CAPÍTULO 6

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6.- Yendo de compras

A la mañana siguiente, Dumbledore despertó a Harry temprano; quería salir lo más pronto posible, sabiendo que Harry estaría más descansado después de una noche de sueño que después durante el día. Y habría menos gente claro, al menos para la ropa. El director sacudió suavemente al muchacho durmiente, mientras lo llamaba con suavidad. Quería ir hoy. Cuanto más tiempo pasara Harry como él mismo, habría más probabilidad de que alguien lo viera, pero si el muchacho no se encontraba bien, tendría que esperar. Después de todo, la salud de Harry era lo más importante. Al fin, Harry abrió los ojos despacio y miró la cara angustiada de Dumbledore.

- Buenos días, mi niño.- Harry bostezó y se frotó los ojos de forma somnolienta.

- Buenos días, director. ¿Qué hora es?- Dumbledore le ayudó a sentarse y puso una mano en su frente, frunciendo el ceño al descubrir un poco de calor que emanaba del muchacho.

- Casi las ocho de la mañana. ¿Estás listo para ir al mundo muggle? Si lo estás, deberías levantarte ahora.- Harry asintió suavemente, haciendo que la mano del hombre se apartara.

- Estoy bien. Podemos ir ahora.

Dumbledore todavía parecía insegura, pero ya que Harry estaba decidido, le ayudó a prepararse. Una vez que estuvo vestido y había comido algo de desayuno, Dumbledore puso un hechizo para ocultarlos a ambos y salieron de la casa. Después de caminar más allá del campo anti-aparición, el anciano los transportó mágicamente al Londres muggle. Harry no reconoció el lugar y Dumbledore solo le dijo que estaban lejos del Caldero Chorreante, no había ninguna razón para arriesgarse a ser visto por otros magos. Dumbledore, mientras mantenía un brazo alrededor de su cintura para sostenerlo, lo llevó a una tienda de ropa bastante grande. Harry nunca había estando en ninguna y no pudo evitar mirarlo todo maravillado. Dumbledore apretó su agarre y miró a Harry sonriente.

- Bien, Harry. ¿Qué tipo de ropa quieres?- Harry comenzó a ruborizarse y apartó la mirada.

- Señor, no necesita comprarme ropa nueva.- El anciano lo miró severamente.

- Llámame "yayo", Harry. Debes acostumbrarte. Y sobre la ropa... bueno, no está abierto a discusión; puedes elegirla tú mismo o yo la elegiré por ti.

Podía suponer como se estaba sintiendo Harry. Después de todo, seguramente era la primera vez que alguien lo había traído a una tienda para comprarle algo, pero no iba a permitir que se negara. El muchacho necesitaba ropa nueva y no iba a permitir que no la tuviera. Ya era hora de que alguien cuidara de ese niño.

Por otro lado, el rubor de Harry aumentó y se negó a mirar a su mentor, mientras debatía si discutir con el hombre o permitirle hacer lo que quiso. Al final, decidió permitirle a Dumbledore comprarle un poco de ropa; siempre podría reembolsárselo después, y sería cómodo el tener ropa que fuera de su talla. Pero, también decidió que sería mejor que el hombre escogiera la ropa, ya que él no tenía ni idea de que debía coger o de cuanto iba a necesitar.

- Vale, pero no tengo ni idea de lo que escoger; jamás he comprado ropa antes, excepto las túnicas escolares, claro.

Dumbledore asintió comprendiéndolo, y un poco sospechoso de que Harry estuviera de acuerdo tan rápido, pero dejó a un lado sus sospechas y miró al muchacho cuidadosamente. Lo primero que notó, y no por primera vez, fue lo pequeño que era Harry. Todos esos años con los Dursley no le habían hecho ningún bien y Dumbledore apostaría que incluso algunos primeros años eran más grandes que él. Ese último pensamiento le dio una idea.

Harry todavía se encontraba bajo la intensa mirada del director, poniéndose más nervioso a cada minuto que pasaba.

- Er... Direc... quiero decir ¿yayo?- Dumbledore lo miró con una pequeña sonrisa traviesa.

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