Capítulo 28

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ESA NOCHE

 "Y si alguna vez escriben mi epitafio, espero que no digan de mí que perdí tres miembros, sino sencillamente que Giles Duley fue fotógrafo. Porque eso es lo que soy".

—Giles Duley.


VIOLET

Todavía puedo recordar la forma en la que Anton me miró después del disparo, como si buscara en mí alguna anomalía cuando en realidad fue él quien corrió y saltó para abrazarme, colocándose justo al frente, frenando la bala con su cuerpo.

Y luego, tras comprobar que físicamente todo estaba bien en mí, sonrió con gran alivio.

Segundos después Brent huyó de la escena solo. Claro, ¿de dónde más ella habría podido sacar un arma?

No me di cuenta que Brent había llegado en compañía de Cailin hasta el momento en que él intentó arrancharle la pistola de las manos sin lograrlo mientras la apuraba para escapar, pero ella se encontraba en tal estado de shock que, invadida por el pánico, se dejó caer al suelo con las rodillas temblorosas y entonces él la abandonó junto al objeto.

No puedo debatir sobre cuál fue la escena más espantosa de la noche, pero el haber visto a Anton tambalearse la considero como una de las peores.

El pánico me invadió cuando, de un momento para otro, sentí todo su peso caer sobre mí, como si le resultara difícil mantenerse en pie por sí solo. Su respiración trastornada golpeó mi cuello mientras lo ayudaba a sentarse en el suelo, y finalmente estuvo toda esa cantidad de líquido vital en mis manos y bata de hospital, anunciando lo mal que estaba la situación.

Pese a que ante mis ojos Anton lucía muy desmejorado cada vez, con su pálido semblante y el sudor sobre la frente, en ningún momento dejó de sonreír.

Y cuando susurró que le alegraba verme, no pude aguantar las lágrimas. Pero él intentó consolarme, como si yo fuera la mayor afectada.

Hice todo lo posible por estructurar una frase entendible al solicitar una ambulancia, sin embargo, la policía llegó por sorpresa y demasiado pronto, mucho antes que la ayuda que mayor relevancia tenía para mí. Al principio no supe por qué, pero luego me enteré que los vecinos, al escuchar el disparo, se precipitaron a pedir ayuda inmediata.

Encontraron a Cailin llorando desconsoladamente en el suelo y a los pies de Anton, mientras lo observaba desangrarse entre mis brazos y sin saber qué hacer.

Tarde parecía haberse dado cuenta de lo estúpida que fue, porque no dejaba de disculparse como una radiograbadora averiada.

Por mi parte tan solo quería que cerrara la boca de una buena vez. De por sí me encontraba completamente aterrada, y tenerla balanceándose en frente de nosotros mientras repetía las mismas palabras una y otra vez, me perturbó todavía más.

Aunque le pedí que se detuviera, no parecía escuchar, toda ella estaba completamente fuera de foco. Pero fue gracias a eso que la policía se la llevó, sospechando de Cailin como el agresor por su forma tan extraña de actuar.

Lo que vino después fue como el infierno.

La ambulancia tardó una eternidad en llegar, Anton perdió la consciencia a mitad del camino en dirección al hospital en el que Duncan trabaja. Luego vi a los alarmados paramédicos intentando reanimarlo cuando lo bajaban en camilla y mientras recorrían el interminable pasillo hacia la sala de emergencias.

En ese momento mi corazón se detuvo, abatido por toda la situación.

Cuando empezó a faltarme el aire fue que llamé a June, y no sé cómo habré sonado, pero haberme escuchado entre lágrimas le sentó tan mal que hubo un lapso de silencio hasta que, supuse, Duncan le arrebató el teléfono de la mano.

Las horas siguientes fueron igual o hasta más espantosas.

Cuando Duncan y June llegaron, lo hicieron varias horas después y todo por culpa del portero del edificio en el que mi primo vivía.

Yo era un completo desastre, ni siquiera podía organizar mis pensamientos o estructurar una frase entendible. Todo en mí era un caos.

—¿Qué ocurrió? —preguntó June mientras aceleraba el paso hacia mí, percatándose de mi temblor cuando me levanté de una de las tantas sillas que yacían en la sala de espera.

No sabía por dónde empezar. Jamás sentí tanto miedo en mi vida. Me sentía como en el mismísimo infierno.

—Yo... Él... —Contemplé hacia la puerta que prohibía el paso a personal no autorizado, con mis ojos llenándose de lágrimas otra vez—. Me salvó y ahora... —Mi voz se quebró, y finalmente se quedó atascada en la garganta.

June estuvo a punto de echarse llorar junto conmigo, porque sin siquiera decir nada, fui capaz de transmitirle cada uno de mis abatidos sentimientos. Pero logró permanecer firme ya que antepuso su esfuerzo por al menos servir de consuelo y compartir su fortaleza.

—¿Estás herida? —preguntó Duncan al echarme un vistazo y apenas conseguí negar con la cabeza.

Sabía que estaba molesto porque escapé del hospital, quizá hasta tenía ganas de regañarme, pero al mismo tiempo pude advertir el desánimo cambiar su semblante e inesperadamente se anticipó con un abrazo que casi fue capaz de partirme en dos.

—Todo saldrá bien —susurró, y no pude evitar romper en llanto.

Lo que ocurrió con Anton fue por mi culpa después de todo.


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