MICROONDAS
"Quiero hacer retratos tan intensos como las personas".
—Richard Avedon.
VIOLET
Antes de salir de la fiesta no pude encontrar a June. Me contuve de escribirle un mensaje al recordar que su madre le había confiscado el teléfono, así que, después de haber sido descubiertos por Cailin, Anton y yo volvimos juntos al apartamento en completo silencio.
Si no hablé, fue porque en realidad me sentía encolerizada, no porque estuviera incómoda.
¡Cailin no me dirá lo que debo hacer!
Eso es lo que pensaba hasta el momento en el que cruzo la puerta del apartamento, entonces las piernas me empiezan a flaquear y a duras penas consigo llegar hasta el sofá, lugar en el cual me acomodo pesadamente.
—¿Te sientes bien? —pregunta Anton, situándose de cuclillas en frente de mí.
A ver si consigo analizar lo que pasó... Cedí ante su beso y dejé que me agarrara el trasero.
¡Dios mío, Violet!, ¿qué tienes en la cabeza? Ni siquiera pensé en rechazarlo. Es más, en medio de ese beso candente Cailin nos descubrió, y de no haber sido que Anton impidió su proximidad, seguramente habría metido mi cabeza en el inodoro hasta que dejara de respirar. O bueno, en realidad pensaba aplicarlo contra ella si acaso pasaba por encima de él.
Está bien, no habría podido. A veces aspiro demasiado alto. No obstante, ¿quién dijo que no se vale soñar?
Y poco después, como cereza del pastel, ella sacó mi sobre de su horrible bolso de marca.
—Si lleva esas fotos con el decano...
¿Por qué se empeña en hacerme la vida imposible?
—No lo hará —asegura Anton con sorprendente calma mientras captura una de mis manos, obligándome a mirarlo. Sus ojazos azules de pronto me parecen un completo enigma. Son hermosos.
—¿Cómo estás tan seguro? —le pregunto en un hilo de voz. Él sonríe con ternura por el tono de confusión que empleo al hablar.
En verdad, no lo entiendo. Minutos atrás se había visto sorprendido por la amenaza de Cailin, porque evidentemente la creía incapaz de hacer algo así, pero en este preciso instante, en cambio, nada parece afectarle.
—Pues... —Empieza a acariciar mis nudillos con su pulgar, calentando mis dedos mientras concentra su atención en ese preciso lugar—. Si fuimos capaces de fingir que éramos pareja ante el hombre más colérico del planeta, no será un problema continuar como hasta ahora en la universidad. —Hace una corta pausa, suficiente como para agitar la oleada de calor que ha empezado a trepar por mi extremidad.
—¿Estás pensando en huir de mí otra vez? —Acerca mi mano a sus labios, levanta la mirada y, contemplándome, se detiene a escasos centímetros de rozar mi piel, dejándome con las ganas de más—. Porque, al menos yo, he decidido no dejarte escapar.
Carraspeo ante su confesión.
¡Está coqueteando conmigo! Y es encantador.
Él y yo, este asunto todavía me resulta difícil de digerir. Jamás me imaginé en esta situación. Desde el comienzo mi fin era simplemente sacarle fotografías y ganar dinero. Nunca me vi tan cerca de él, porque viera por donde lo viera, ¡era un imposible!
ESTÁS LEYENDO
El enfoque perfecto ✓
RomanceVenus fotografía al campeón de natación sin permiso, pero cuando él la descubre, todo se vuelve más adictivo. *** Venus se dedica a sacar fotografías del ganador de las nacionales de natación sin su consentimiento y luego las vende a sus fans, convi...