CAPÍTULO 17

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17.- El regreso de Dumbledore.

Las siguientes semanas fueron igual de estresantes. Después del ataque a Privet Drive, Funge no pudo negarlo por más tiempo. El Lord Oscuro había regresado, y no solo eso, habían perdido a Harry Potter. Todo el Ministerio se encontraba presa del pánico mientras intentaba prepararse para los ataques de Voldemort e intentando encontrar al Niño que Vivió para poder calmar el pánico que había cundido entre la población. Fudge, una vez obligado a anunciar la verdad, se había girado a Dumbledore, y el anciano había sido obligado a ayudarlo. No podía permitir que la organización de la guerra estuviera en manos de Fudge o seguramente perderían. El director y sus más cercanos seguidores fueron los que lo organizaron y dirigieron los ataques, los interrogatorios, los juicios, todo. Desgraciadamente, eso significaba que nadie tenía mucho tiempo para si mismos, y Dumbledore se había visto obligado a dejar a Harry solo en la casa con Twinkle por única compañía. Durante la primera semana, volvía para dormir todas las noches, intentando mantener un ojo sobre el chiquillo. Pero a medida que los días avanzaban, a pesar de que todavía volvía a casa por las noches, Harry ya se había dormido hacía tiempo y como tenía que irse antes de que el chico se levantara, significaba que no podía verlo. Al final, aceptó una habitación dentro del Ministerio.

Una vez que Harry se había curado por completo, una sobre protectora Twinkle le permitió salir de la habitación y puesto que no tenía nada más que hacer, comenzó a explorar la gran mansión. La gran mayoría de habitación estaban sin usar, pero el que más le gustó fue la biblioteca. Le hubiera encantado el salir fuera, pero el director se lo había prohibido, por lo que se encontró cada vez más veces pasando todo el tiempo en la gran biblioteca. Ya que no sabía que leer, comenzó por sus libros del próximo año; eran bastante interesante, especialmente ya que podía practicar los hechizos. Twinkle le había dicho que las protecciones lo escudaban y que Dumbledore había dado su permiso para que practicara un poco. Tres días después de haber visto a Dumbledore por última vez, volvieron las pesadillas. Como sabía que el anciano venía a dormir por las noches a la mansión, Harry había comenzado a colocar hechizos imponiendo silencio alrededor de su habitación, para no perturbar el descanso de su mentor. Cuando leyó los libros de su quinto año, comenzó con los de sexto año, y puesto que había dejado todo intento de poder dormir, prácticamente vivía dentro de la biblioteca, saliendo tan solo cuando debía ir al cuarto de baño.

La única cosa buena de las pesadillas era que habían despertado su necesidad por aprender. Necesitaba saberlo todo, necesitaba igualarse al Lord Oscuro, porque sabía que tendría que enfrentarlo algún día, y cuanto más pronto lo matara, mejor. Impulsado por este conocimiento, Harry se esforzó al máximo todos los días, necesitaba saber. Del sexto año fue al séptimo, y después de eso, aprendió todo lo que encontraba útil, empezó a leer todos los libros de la biblioteca. Las protecciones, las maldiciones, la curación, todo lo que podría aprender, lo aprendía. Puso una especial atención a la magia sin varita, al descubrir que se le daba bastante bien. Aquel descubrimiento le dio muchas más razones para que el chiquillo se esforzara hasta el agotamiento. Necesitaba poder realizar magia sin varita sin ninguna restringión. Practicó durante horas y horas, pasando de transformaciones a encantos, revisando lo que había aprendido hasta el momento. Solo dormía cuando no tenía más remedio, entrando a menudo en un letargo inquieto en mitad de un encantamiento.

Twinkle miraba a su joven amo desde la distancia; se estaba angustiando muchísimo, pero no podía hacer nada para detenerlo. No había ninguna forma en la que pudiera avisar a Dumbledore, y no había nadie que se pasara por la casa. Al final, resignada en el hecho que no podía hacer nada, intentó hacer todo lo que pudo. Obligaba al muchacho a comer al menos una vez al día, mientras se sentaba a su lado hasta que se encontrara satisfecha. Habría puesto una poción durmiente en su bebida pero Dumbledore le había dicho que no podía porque Harry ya había tomado demasiada. Esperaba que su anciano amo volvería pronto, porque el muchacho estaba llevándose poco a poco a un agotamiento serio, y no había nada que ella pudiera hacer para evitarlo.

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