Capítulo 25

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—¿Cómo te fue? — Preguntó Mary recargándose en el marco de la puerta de la habitación de su hija.

—No te lo voy a decir porque no quiero un "te lo dije" de tu parte. — Respondió Emma levantando la vista hacia su madre.

La rubia estaba quitando las horquillas de su cabello dejándolo suelto y estaba pasando unas almohadillas de algodón sobre su rostro para remover el maquillaje.

—¿Tan mal?

La morena entro a la habitación y se sentó en la cama apoyando sus manos detrás de ella con la mirada en su hija. Emma movió sus brazos para dar media vuelta a su silla de ruedas y mirar a su madre.

—Él me beso. — La rubia resopló — Owen me beso al terminar la cita y yo... no sentí nada en absoluto. Fue como besar la pared.

Mary Margaret asintió apretando sus labios en una delgada línea.

—Solo dilo.

—Regina se va. — Habló su madre.

—¿Qué? — Susurró Emma después de unos segundos sintiendo sus labios temblar.

—La visite ayer en el hospital y ella me lo dijo.

—¿A dónde se va? — La rubia sintió sus ojos llenarse de lágrimas y desvió la vista al suelo.

—No lo sé. — Mary negó con la cabeza y cruzo los brazos — Pero la vi muy resuelta con su decisión. — Ella se aclaró la garganta tratando de atraer la vista de su hija — Aunque, yo no creo que este tomando la decisión adecuada...

—Es su decisión mamá. — Interrumpió Emma dando media vuelta de nuevo hacia el espejo.

—Ya basta Emma. — Espetó la morena levantándose de la cama. Su hija la miro por el espejo y sintió un nudo formarse en la garganta. — Sé que estás pasando por un proceso difícil, lo sé. Sé que todo esto ha cambiado tu forma de ver la vida por completo...

—¡No!¡No lo sabes! — Exclamó la rubia apretando sus manos en los descansabrazos de la silla de ruedas — Todos ustedes creen que lo saben, pero no es así. — Emma giró su silla con un movimiento rápido — Estoy sentada en una silla de ruedas... A penas puedo mover los brazos y hablar y tengo que depender de ustedes para poder moverme. — Ella se pasó las manos por la cara tratando de recuperar la compostura — Estoy cansada... Estoy cansada de sentirme una carga y de que todos me compadezcan. Así que ya basta de decirme lo que debo o no debo hacer, lo que debo o no debo sentir; tal vez en este momento no tenga control sobre a donde ir o que hacer, pero no voy a permitir que mi libertad se esfume... Así que por favor, no quiero hablar más de Regina. Ella está bien, está a salvo y quiere continuar con su vida justo como yo lo quiero hacer.

—Las dos son unas tontas...

—Ya basta mamá.

—¡No! — Mary le dedico a su hija una mirada decidida — Regina se quiere ir porque no quiere que lastimen a las personas que ella ama... No quiere que te lastimen. — Ella caminó hasta la puerta y se detuvo girando un poco para mirar a Emma — Pero no se da cuenta de que el irse es lo que realmente va a lastimar a ambas.

Emma observó a su madre marcharse y se dio la libertad de dejar escapar un par de lágrimas hundiendo su rostro entre sus manos.

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—¿Quieres que haga qué? — Graham frunció el ceño y se cruzó de brazos.

El chico había regresado a la prisión el día anterior y para su tranquilidad solo tendría que estar un par de semanas mientras su libertad condicional era aprobada.

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