Capítulo 1

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¿Él?

"No me interesan las reglas ni las convenciones: la fotografía no es un deporte".

—Bill Brandt.


VENUS

Me escondo entre las sombras utilizando gafas oscuras, pasando desapercibida detrás de una mascarilla negra y una capucha que oculta la mayor parte de mi cabeza, pero el detalle más importante se encuentra entre mis manos, cuando me concentro en hacer maniobras con una cámara semi-profesional.

Mi trabajo es duro, sobre todo cuando hace calor como el día de hoy, pero las cosas cambian un poquito cada viernes por la tarde, cuando recibo mi pago.

¿Y quién no menea la cola al escuchar esa palabra?

—Anthony Greece —musito al verlo salir del agua completamente empapado—. Mi víctima.

Admito que tiene un cuerpo espectacular, pero cuando usa las manos para sacudirse el cabello marrón oscuro, resplandece todavía más. Las gotas de agua destellan sobre su piel blanca y cremosa, deslizándose a través de su rostro cincelado e impecable, deteniéndose en sus espesas pestañas e iluminando esos espectaculares ojos azules como lapislázuli.

¿Que si se admira belleza en la estatua de David? Esto, definitivamente, no tiene punto de comparación. ¡Es arte! ¡Es perfecto!

—El modelo ideal.

Enfoco su rostro... ¡Click!

Bajo hacia su torso bien definido... ¡Click!

Desciendo un poquito más, hasta la zona que presiento, más dinero me habrá de facilitar... ¡Click! ¡Click! ¡Click!

Regreso en busca de sus apetitosos labios.

¡Focus!

Debo concentrarme para captar su esencia.

Coloco las opciones en automático cuando se posa en frente de un ventanal y así la luz no me juegue una mala pasada.

Sonríe y me preparo para apretar el botón que sacará la siguiente fotografía, pero de iinmediato la animadora del equipo de natación se acerca a él y le roza el hombro después de lanzarse a besar su mejilla en forma de saludo. Tiene un cabello despampanantemente rubio, ojos verdes, cuerpo de modelo, piernas largas, rostro fino, y una expresión dulce que embelesa a todos esos pobres hombres ciegos que han tenido algo con ella al mismo tiempo.

—De nuevo ganarás las nacionales, estoy segura. —La escucho decirle y casi vomito de tanta dulzura forzada en su estridente voz. Es como frotar una silla contra el suelo.

Trastornada apunto a quien sí me interesa. Mi cámara hace click y rápidamente me escondo detrás de la columna al percatarme que se encendió el flash.

Qué estúpida, ¡estúpida! ¡Debí haberla dejado en manual!

Me golpeo la cabeza con la cámara Nikon que mi primo Duncan me obsequió meses atrás, pero lo hago con tanta rudeza que termino quejándome del dolor.

—Lo siento, Nik. —Vigilo que no haya roto el costoso objetivo, y por suerte parece estar bien—. No quería tratarte mal, es solo que...

—¿Acabas de sacarme una fotografía? —Escucho una voz profunda a mis espaldas y de inmediato me tiemblan las piernas. Es la primera vez que se fija en mí, y creo que está molesto.

Semanas en el negocio y tenía que ser descubierta justo ahora. Me faltaba tan poco para alcanzar el valor del nuevo objetivo que tanto ansié comprar... Perfecto.

Ahora, dentro de poco estaré muerta.

Lentamente volteo para mirarle, pero no consigo despegar la mirada de mis manos.

Fuera de la universidad el chico parece un bravucón por el sitio que lo he visto frecuentar. Ante el mundo, Anthony Greece aparenta ser un ángel, pero por lo que he visto durante los últimos días, sé que podría llegar a ser especialmente infame.

Es apuesto, pero presiento que esconde algo virulento. Es un lobo salvaje vestido de oveja sensual que todo el tiempo resplandece mojada bajo la luz del sol. Puede que no sea una comparación agradable, sin embargo, él es precisamente eso, una mezcla muy extraña. Alguno de estos días lo atraparé con las manos en la masa, lo que podría tornar las cosas un poco más interesantes.

—Eres tú el que contrabandea mis fotografías. —Se acerca peligrosamente. Empiezo a entrar en pánico, por lo cual mi cerebro desactiva cada uno de los músculos de mi cuerpo, paralizándome.

¿Acaso escuché bien? ¿Dijo "él"?

Aproxima su mano, y creo que pretende tomar mi cámara cuando por fin reacciono. Debo proteger mi trabajo de cualquier manera. No puede saber que soy yo quien vende sus fotografías sin permiso alguno. En mi defensa puedo jurar que es necesario, ¡tan solo por la sucia necesidad!

Debo apresurarme para huir de la alberca, pero al pasar junto a él ignoro por completo que sus pasos han marcado huellas de agua en el suelo de azulejos blancos, así que de forma magistral resbalo y me dejo caer de espaldas, levantando a mi precioso Nik, protegiéndolo del inevitable golpe.

El piso es quien se encarga de recibirme con los brazos extendidos. Poco después me retuerzo cual gusano cuando mis huesos se agitan a causa del doloroso impacto.

Todos los presentes empiezan a reír, incluyendo Cailin, no obstante, cuando mis ojos enfocan los de Anthony, no me preocupan sus pensamientos, más bien me alarma saber que he perdido mis gafas oscuras, exhibiendo de este modo el color grisáceo de mis ojos de libélula.

¡Acabo de ser expuesta!

Como puedo me levanto y echo a correr poco antes de que me alcance.


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