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Bien dicen que cada día es mejor que el anterior... menuda basura, últimamente mis días se habían vuelto caóticos y muy cambiantes en cuestión de segundos, por las mañanas estaba feliz y contenta de pasar más tiempo con mi hija, pero luego se volvían un estrés tremendo ante la llegada del señor amargado que supuestamente es mi esposo. Sus cambios de humor me producían cierto grado de confusión, no me gusta ser entrometida pero no tolero cuando un día amanece de buen humor y al siguiente no le gusta ni que lo miren al rey todo empoderado dueño del universo.

Era el tercer día que trabajaba desde casa, y esos tres insignificantes días ya me estaban volviendo loca. Evans cada vez estaba peor con su humor, parecía que con tan solo respirar se enojaba.

-¡Yenevit ¿quieres apagar el jodido ruido?!-

Me gritaba Evans desde su oficina. En realidad había puesto a todo volumen mi repertorio de música para molestarlo, ya me debía varias, él me irritaba con su humor y yo lo hacía molestar con mi rock y música alternativa. Ahora le tocaba pagarlas. Riéndome seguí brin coteando con las risas de Melanie quien en su corralito jugaba con el condenado pollo, se había convertido en su adoración, para colmo mío y gracia de Evans.

-¿Qué dices princesa, le bajamos un poco?

Melanie gritaba y estrujaba su juguete. Yo le sonreía y le gesticulaba que dijera que no. El pollo de Meli chilló tan fuerte y ella de manera muy chistosa puso los ojos como platos, causando en mí una enorme carcajada, y digo enorme porque de por sí me rio demasiado fuerte, ahora agréguenle una risotada.

De pronto ciento unas fuertes manos sujetarme por la cintura y levantarme.

-¡Ah, Evans! ¡¿Qué demonios haces?!

Él me llevaba como costal de papas a solo dios sabe dónde.

-Te dije que bajaras tu música Carvajal –dice por lo bajo después de apagar mi reproductor.

-¡Bájame ahora mismo Evans!- gritaba.

-Dios, apestas ¿Hace cuánto que no te bañas?-

¿Apesto? Está loco, si yo sudo perfume. Trato de olerme pero no puedo. Comienzan a doler mis brazos por la fuerza que trato de hacer.

-Si apesto tanto deberías de soltarme.

Veía como frente a mi iba dejando el living donde estaba Melanie, la escalinata y a mi pensar nos dirigíamos hacia la piscina.

-¿Qué te parece un baño cielo?- dice y caigo en cuenta de lo que quiere hacer, así que comienzo a patalear y golpear su espalda.

-¡Franco Evans Presley, ni se te ocurra!- comienzo a removerme cómo puedo para salirme de su agarre pero me es imposible, este hombre es demasiado fuerte- ¡Evans! Si me tiraras al agua cogeré un catarro por lo fría que se encuentra.

Por dios eran las ocho de la noche y estaba venteando un poco.

-Tranquila, no está tan mal te lo aseguro.

Y sin chistar me arrojó hacia la piscina y condenadamente el agua está fría, que digo fría, estaba congelada. Cuando salí a flote lo vi riéndose descaradamente de mí. Me abracé como si estuviese abrazando a un gato. ¿Solamente así se le quitaba el mal humor? Prefería mil veces verlo con cara de perro que riéndose a costa mía.

-¡Maldito! el agua está muy, muy fría. –logré decir titiritando.

No quería pelear, lo único que pasaba por mi mente es tomar un baño caliente ya mismo. Subí corriendo hasta mi habitación y cerré la puerta del baño después de entrar, me valía un comino tener que salir después por mi ropa, el agua caliente me estaba llamando a gritos.

Adoptando Un FuturoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora