CAPÍTULO 8

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8.- Malas noticias.

Mirando en la habitación, Dumbledore descubrió que Harry se había hecho un ovillo en la cama, y que se estremecía por culpa de la fiebre. El anciano iluminó ligeramente el cuarto, para poder ver lo que hacía y se acercó hasta las dos bolsas que Twinkle había traído un poco antes, sacando un pijama de un suave tono azul. Girándose hacía el niño enfermo, se sentó en la cama junto a Harry y lo levantó con suavidad para que estuviera sentado, apoyado contra su brazo.

- Vamos, Alec, ayúdame un poco. Estarás más cómodo con el pijama.

Harry parpadeó de forma cansada hacía su supuesto abuelo e hizo todo lo que estaba en su mano para ayudar al anciano a que cambiara su ropa. Estaba demasiado cansado como para discutir con el hombre o incluso para sentirse avergonzado, por lo que el cambio de ropa duró solo unos minutos.

Dumbledore estaba arropando al muchacho cuando alguien llamó a la puerta. Colocó con suavidad unas almohadas en la espalda de Harry, por lo que estaba semiincorporado y entonces se sentó a su lado, colocando un brazo alrededor de los delgados hombros del chico. Asegurándose de que todo estaba en orden y que el maquillaje que ocultaba la cicatriz se encontraba todavía en su sitio, miró hacía la puerta y dijo con serenidad.

- Entra.

La puerta se abrió despacio y Minerva entró llevando una bandeja en sus manos. Miró dentro de cuarto oscurecido y vio al director que se sentaba en la cama con el desconocido muchacho que se apoyaba contra él. El anciano la miró con una ligera sonrisa en los labios.

- Ah, Minerva, gracias. ¿Ha puesto Severus la poción para dormir- La mujer asintió.

- Sí, Albus.

Se acercó hasta la cama y vio como el pequeño muchacho se acercó todavía más al director, como si se quisiera esconder detrás de él. Minerva sonrió con suavidad, intentando tranquilizarlo, permitiéndole saber que no debía tenerle miedo y se alegró cuando vio como el niño se relajó un poco, a pesar de que sus ojos seguían todos sus movimientos. Al final, llegó al lado de Dumbledore y le dio la bandeja. El viejo director se lo agradeció de forma silenciosa, recogió el bol lleno de sopa y se lo dio al muchacho.

Harry permaneció mirando el bol fijamente durante unos momentos; en realidad no tenía hambre, todo lo que quería hacer era dormir.

- Alec…

Parpadeando, Harry miró al anciano. La voz de su "abuelo" había sido mansa y paciente, pero sabía bien que era lo que quería que hiciese. Suspirando, se puso el bol en los labios y con mucha lentitud comenzó a beber el líquido caliente, intentado ignorar los ojos de McGonagall que le miraba a su abuelo y a él con curiosidad.

Poco después de que hubiera terminado, comenzó a sentirse todavía más somnoliento que antes. Apenas fue consciente cuando Dumbledore se puso en pie y lo acostó en la cama, arropándolo con suavidad. Casi no escuchó la voz suave del director, cuando este habló.

- Duérmete, mi niño. Si necesitas algo, estaré en la oficina, solo debes llamarme. Y recuerda, nada de levantarte.- Harry apenas tuvo fuerzas para mascullar.

- Sí, yayo.- Y lo último que escuchó antes de dormirse por completo fue el jadeo asustado de McGonagall.

En cuanto Dumbledore estuvo seguro de que Harry estaba completamente dormido, se giró para mirar a su subdirectora asustada.

- Vamos, Minerva, dejémosle descansar al niño.

La empujó con suavidad fuera del cuarto antes de que pudiera contestar y cerró la puerta tras de si. Snape y Moody todavía estaban sentándose silenciosamente en sus sillas pero no se miraban, intentando olvidar que el otro hombre estaba en el cuarto. Dumbledore se sentó de forma cansada en su silla detrás del gran escritorio y cogió con gratitud la taza de te que Twinkle había dejado. También él estaba cansado; Harry no era una persona fácil con la que ir de compras. Era terco y había tenido que discutir con él por casi cada pieza de ropa que había querido comprarle. Al final, había conseguido que aceptara la ropa, pero había desistido de comprarle cualquier libro o juego, tal y como había querido. Había visto lo cansado que estaba Harry y sabiendo que el muchacho discutiría con él, había decidido que sería mejor si esperara hasta unos días más tardes para comprarle unas cuantas cosas más.

Levantando la vista de su taza de té, notó que los otros tres adultos todavía lo miraban con curiosidad. Suspirando, se apoyó contra el respaldar de su silla, mientras bebía pequeños sorbos de té.

- Lamento todo esto, no era como planeé que os presentaría a Alexander, pero no disteis muchas opciones.

Durante un momento se planteó si debería disculparse por sus palabras de antes, pero llegó a la conclusión que había tenido todo el derecho del mundo a estar molesto. Después de todo, estaban en su oficina, no era una zona de guerra.

Snape fue el primero en hablar.

- Albus¿quién es el chico?- Dumbledore frunció el ceño ante el tono sospechoso que había utilizado el hombre, pero aún así contentó.

- Es uno de los nietos de mi hermano; se quedará conmigo hasta que comience el curso. Bueno, quizá más tiempo.

¿Por qué se queda contigo?- Dumbledore miró con firmeza a su maestro de pociones.

- Hubo algunos problemas en su familia, pero no voy a discutir eso con cualquiera de vosotros. Son asuntos personales.- Minerva asintió ligeramente, sabiendo que no lograrían más información sobre ese tema en particular.

¿Está enfermo, Albus?- Dumbledore se relajó de forma visible en su silla, mientras un ceño preocupado se instalaba en su cara.

- Sí, lo está, pero no te preocupes, estará bien. Tan solo hicimos demasiadas cosas esta mañana.- Alastor gruñó.

¿Comenzará a ir a Hogwarts este próximo curso?- Dumbledore luchó por no sonreír, parecía que su pequeño engaño estaba funcionando.

- No lo sé, Alastor. Todo depende de sus padres. Alec iba a ser educado en casa, pero ahora, no estoy seguro de que será lo que decidirán.

Antes de que cualquiera de los tres pudiera preguntar nada más, Dumbledore insertó su propia pregunta.

¿Puedo preguntar que es lo que estáis haciendo aquí? No recuerdo el que preparara una reunión.- Alastor gruñó en dirección a Snape.

- Eso es lo que me gustaría saber. Snape me llamó hace unas cuantas horas y me dijo que viniera lo más rápidamente posible hacía aquí; pero se negó a decirnos nada. Lo único que le saqué al hombre era que tenía algo que ver con Potter.- Dumbledore se sentó más recto y miró a su espía intensamente.

¿Harry? ¿Qué es lo que le pasa?

Alastor y Minerva también miraron al maestro de pociones esperando oír su respuesta de forma ansiosa. El moreno negó ligeramente con la cabeza y centró su atención en el director.

- Aún nada, pero ha pasado algo con los hechizos que rodean su casa. Voldemort dice que casi ha podido pasar por ellos; está seguro que podrá hacerlo para mañana por la tarde y está planeando atacar de inmediato. No quiere arriesgarse a que alguien se entere.

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