CAPITULO 4

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El viento entró por mi ventana chocando directamente contra mí, era fresco y reconfortante.

—Hace calor...

Cerré mis ojos suspirando, últimamente siempre me encontraba pensativo, bueno desde hace dos días.

Hace dos días.

Hace dos días acepte la propuesta de Lucy.

Me la pase todo el tiempo pensando en ella. Era inevitable no podía sacar de mi cabeza todo aquello que hicimos, y si soy sincero quería probar más.

¡Vaya me convertí en un maldito pervertido!

Solo pensar en Lucy, en su cabello rubio desordenado a causa de nuestros movimientos.

Exasperado, me levanté.

¡Tonto!

Seguro lo de esa tarde y todo fue una jugada de Lucy, después de todo es la que más resalta en el instituto así que seguro se encontró a un nuevo idiota con quien pasar el tiempo.

Aún así no podía evitar sentirme usado, baje la mirada dándole caricias a Happy parecía sentir mi dilema.

Maldito dilema.

Lo bueno de vivir solo es que estas realmente solo, no hablaba con nadie a excepción de Lisanna en el instituto. Debía pasar todo ese tiempo para darme cuenta que el silencio no me ayuda del todo, solo me guiaba a pensar más de lo que debía.

Quería algo nuevo, y de repente la imagen de Lucy me parecía el escape.

Mi celular vibrando me sacó de mi trance, me reincorpore para tomarlo.

"¿Estás ahí"

—Qué raro...

Me había asustado aquel mensaje, pero la curiosidad pudo más y contesté.

"¿Quién eres?"

"Vamos, soy la que te hace gritar de placer Dragneel"

—¡Lucy!—grite sorprendido, casi caigo sobre el suelo. Lucy me estaba escribiendo, noté como mi mano temblaba a medida que respondía su mensaje.

"Buenas noches, Lucy"

"Buenas ¿Estás en casa?"

"Claro"

"Perfecto. Espérame Dragneel, ya llegó"

Me levanté de un salto, Lucy iba a venir a mi departamento, estaba en camino. Mi pecho se agitó ante aquella circunstancia y en un rápido movimiento observe que todo estuviera limpio. Eran las diez de la noche por lo tanto ella llegaría en cualquier momento, estaba nervioso, sabía lo que iba a ocurrir.

Y por extraño que parezca lo estaba esperando. El timbre sonó, rápidamente abrí la puerta y allí estaba con un pantalón ajustado y una remera escotada. Sonrió coqueta y sin darme un respiró se me tiró encima besándome.

Cerré la puerta mientras mis labios y los de ella se juntaban. Noté como todo volvía a calentarse.

—Mi...ha...bitacion —susurre. Lucy se despegó y tomándome del brazo fuimos a mi habitación. Quería esto, realmente quería que Lucy vuelva a sacarme del mundo, quería que ella hiciera conmigo lo que le plazca.

—Aquí...pasa tu mano por aquí —susurró ella con voz delicada, delicadamente pase mi mano por sus pechos, eran grandes, note como su pecho subía y bajaba. Concentrado tome con mi mano uno de sus pechos, comencé a mover mi mano en círculos, fue hermoso ver a Lucy abrir su boca para soltar un jadeo.

Mi respiración estaba también entrecortada, ya acostumbrado a los movimientos con mis dedos toque su botón rosado, me animé a ir más y los apreté levemente.

Lucy arqueo su espalda.

—¡A-Asi! Natsu...

La besé mientras mis manos tocaban sus pechos, mi lengua peleaba con la suya mientras tomaba sus pezones entre mis dedos, sus gemidos se ahogaban entre nuestro beso.

Comencé a besar su mejilla que por cierto se veía hermosa en ese tono colorado. Baje repartiendo besos sobre su delicado cuello hasta sus pechos, levante mi mirada para ver a Lucy observándome ansiosa sin más mi boca rodeo su pezón.

Lo siguiente fue un delicioso descubrimiento. No podía dejar de probar sus pezones, me había encantado sentir los dedos de Lucy entre mi cabellera.

Levantarme al día siguiente había sido una guerra, me había costado una infinidad apagar el despertador, pero luego de veinte minutos logre levantarme. Mi cama aún tenía el aroma de Lucy impregnado. Luego de lo que hicimos anoche Lucy se había vestido y se había ido diciéndome solo un: "Buenas noches"

Y solo había dejado su aroma. Como todos los días fui al instituto caminado con tranquilidad, últimamente esperaba anhelante cada día.

Al llegar ocurrió lo de siempre, salude a Lis, pero la diferencia era que cruzaba miradas con Lucy y ella desde su lugar siempre me sonreía. Y yo solo me guardaba esa satisfacción para mí.

Había pasado el día, por lo tanto habían acabado las clases, todos en el aula nos dedicamos a guardar nuestras pertenecías. Por mi cuenta salí con Lis del aula y comenzamos a caminar por los pasillos.

—Sabes Nat...

—Dime.

—¿Qué te parece si vamos...

—¡Cállate maldito imbécil! —ambos dimos un pequeño salto ante aquel alarido, me sorprendí ver a Lucy gritándole a Gray, ella se veía alterada mientras tanto él se mantenía serio y pude ver como en su rostro se dibujaba una sonrisa burlesca.

—Vamos Lu no te enojes.

—¡No te burles de mí!

—Vaya, parece que aún te afecta.

Lucy abrió estrepitosamente sus ojos, pude ver como sus manos temblaban.

—No sabes...

—Lo se Lu, muy bien.

—¡Basta! —Gajeel se interpuso entre ambos. Lucy dio un paso atrás y salió corriendo. Por un lado Gray bajó la mirada y comenzó a refunfuñar.

Hubo un minuto de silencio, la imagen de Lucy alterada y herida no salía de mi cabeza. Lis soltó un suspiro.

—Una pelea de amigos —dijo burlesca, sé que ella sospechaba que Gray y Lucy tenían algo más, siempre me lo decía y últimamente me molestaba que lo estuviera reiterando—. Bueno Nat como te decía.

—Lo siento Lis tengo que hacer algo —dije rápidamente mientras me acomodaba la mochila.

—Pero...

—¡Hasta mañana! —me despedí mientras comenzaba a correr.

Tenía que encontrar a Lucy. Algo me decía que tenía que encontrarla. Corrí por los largos pasillos que llevaban al patio trasero del instituto. Al llegar no pude ver nada, emprendí a caminar sin rumbo fijo hasta llegar al gran árbol, entonces escuché sollozos. Me acerqué y la vi. Allí estaba ocultando su rostro entre sus piernas flexionadas.

No tenía por qué estar allí, pero quería estar.

—Lucy...

—¿Qué haces aquí? —me preguntó bruscamente. Tragué duro sin saber que responder, no era bienvenido.

—Yo...

Ella soltó una risa amarga.

—Por el hecho que nos acostemos no quiere decir que tengamos algo.

Lo sabía. Claro que lo sabía.

Y tal vez por eso salí de allí corriendo.

Cada vez que diga "Te amo"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora