CAPITULO 8

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No había permitido que dijera algo, pero, había algo seguro, Lisanna no estaba dispuesta a dejar que cualquiera pudiera escuchar alguna palabra de la conversación, por ello, la albina tomó el brazo de Natsu y lo guio hacia la salida del instituto. Aquella situación estaba generando una incomodidad de mal gusto en el muchacho.

Difícilmente se escuchaba el paso de ambos sobre la vereda bañada por la luz del mismo atardecer, no tenía fuerzas para huir del agarre de Lisanna.

—Al final, es por eso que de repente hablabas con Heartfilia —murmuró ella levantando su mirada hacía él. Natsu intentó alejarse, pero Lisanna lo sujetaba de tal forma que el remordimiento lo golpeaba evitando que lo logrará con éxito.

—Lo lamento —susurró él—, todo paso tan rápido, solo lo hicimos...

Pudo percibir los ojos cristalinos de Lisanna, no había manera de evitarlo.

—¡Natsu! —la exclamación repentina lo tomo por sorpresa, no esperaba que su amiga descargara su frustración con un golpe tan débil contra su pecho, a pesar de todo, aquel golpe había logrado transmitir lo necesario—. ¡Eres malo! ¡Sabias que yo...!

—Perdóname... —se inclinó ante ella realmente arrepentido por estar provocando las lágrimas de una de su más preciada amiga—, debí decírtelo pero me aterraba tanto que me dijeras que estaba haciendo mal...yo no quiero perder tu amistad.

—Siempre te amé —aquellas palabras fueron aquella piedra que repentinamente lo obligaron a retroceder—, y pensar que estuviste con ella...me duele —a pesar de que intentaba limpiar sus lágrimas unas nuevas volvían a surgir—, perdóname pero, necesito estar sola por un largo tiempo.

—Lis...

Lisanna desapareció del panorama junto con los últimos rayos del sol mientras arrastraba sus pies notablemente derrotada.

Sin mucho más de por medio Natsu abandonó el lugar con la cabeza baja. Por primera vez estaba preguntándose si fue correcto aceptar a Lucy en su vida. Y aunque gran parte de él estaba aún divagando entre las declaraciones de Gray quería creer que todo era un simple mal entendido, Lucy seguiría a su lado y Lisanna tal vez mejoraría. Si, sinceramente él esperaba ello.



No estaba de buen humor, sus pisadas firmes eran una clara muestra de su repentino enfado. Jamás había permitido que una situación le generará la suficiente importancia como para sentirse de aquella forma y por esa razón se le hacía complicado controlarse. Cruzó la pista y de su pequeña bolsa sacó una barra de chocolate para devorarla con premura, le urgía llegar a su departamento y dejarse arrastrar por el sueño. En dos ocasiones evitó enviarle algún mensaje a Natsu, de haberlo logrado habría caído rendida ante su imposición por no mostrarse interesada en él.

El rugido de una moto interrumpió sus pensamientos, por instinto volteó hacía la derecha para distinguir aquella sonrisa desvergonzada. Exhalo entrecortadamente y apretó el agarré de su bolsa.

—¿Qué quieres? —Preguntó de mala manera, dio una última mordida a su barra y guardó la envoltura en su bolsillo—, no sabía que habías regresado —comentó para reiniciar su caminata. El sujeto la siguió aún montado en la moto, su mirada penetrante se posó sobre los pechos de la rubia.

—Qué manera fea de recibirme Lu —canturreo sacudiendo su cabeza mientras sus hebras doradas acompañaban el movimiento.

Lucy le lanzó una mirada dura, acomodó uno de sus mechones tras su oreja e ingresó al departamento no sin antes soltar una risa amarga.

—Vuelve a irte al demonio, Jackal.

Cerró la puerta de la entrada principal no sin antes escuchar parte de la carcajada del sujeto, llevó su mano hacía su pecho y dejó escapar una gran cantidad de aire que estaba reteniendo. Muy a pesar de intentar mantener la calma y querer llegar a su departamento, tuvo que sentarse unos minutos para poder controlar el temblor de sus piernas.

Cada vez que diga "Te amo"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora