una oportunidad

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La habitación quedó en
silencio por un breve momento. El rubio aún no podía procesar la pregunta que había soltado el mayor tan imprevistamente. ¿Marcarlo?, ¿acaso había enloquecido? Quería gritarle a Yuuri un par de cosas, golpearlo por sugerir tal cosa, empujarlo para que cayera, pero... extrañamente en ese momento no podía.

Sentía los brazos del nipón rodear su cuerpo con fuerza, mientras su respiración calentaba la parte derecha de su cuello. Pronto el olor de aquel alpha inundó sus sentidos; se sentía tan bien, tan vulnerable y a la vez tan protegido que, no quería dejar de sentir esa agradable sensación, aún cuando todavía era consciente de que aquello no era más que solo un espejismo.

—Debo marcarte para excluir cualquier peligro para el bebé, no sé qué otra cosa podría hacer para que esté completamente a salvo...— lo escuchó continuar, y fue suficiente para romper aquella magia. 

—Con que era eso, Minami logró lavarte el cerebro ¿no?— apartó al mayor de él al momento de decir aquello, mientras Yuuri analizaba lo que había dicho. No supo expresarse bien.

—Quiero decir, a los dos, a ti y al bebé...— trató de explicar, pero Yuri no se lo permitió.

—Eres muy amable por "preocuparte"— hizo énfasis en esa palabra— también por mí, pero el bebé y yo estamos bien, ¿o es que acaso creíste el cuento ese de los destinados? — río con burla, mientras el japonés continuaba mirándolo.

— ¿cómo fue?... — preguntó, confundiendo un poco al ruso— ¿porque te entregaste a mi aquella noche, acaso intentaste impedir que aquello pasara?, ¿cómo fue que pasó?

Y ante eso el menor guardo silencio ¿Qué podría responder? El recordaba perfectamente aquel encuentro, cada palabra, cada pensamiento que pasó por su mente ¿Qué si trató de evitarlo? Claro que sí, pero no pudo, aunque realmente lo quería se le hizo imposible en aquel momento, fue algo que... era difícil de explicar.

—Estaba en celo...— fue lo único que pudo decir.

— ¿Atendías un bar estando en celo? — cuestionó dudoso. La verdad de ser cierto sería una locura.

—No, entre en celo en el momento que tú comenzaste a insinuarte a mí. Era algo natural, tú eras un alpha desnudo al que vi bailar en medio del salón, no soy de piedra, es normal que mis instintos como omega salieran a flote, como los tuyos no pudieron resistirse a pesar de que eres casado ¿no? pero eso no significa nada. No es que tú me gustes o te guste y menos que seamos destinados es absurdo— argumentó notando como Yuuri quedaba pensativo. Comenzaba a arrepentirse de haber pedido a Minami que viniera, aquel chico era tan anticuado, solo había logrado enredar más las cosas.

—Yuri...— escuchó al mayor nombrarlo, por lo que lo miró de frente tratando de no mostrarse nervioso. Lo cierto era que lo estaba— tu si me gustas— aquello lo tomó de sorpresa; esa declaración era muy repentina, bastante— me gustas pero no sé si lo que siento por ti es solo eso. Este último tiempo he estado tan confundido, no hago más que preguntarme una y otra vez quien eres, que eres para mí, que es lo que siento por ti; pero luego pienso en Víctor y todo se complica. Solo sé que no me eres indiferente— concluyó sonando sincero.

El menor lo miraba en silencio, ¿qué significaba exactamente eso? Su corazón latía rápidamente tan solo por las palabras “me gustas”, mientras su cerebro no lograba captar bien el resto de la información, por lo mismo no sabía que decir ¿qué cara se suponía que debía poner? Era complicado.

—solo estas confundido…— soltó lo primero que se le vino a la mente, haciendo que Yuuri lo mirara atento, lo que lo ponía más incomodo aún. Solo esperaba que las palabras no se le enredaran y mostraran su nerviosismo— tu amas a tu esposo estuviste conmigo solo por el calor de una noche es normal que te sientas atraído por una persona si conociste su cuerpo en la intimidad pero no tienes que confundir atracción física con lo otro porque no es lo mismo— quería ahorcarse así mismo tan solo por escucharse decir aquello de tal forma, y es que lo dijo todo de un modo muy rápido, mostrando claramente que estaba avergonzado, era patético.

El amor no tiene forma Donde viven las historias. Descúbrelo ahora