CAPITULO 22

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¿Vuelvo a empezar, redescubrir?

Me someto a tu dulce rendición

Tu dulce rendición 

Katy Perry






Se removió entre las sabanas de la cama, quería volver a dormitar. Solo eso, precisaba escapar por un momento de sus crueles pensamientos, para su mala fortuna, la amargura la hizo soltar un lúgubre gemido, no podía correr, si hasta en sus sueños se manifestaba su pesadilla sin fin.

—Duerme...duerme maldita sea —masculló pegando su rostro contra la almohada.

Si solo pudiera dormir para siempre.




—¡Hey! ¿Ocurre algo? —agitó su cabeza y dejó de lado la bandeja vacía, hace un par de minutos que los últimos clientes abandonaron el local, como todos los días tendría que haber comenzado a limpiar y luego simplemente emprender con la limpieza del local y darle fin al día laboral, sin embargo, al ver desaparecer a esa pareja sus ojos se quedaron clavados firmemente en la puerta.

—No, no pasa nada, Gray —respondió inmediatamente, su amigo alzó una ceja y lo miró con reproche. Estaba por refutar que sus dudas eran realmente fundamentadas de no ser porque Natsu se adelantó a darle una mirada penetrante, podía jurar que hace días sus ojos brillaban de alegría—, solo estoy algo agotado con las clases particulares.

—Debes estar trabajando mucho —comentó Erza apoyando sus brazos sobre una de las mesas, la escarlata sonrió levemente, estaba segura que Natsu experimentaba los efectos del esfuerzo por su examen de admisión y sobrellevar las clases diarias.

—Siéntate, Natsu —Jellal emergió de los cambiadores y apuntó a un asiento—. Tú también Gray, hoy trabajaron demasiado, así que les invitare un delicioso pastel y té. Les hará bien.

Natsu sentía arder sus ojos, hace unas horas su atención se enfocaba en las ecuaciones y luego entre las páginas de historia antigua, cada segundo con la mente ocupada en su intención por ingresar a la universidad fue un verdadero consuelo.

—Solo queda un mes para tu examen ¿no estas nervioso o sí? —inquirió Erza con la curiosidad destapada. El aroma del té comenzó a llegar hasta ellos con sosiego.

No deseaba lucir irritado, pero debía hacer un esfuerzo, pensó, los últimos días le supieron fatal y la indagación y hasta los buenos deseos de Erza no debían ser factores molestos, así que el pelirrosa abrió su boca e inhaló para hablar.

—Si. Estoy repasando por el momento, el profesor me comentó que me esperan unas cien alternativas —inició su explicación camuflando el cansancio de su semblante.

Estuvieron platicando con tranquilidad hasta las diez y media de la noche. Gray no expresó su inquietud, ni mucho menos intentó hablar sobre su sospecha delante de Erza y Jellal. La verdad, distinguía la tristeza en la voz de Natsu, de lado quedaron esas sonrisas iluminadas y grandes de su parte, también sus pequeños saltos de festejo y sobretodo alguna frase que para él no tenía gracia y por eso concluían con una pequeña discusión con lágrimas fingidas.

Sujetó su mochila y caminó al lado del pelirrosa, de vez en cuando sus ojos oscuros se dirigían a Natsu. Su rostro reflejaba tal vez el calvario de estudiar para los exámenes de admisión, eso quería creer luego de percibirlo siempre en la nada. Sus ojos casi siempre se fijaban en un punto de alguna habitación.

Cuando Erza y Jellal estaban por despedirse de ellos Natsu se quedó mirando al peliazul, primero desvió su mirada y cerró sus ojos presos de la repentina punzada que arremetió contra su cabeza, no obstante, luego se dio la fuerza de levantar su vista y ver fijamente a Fernández, algo en ellos se formó, como una silenciosa plática improbable de descifrar. Natsu giró sobre sus talones de un fugaz movimiento y volteó levemente su cabeza.

—Lo siento.

De parte de Jellal obtuvo una mirada de agonía pura, Erza en lugar de pedir algún tipo de explicación como solía hacerlo se aproximó a su esposo y acarició su espalda despidiéndose de ambos con un gesto vago.

Gray no estaba tan seguro de preguntar, era como si Natsu mantuviera una fina capa de estabilidad y si de alguna forma dijera algo esta se despedazaría sin más. Los pasos de ambos reproducían un mismo sonido casi sincronizado, entonces Gray se sintió en una película ya vista.

—Contéstame —habló interrumpiendo aquella molesta elipsis, era su amigo y le había prometido estar siempre con él de ser necesario—, no tienes porqué guardarte todo ¿Natsu?

Tenía razón, pensó Gray con resignación. Natsu detuvo su caminar en cuanto la pregunta de Gray llegó a él repentinamente. La carga que estaba sintiendo acrecentó y lo amortiguó a tal punto que tuvo que apretar sus manos hasta formar unos fríos puños.

—No estás bien...

—El profesor Macao dijo que no estaba dando todo de mí. Que mis problemas estaban hundiéndome —expresó con esfuerzo para que su voz sonara clara—, la verdad es que tiene razón, últimamente estuve pensando demasiado...es increíble cómo puedes pasar de ser feliz a esto —se señaló junto con un lastimero suspiro.

—Natsu ¿acaso paso algo? —tenía que ser eso, los días pasados fueron rápidos, a pesar de estar ocupado estudiando para los exámenes notó cierta distancia entre Natsu y Lucy, pero sus sospechas se quedaban en el olvido cuando se lanzaban miradas cortas pero afectuosas, Gray fue testigo de Lucy siendo más amable con todos.

—A pesar de que me estoy muriendo...quiero continuar —siguió Natsu para tomar otra vez un tiempo en silencio.

« ¿Morir? Que rayos, Natsu... ¡maldición dime algo concreto!»

La exasperación lo llevó a golpearse la frente con la palma de sus manos, pero no quería sonar rudo e insensible con su amigo, todas estas interrogante se detuvieron al percatase que las mejillas de Natsu eran bañadas por sus lágrimas, su mandíbula tensa temblaba por la ira de no saber controlarse frente a su amigo.

—Hey... —musitó cálidamente Gray aproximándose a él.

—Lucy lo está viendo. Lucy se encuentra con Jackal hace unas semanas.

Natsu levantó su cabeza y más lágrimas brotaron de sus ojos. Estaba deshecho, probablemente por haberse limitado a pensar en ello desde que lo descubrió, cada día la distancia con Lucy crecía y él no se sentía en el derecho de retenerla.

—Mierda... —murmuró Gray sin saber que decir, los nervios lo dominaron, no encontraba alguna palabra de consuelo, no quería sonar trillado ni mucho menos ausente.

¿Qué podría decir un dramático como él?

Conmemoró cuando estableció una amistad con Natsu, lo encontró en el mismo estado. Destrozado.

—Estamos aquí para ti. Hey hermano, llora. Te hará bien.

Estuvieron sentados en una vereda probablemente por unos largos minutos, su mano sobre el hombro de Natsu pareció surtir efecto porque luego de lloriquear comenzó a limpiar cada rastro de llanto en su rostro. Gray estaba acostumbrado a siempre buscar que hacer y así lo hizo, por cuenta propia inicio un camino repleto de alternativas para que ambos arreglaran aquella dolorosa situación.

—¿Qué vas a hacer? —preguntó dispuesto a actuar para ayudarlo.

Natsu se inclinó y aprisionó sus brazos contra sus piernas aliviando el frió que lo estaba consumiendo. Pestañeo rápidamente para alejar las lágrimas de sus ojos, le costaba ser capaz de manifestar sus pensamientos en palabras y al realizarlo comprendió porque el rostro estupefacto de Gray se manifestó.

—Nada. Intente salvar a Lucy, pero me di cuenta que no soy un salvador, solo soy alguien que la ama y hará todo por apoyarla —luego de meditar miró seriamente a Gray—, solo Lucy puede decir basta y salvarse. Solo Lucy tiene ese poder, nadie más. 

Cada vez que diga "Te amo"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora