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— Joohyun — guardo la pequeña caja en mi espalda, con el puño cerrado — ¿Joohyun?

— ¿Qué pasa? — sale de nuestra habitación, con una sonrisa tímida en la cara — ¿qué ocultas...? — se inclina hacia un lado, y yo me giro para que no me descubra.

— Bae Joohyun, ¿querrías ser mi-

El móvil de ella comienza a sonar en su bolsillo, y al estar ambos pendientes de Jimin, no pudo hacer otra cosa que revisar la pantalla.

— ¿Diga? — tras la noticia al otro lado de la línea, salimos corriendo hacia el sanatorio.

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— ¡¿Dónde está?!

— Tranquilízate, Park, estás mejor solo.

Necesito a un compañero de habitación, y él más que nadie lo sabe.

— Por favor, trae a Hoseok de nuevo. No puedo estar solo — ¿en qué momento empecé a rogarle a este ser despreciable?

— No puedo hacer nada más. Esto es por tu bien.

Me callo porque no tengo mucho más que decir, y me quedo quieto porque ya he tirado los pocos muebles que hay en mi habitación.

— ¿Podemos pasar? — la suave voz de Joohyun me calma al instante en que la oigo, y el saber que Taehyung está con ella me tranquiliza todavía más.

— No creo que sea conveniente...

— Pasad — me quedo sentado, y el doctor me mira de forma atravesada, cediendo a mi petición y saliendo de mi habitación — ¿la habéis encontrado?

— Jimin, estamos aquí porque el doctor nos ha dicho que te ha dado un ataque, no para hablar de ella.

— Me han quitado a una de las pocas personas que me mantienen con la esperanza de que Seulgi está viva con la excusa de que "es por mi bien", así que me gustaría tener noticias de la maldita persona de la que estoy enamorado.

Miro hacia ambos, con el ceño fruncido. Mi actitud cambia muy a menudo y muy rápido, aunque yo no quiera, no puedo evitarlo. Joohyun agacha la cabeza y Taehyung no es capaz de aguantarme la mirada.

— Marchaos.

— Jimin...

— Taehyung, por favor, ahora sí necesito estar solo.

No quiero herirles. No quiero herir a nadie.

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Salí contento esta mañana cuando me dieron el alta, pero mirando las paredes de mi colorida habitación me doy cuenta de mi gran error.

Jimin está solo. Lo he dejado solo en aquel siniestro lugar. Y sobretodo me arrepiento de haberlo dejado con ese doctor. Ese chiflado que tanto ama la sangre humana y que tiene un aspecto espeluznante.

— ¿Quién anda ahí? — pero esos pensamientos se desvanecen cuando escucho su voz cerca de mi cuarto.

Me levanto a la velocidad del rayo de la cama y camino fuera de mi habitación. Está de espaldas a mí, mirando el interior de su habitación desde el pasillo. Yo me acerco lentamente y la sujeto por la cintura, haciendo que suelte un chillido que me deja sordo.