escuchó una plática que tenía con Cristóbal, él quería comprar un departamento porque comenzaría a trabajar aquí pero no encontraba uno que le agradara -no sé porque le gusta tanto- entonces Franco me pidió que nos fuéramos a vivir con él –cuando digo que “nos fuéramos” me refiero a Melanie y yo- y así Cristóbal se quedaría con él mío.

A decir verdad Franco decidió comprar un nuevo departamento porque el camino de su casa hacia el trabajo me quedaba retirado y no quería que manejara tanto, además de que era bastante grande para nosotros tres.

  -¡Cristóbal la lámpara!-

Arrasaba con todo a mi paso mucho peor que un tornado, todo tan rápido como podía teniendo en cuenta que Melanie yacía en mis brazos sonriendo y cada cosa que intentaba empacar mi hermano decía que me lo dejara acá porque podría ser necesario cuando ambos sabemos perfectamente que lo quería para él. No protestaba porque me era indiferente que se quedara con lo que quisiera a excepción de lo que de verdad me importaba y quería.

Estaba echa un lío, ni siquiera me había calzado, mucho menos peinado y Meli estaba cubierta del chocolate que Cris le había comprado ayer.

Franco se va a desesperar cuando llegue y vea que aún no estoy lista pero no importa, mejor que llegue cuanto antes y me ayude a terminar de empacar.

  -¡Cristóbal!-

Mi hermano continuaba ignorándome y riendo de mi cara. Me sentía estresada no entiendo ¿cómo fue que no me alcanzó el tiempo? Estaba a punto de lanzarle un plato al chango que casi se orina de risa frente a mí cuando unos golpes en la puerta me hacen dirigirme a la puerta principal a regañadientes.

Ahí en el marco de la puerta me encontré a Evans luciendo casual pero elegante, con una carcajada que tardó más en ocultar que en salir de su boca.

  -¿Qué te pasó en el rostro?- preguntó.

Puse los ojos en blanco y me dirigí de nuevo a la habitación para darme un baño.

  -Ya que estás aquí, vas a ayudarle a este chango a terminar de empacar mis cosas en lo que yo me ducho.

Deposité a Melanie en la alfombra con sus peluches.

  -¿y yo porque?- dijo ahora más calmado y acomodándose en el sofá.

  -Porque tú tienes prisa en irte y además te reíste de mí.- Dije algo molesta.

Ahora veo porque aquellos no paraban de reír. Melanie había cubierto prácticamente de chocolate mi barbilla haciéndola parecer barba, también tenía chocolate en alguno que otro diente. ¡Dios Melanie, Condenada! Parece que estoy chimuela.


*    *    *    *    *    *    *   

Me siento como una reina. Franco conduce a casa de sus padres, mientras que Melanie y yo vamos sentadas en la parte trasera, llevo media hora molestándolo con mis canciones. Comenzaba a entumecerme.

  -¿aún falta mucho para llegar? Me duele mi coxis.- me quejé.-Melanie ya quiere llegar ¿verdad mi amor?

Mi niña me sigue la corriente y balbucea.

No fui al trabajo una semana para estar tiempo con mi hija,  Montalvo aceptó ya que me debía días de descanso. Nos habíamos mudado con Franco, me costó un poco adaptarme a su horario y él al nuestro, en especial al de Melanie.

Ayer decidimos que ya era hora de contarle a su familia sobre nuestra hija, más mía que suya. Pero después estar más de media hora sentada estaba comenzando a arrepentirme.

  -Llevas preguntándome eso desde que salimos.- contesta

Era aburrido estar viéndolo conducir.

  -Maldita la hora en que no me traje mi portátil, mínimo para ver películas.-

  -¡Mierda Yenevit! ¿Eso le vas a enseñar a la niña? Que grosera eres.-dijo decepcionado.

Traté, juro que trate pero no pude contener la carcajada que solté.

  -Mira quien lo dice.- contesté.

Después de otro rato más de camino al fin llegamos a la bendita casa, es hermosa, no entiendo como alguien puede tener tantas casas, yo apenas puedo mantener un departamento. Bueno al menos tenía uno. Ahora, parada a unos metros de la puerta, comenzaba a ponerme nerviosa. ¿Qué tal si no les agradaba la idea? Y ¿Qué si Frederick, el abuelo, no aceptaba la adopción? ¿Evans se arrepentiría?

  -¿Vas a pasar o te quedaras ahí parada?- me preguntó al filo de la puerta principal. Bien, que pase lo que tenga que pasar.-Tranquila. La van a adorar.

Quisiera estar así de tranquila como lo está él. Deben de aceptarla, Melanie es una buena niña, merece ser feliz y estoy segura que yo puedo darle esa felicidad que ella tanto necesita, a pesar de ser tan chiquita.

En la sala, tomando te, se encontraba Nereida quien estaba sumergida en una charla con el señor Arthur.

  -Buenas tardes.- dijo Franco a sus padres.

Los aludidos se giraron a vernos y con una sonrisa nos devolvieron el saludo, después con un rostro sorprendido nos observaron a mí y a Melanie. Muy bien aquí vamos…

Adoptando Un FuturoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora