Capítulo 5

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EL DEMONIO GREECE

 "La cámara es un cuaderno de bocetos, un instrumento para la intuición y la espontaneidad".

—Henri Cartier-Bresson.


VENUS

Roza su dedo índice en mi frente y un pedazo triturado de banana cae a mis pies.

Se ríe.

¿Qué cosa dijo?

—Yo... —Me cuesta trabajo procesar sus palabras. ¡Mi cabeza es un caos!

Lo que menos deseo es llamar la atención, ¡todo este tiempo me esforcé en mantener un perfil bajo porque mi negocio es importante!

Necesito el dinero que gano al sacarle fotografías. Gracias a ello consigo cancelar una mensualidad por el porcentaje que la beca de estudios no cubre, ¿debo recordar que es mejor que cualquier otro trabajo que podría conseguir? Además, me sobra un poco para poner algo en la nevera como agradecimiento hacia la hospitalidad de Duncan.

Y acceder al trato de Anthony es como correr semidesnuda frente a la mirada de todos, es tirar todo mi esfuerzo por la borda, dificultando así la realización de mi trabajo ya que debo hacerlo en secreto. Nadie puede saber que soy yo la que se encuentra detrás de la cámara. No podría imaginar lo que sucedería si llegara a oídos del decano. Sería el fin.

Si no puedo tomar fotos pierdo a mis clientes, y si las pierdo no podría pagar la universidad. Finalmente, si eso llegara a ocurrir, mi beca y mi oportunidad de ser alguien en la vida se disiparían. ¡Adiós a mis sueños!

Creo que me empieza a faltar el aire una vez más.

—Está hecho. —Aprovechándose de mi conmoción me arrebata el teléfono y da golpecitos en la pantalla, escribiendo algo en él. Segundos más tarde extrae el suyo del bolsillo de su pantalón, en cuya pantalla resplandece mi número como desconocido—. Espera mi mensaje —dice mientras guiña un ojo y me devuelve el celular. Parece que va a salir del baño, pero de repente se detiene y voltea hacia mí.

¿Qué demonios me pasa? ¿El jugo de la banana se me filtró hasta el cerebro? Debo decir algo, ¡lo que sea con tal de no parecer subnormal!

—No tienes de qué preocuparte, Violeta pastel —agrega de inmediato, sonriendo de tal manera que dificulta mi razonamiento todavía más—. Solo será ante mi padre. Aquí, en la universidad, estaremos como hasta ahora, sin saber el uno del otro.

Bueno, eso cambiaba un poco el panorama. ¡Pero aún así!, no me agrada su idea.

Cuando me doy cuenta me encuentro completamente sola en el baño de hombres, con la imagen de la última sonrisa que me obsequió poco antes de cruzar la puerta.

—¿Violeta pastel? —Parpadeo extrañada.

¿En qué diablos me he metido?

Me encuentro en el centro comercial después de pasar por Nik, pero no estoy sola.

—Tú y Nik están tan locos como una cabra —recrimina June al entregarme el sobre amarillo con las fotos impresas en su interior—. Pasé toda la mañana en la tienda, descartando las más de quinientas fotografías que capturó descuidadamente cuando el disparador se atoró. ¿De cuántos gigabytes es su memoria?

—Sesenta y cuatro —le respondo mientras abro el sobre y extraigo las dos fotografías que específicamente le pedí conservar.

—Con razón no se detuvo hasta que se le agotó la batería. —Se cruza de brazos, y aunque el tono de su voz evidencia cierta incomodidad, su rostro en forma de corazón se mantiene relajado, lo distingo a la perfección ya que tiene el cabello con apariencia de resortes atado a una liga, y no cual cortina de hiedra sobre su rostro.

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