Capítulo 26

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Perdón la tardanza pero las cosas se me complicaron un poco. Espero que les guste el capítulo y que me dejen sus votos y comentarios. Sin más por el momento, gracias por leer.

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—Supongo que las dejare solas. — Habló Zelena.

Ambas chicas la siguieron con la mirada y Emma hizo avanzar un poco su silla para dejar pasar a la pelirroja.

—Emma, ¿Qué estás haciendo aquí? — Preguntó Regina atrayendo la atención de la rubia.

—No dejándote ir.

Emma avanzó un poco más hacia la morena y la observo cruzarse de brazos. Lucia cansada, estaba más delgada y tenía ojeras además de golpes en el rostro. El corazón de la rubia dio un vuelco al observarla de aquella manera.

—Nada que digas me va a hacer cambiar de opinión.

—Cinco dólares. — Se apresuró a decir Emma.

—¿Perdón? — Regina arrugo la frente y dejo que su peso descansara en una de sus piernas.

—Te apuesto cinco dólares a que puedo hacerte cambiar de opinión. — La morena sonrió tímidamente y negó con la cabeza.

—Adelante.

—No te vayas. — Susurró ella haciendo una mueca, sintiendo un nudo en su garganta — No quiero que te vayas... Regina, sé que crees que tienes que hacer esto, sé que crees que es la única manera; sé que estas asustada y yo también lo estoy, pero no puedo dejar que eso nos separe. No puedo dejar que el miedo se interponga.

—Emma... — Susurró la morena.

—Déjame terminar. — Emma colocó su rubio cabello detrás de sus orejas y se relamió los labios — Sé que he sido una completa idiota, sé que debí estar al lado de esa cama desde el momento en que llegaste a este hospital y que debí haber tomado tu mano. Debí haber pasado las noches en vela como tú lo hiciste conmigo, porque te amo, y ese amor, es el mismo que me dice que mientras estemos juntas podemos sortear todos los obstáculos... — Ella avanzó un poco más y se estiro para tomar la mano de la morena. Regina sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo. — Mi madre me dijo que al tratar de protegernos estamos haciéndonos más daño y creo que tiene bastante razón, no se lo digas o ella va a creer que siempre tiene la razón y solo a veces la tiene. — Regina sonrió — Mi punto es: No puedo, no quiero, vivir sin ti. Por favor, quédate. — El nudo en la garganta de Emma hizo que las últimas palabras salieran como un susurró.

—Emma, tu viste lo que paso la última vez que me quede, estas sufriendo esas consecuencias ahora. — Regina sintió las lágrimas caer por sus mejillas — No puedo hacerte esto de nuevo, solo voy a traerte más problemas...

—Tú eres mi problema. — Emma interrumpió dándole un apretón a la mano de la morena — Regina, se en lo que me estoy metiendo y por mi mente no hay ni una pisca de duda en que quiero que seas mi problema. — Regina apretó sus labios sintiendo cada vez más lágrimas caer por su rostro y con la mano libre las limpió rápidamente — Di algo.

—Bueno, supongo que te debo cinco dólares.

Ambas chicas sonrieron y se miraron sintiendo como una presión desaparecía de su pecho.

—¿Me vas a besar? — Preguntó la rubia — Yo lo haría pero no puedo levantarme...

Regina se inclinó con rapidez y tomo los labios de Emma entre los suyos mientras colocaba sus manos sobre las mejillas rosadas de la rubia. Emma colocó sus manos sobre los brazos de la morena y se dejó llevar por un placentero y deseado beso que le quitó la respiración.

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