Capítulo 11

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—No voy a abrir este sobre hasta que me digas de que se trata — Emma tiro el sobre en el escritorio de su amigo y se cruzó de brazos.

—Es algo que necesitas saber, es importante. — Insistió Killian — Necesitas ver todo lo que está ahí...

—¿Qué es Killian? — Interrumpió ella.

—Es sobre Regina... Es la verdad.

—Te pedí que no siguieras con eso — Emma sintió un nudo formarse en su garganta.

—No puedes pedirme que ignore el hecho de que estas con una chica de la que no sabes nada. — Killian tomo el sobre y camino hasta estar frente su amiga — Aquí... esta todo lo que necesitas saber, y en verdad necesitas saberlo.

La rubia sintió la garganta y los ojos arder, estaba conteniendo sus lágrimas a pesar de que no había un motivo aparente por el cual llorar. Emma extendió lentamente su mano para tomar el sobre.

—Quiero protegerte Emma — Killian coloco sus manos sobre las de su amiga — Pero no puedo hacerlo si no conoces la verdad.

Con las manos temblorosas, Emma abrió el sobre y metió la mano para encontrarse con varios papeles. Sus ojos se abrieron como platos cuando observo el contenido y sintió el alma caerle hasta los pies. Regina le había estado mintiendo todo el tiempo, le había ocultado la verdad y se había dejado engarñar. La furia comenzó a invadirla y sin pensarlo dos veces salió de la comisaria haciendo caso omiso a los llamados de Killian tras ella.

Su amigo se rindió de perseguirla cuando la observo subirse a su pequeño auto amarillo que se alejó velozmente.

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Regina llego al departamento deseando quitarse los zapatos y beber un gran vaso de agua. Caminó hasta el refrigerador para tomar una botella de agua helada, se dio media vuelta y se sobresaltó al ver a Emma sentada en el sofá con la cabeza baja y sin hacer ningún ruido.

—Llegaste temprano a casa. — Dijo la morena caminando hacia ella — ¿Todo bien?

Emma seguía sin levantar la vista y entre sus manos apretaba un sobre amarillento.

La morena se sentó a su lado y alargo su brazo para tomar a Emma de la mano pero en cuanto sintió el contacto, la rubia se levantó del sofá.

—Emma, ¿Qué es lo que pasa?

La rubia dio media vuelta y Regina se quedó con la boca abierta al observar las profundas sombras debajo de sus ojos verdes que tanto le gustaban. Emma había estado llorando, sus ojos y su nariz estaban rojas, sus rasgos mostraban un rostro destrozado y furioso al mismo tiempo. Del sobre que tenía en las manos, la rubia tomo su contenido y lo dejo caer sobre la mesa de centro frente a Regina.

—¿Me quieres explicar que es todo esto? — Habló Emma, sintiendo el nudo en su garganta que no se había ido. Su voz era firme pero le faltaba el aire y se podía notar.

Regina se inclinó para tomar lo que la rubia había puesto sobre la mesa y en su rostro se pudo observar la sorpresa y el terror mesclados.

—Emma... — Fue lo único que la morena pudo pronunciar en un apenas audible susurro.

—Dime la verdad Regina. No quiero más mentiras... Sé quién eres, pero quiero saber porque hiciste todo esto. ¿Por qué me mentiste?

Regina no levanto la vista de los papeles que tenía en sus manos y sobre todo de las fotos que los acompañaban. Era ella a unas cuantas cuadras del restaurante discutiendo con un chico de unos veintitantos.

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