Capítulo 21

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EXPULSIÓN VIOLENTA

"La fotografía es el único lenguaje que puede ser entendido y comprendido en todo el mundo".

—Bruno Barbey.


VIOLET

Nos sentamos en los taburetes situados en frente del tablero sobre el cual se sirven los tragos. Mis ojos no tardan en ser cautivados por la atlética espalda de Anton. Está sumamente concentrado, mezclando un trago azul que ni la menor idea del nombre. Viste una camisa blanca que se adhiere perfectamente a sus músculos, así como también un delantal negro que le da un toque hipnotizante. Por otro lado, sus cabellos marrones ligeramente despeinados, me dicen que hace no mucho pasó sus dedos por ese lugar. Luce impresionante, por lo cual se hace un agujero de vacío en mi interior, llenándome de nervios.

Trago saliva con dificultad.

Es increíblemente apuesto, lo que me lleva a pensar en la confesión de esta tarde y a sonreír como idiota, pero un segundo después recuerdo el motivo que me llevó a este lugar y recurro a morderme la lengua.

June toma asiento al lado mío, y junto a ella se acomoda Jake. Ambos empiezan a conversar, quizá del modo en el que posarán, con sinceridad no lo sé, no alcanzo a escuchar nada de lo que susurran. Lo cierto es que estoy muy nerviosa.

Respiro hondo y miro a Duncan, quien desde mi otro lado inspecciona el escaparate de licores situado justo al frente.

Lo está mirando.

Anton ha terminado de preparar el trago, pues de inmediato voltea y coloca en vaso en frente de una persona que, tras agradecerle con voz melosa, de inmediato lo llama "bombón".

Extrañada me atrevo a contemplar sobre el hombro de mi primo, pero no consigo ver nada, él es demasiado alto en comparación a mí.

No me queda de otra más que inclinarme hacia atrás, y cuando mi vista por fin recae en la espalda desnuda de Cailin, me enderezo tan abruptamente que el taburete se balancea y Duncan tiene que precipitarse para equilibrarlo.

Le dirijo una mirada de agradecimiento, porque acaba de impedir que mis dientes se incerten en el mesón de madera pulida.

¿Por qué demonios ella se encuentra en cada sitio al que Anton recurre? ¿No puede dejarlo tranquilo?

¡Me enerva la sangre!

—¿Violet? —Una voz firme y que posee un ápice de cordialidad me pone a temblar, erizando cada uno de mis vellos.

Creo que empiezo a entrar en pánico, pero de inmediato la mano de Duncan acuna mi espalda, lo que me da fuerzas para levantar la mirada. Sin embargo, de este modo advierto que a mi primo no le ha gustado la forma en que Anton me llamó, de hecho, luce todavía más molesto que antes. Tiene una arruga muy marcada en medio de sus cejas.

—Anton... —Consigo pronunciar sin aliento.

Él se acerca a nosotros mientras, con el entrecejo fruncido, no hace más que contemplar con sospecha a Duncan. No le agrada, a ninguno de los dos les complace verse.

Empiezo a desear convertirme en agua, fluir hacia el suelo y entonces evaporarme.

—El gigoló. —La voz de Cailin se suma mientras escrudiña a mi primo de pies a cabeza—. Excelente elección —me dice, y riéndose se levanta de su puesto, perdiéndose junto a su extravagante trago en algún lugar del bar.

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