CAPÍTULO 11

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11.- Padrino.

Harry se despertó al día siguiente de forma brusca ante el sonido de gritos en la oficina del director. No sabía como era de tarde, las cortines se encontraban firmemente cerradas delante de las ventanas y no permitían que entrara ninguna luz, así que no podía suponerlo.

Vacilantemente, encendió una pequeña luz que se encontraba a su lado y miró el reloj que había en la pared de al lado. Las seis. Gimió suavemente se hundió otra vez en las almohadas; odiaba despertarse tan temprano, sobre todo por gritos. Siempre le recordaba a su tía que le gustaba gritarle para que se despertara. Escuchando con atención, comprendió que las voces eran familiares, y después de un momento, las reconoció y gimió otra vez. Por lo visto, su padrino había llegado.

No me importa, Remus. ¡Mi ahijado ha desaparecido y quiero hablar con Dumbledore AHORA!- La voz mucho más tranquila de su antiguo profesor le contestó.

Se razonable, Canuto. Estoy seguro que el director ha estado haciendo todo lo que ha podido por encontrar a Harry; además conociendo a Albus, no se habrá acostado hasta que se hizo todo lo posible, aunque eso significara irse a dormir a las tres de la mañana. Son las seis, el hombre necesita descansar.

Mientras su padrino y su amigo continuaban discutiendo, Harry se levantó, todavía un poco inestable. Se miró en el espejo para asegurarse que su cicatriz no fuera visible, y por si acaso se puso un poco de maquillaje. Tocó el collar, tranquilizándose de que aún lo llevaba puesto y aplastó su pelo tanto como pudo. Después de asegurarse de que todo estuviera en su sitio, se acercó muy despacio hasta la puerta. Antes de abrirla, no pudo evitar el parar de forma abrupta. ¿Y si Remus podía olerlo? Volvió al cuarto, y miró a ver si encontraba algo que pudiera enmascarar su olor, pero al no encontrar nada regresó a la cama. ¿Qué podía hacer? Dumbledore no quería que nadie lo supiera y estaba convencido que eso incluía a Sirius y a Remus. Harry lo pensó durante unos minutos, hasta que comprendió que algo no iba bien. El olfato de Remus era muy afilado, si hubiera podido olerlo, se habría presentado en el cuarto antes de que incluso se hubiera despertado. Frunciendo el ceño, Harry comprendió que o bien el collar lo protegía también de eso, o el hombre lobo había tomado cartas en el asunto y se había hechizado para no olerlo todo. Eso tenía sentido, porque si no el pobre hombre se hubiera vuelto loco por tantos olores. Ya más tranquilo por saber que no iba a ser descubierto, Harry volvió a ponerse en pie, se acercó hasta la puerta y se detuvo. ¿Sirius se convertiría en perro si aparecía de repente? Esperó que eso no trajera problemas. Por otro lado, Dumbledore había hecho algo para evitar que el hombre pudiera averiguar el secreto. El anciano era demasiado detallista como para olvidarse de algo así. Tendría que preguntar la próxima vez que lo viera. Por ahora, Harry decidió que entraría con mucho cuidado, intentando no sobresaltar mucho a su padrino, necesitaba saber que estaba pasando y anhelaba ver al hombre, aún cuando no pudiera hablarle. Llegando a esa decisión, abrió la puerta al fin, justo para ver a McGonagall entrando en la oficina y como Sirius volvía a comenzar a gritar. Harry tuvo que esconder una sonrisa cuando vio la mirada furiosa en la cara de la mujer.

¡Sirius!- Su voz, aunque no era más que un cuchicheo, consiguió que Sirius se callara.- ¡Cállate¡Vas a despertarlo!- Remus suspiró y se hundió en una silla.

Creo que eso es lo que quiere, Minerva.- La mujer negó con la cabeza y miró a los dos amigos.

No a Albus, idiotas, a su ni…

No había acabado ni tan siquiera de hablar cuando notó que el niño estaba de pie en la puerta. Viéndolo, Harry se echó hacia atrás, intentando perderse en la oscuridad de la habitación pero de forma que pudiera ver todavía lo que pasaba en la oficina. Minerva lo notó y con una sonrisa suave, se acercó un poco a él.

Hola, Alexander, soy una amiga de tu abuelo. Nos conocimos ayer¿recuerdas?

Harry asintió ligeramente y miró curiosamente hacía los dos hombres que estaban detrás de Minerva. Sirius parecía bastante asustado, probablemente esperando que el niño reconociera su cara y saliera gritando, mientras que Remus estaba asesinando con la mirada a su amigo, obviamente molesto porque no había tenido más cuidado. Minerva los ignoró y volvió a hablar.

Estos "caballeros" que están detrás de mí también son unos amigos. El hombre moreno es Sirius y el otro es Remus. Les gustaría hablar con tu abuelo. ¿Sabes donde está?

Harry tuvo que aguantarse una sonrisa cuando vio como les cambiaba la expresión a ambos merodeadores, de asustado a aturdidos en un segundo. En cambio, él miró a la subdirectora y negó ligeramente. Suponía que Dumbledore estaba dormido; después de todo eran las seis de la mañana.

Antes de que McGonagall tuviera la oportunidad de preguntarle algo más, Twinkle apareció en la oficina. La elfa doméstica miró a su alrededor confundida, preguntándose seguramente que hacían allí, pero entonces su mirada se topó con Harry y se acercó rápidamente pasando de largo a McGonagall y colocándose delante de él.

¡Amo Alexander¡Amo Alexander¿Qué está haciendo despierto y fuera de la cama? Amo Dumbledore dijo a Twinkle que se asegurara que el joven amo descansaba y no sería perturbado. ¡El joven amo necesita dormir más!

Mientras hablaba, la pequeña elfa lo cogió de la mano y comenzó a empujarlo dentro de la habitación. Los tres adultos lo miraron bastante divertidos y los siguieron. Harry, de mientras, viendo que no podía hacer nada para hacer cambiar de idea a la elfa, obedeció y se tumbó en la cama, acurrucándose bajo las mantas. Cuando Twinkle estaba segura de que su amo estaba una vez más relajado en la cama, retrocedió un paso y lo miró interrogante.

¿Quiere el joven amo desayunar?- Harry negó con la cabeza.

No, gracias, Twinkle, no tengo hambre.- Entonces miró a sus maestros y a su padrino que se habían quedado en la puerta.- Tal vez, los amigos del yayo sí que quieran algo de comer.

Twinkle asintió y se acercó hasta ellos, empujándolos fuera de la habitación. Una vez que estuvo solo, Harry se sentó en la cama. En realidad, ya no tenía sueño; ver a su padrino en tal estado había sido suficiente como para despertarlo completamente. Por otra parte, no podía salir del cuarto; Twinkle lo vería y quizá incluso se lo diría Dumbledore. El viejo director no estaría contento si lo averiguaba. Su mirada se dirigió a una pequeña biblioteca, de pie en el lugar opuesto a la cama y se puso en pie para ir a mirarlo. Estaba lleno de libros muggles, lo cual le agradó ya que no tenía ganas de leer libros de texto. Cogió uno y volvió a la cama. Por lo menos, ya no se iba a aburrir.

En la oficina de Dumbledore, Twinkle les había traído un desayuno a los adultos y entonces se marchó. McGonagall había comenzado a explicar todo lo que sabía sobre lo que había pasado, más lo poco que sabía sobre el nuevo nieto de Dumbledore. Hablaban suavemente, no queriendo molestar al niño, que ellos creían que estaba dormido.

Después de aproximadamente una hora, Dumbledore llegó a la oficina. Parecía completamente agotado ya que no había podido dormir bien, por miedo a que alguien lo descubriera. Sirius, viendo lo pálido que estaba su mentor, inmediatamente se sintió mal por haber estado enfadado con el hombre. Realmente tendría que haber sabido que Dumbledore haría todo lo que pudiera por encontrar a Harry. El anciano miró angustiadamente hacía la puerta que llevaba a la habitación de Harry, pero en vez de ir a ver como estaba el niño, se dirigió a su escritorio y se sentó en la silla.

¿Bien¿Se sabe algo nuevo sobre Harry?

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