El amor no tiene forma

Conflictos

  La clientela comenzaba a marcharse, mientras Minami y Mila empezaban a dar limpieza al lugar. Era sorprendente ver como en el corto tiempo que su gatito estuvo a cargo, pudo hacer que aumentara el número de personas que solían asistir, incrementando de ese modo las ganancias de forma considerable. ¿Cuánto tiempo pasaría antes de que esas personas se den cuenta de que ese gatito con disfraz de conejo no regresaría?

  Puso el vaso que sostenía sobre la mesa, Yuri sin duda se parecía un poco a ella, a Isabella. Esa determinación, ese valor en demostrar que su condición de omega no era un impedimento para alcanzar sus metas. El orgullo no era algo común de ver en aquellos a quienes les había tocado nacer en ese rol, y sin embargo...

  <<No me importa si eres o no un alpha de nivel uno, yo no me quiero casar>>. Recordó las palabras de ella cuando la conoció, aquella vez sonó tan sincera. No era tan diferente a como se oyó su gatito cuando los presentaron. 

<< ¿Tú eres el tipo que me compró? Pues te tengo malas noticias, te estafaron. Tu mercancía está defectuosa y no se quiere casar>>. Se limitó a sonreír al recordar aquello.

  Quizás en verdad no tenía suerte para comenzar una relación, pero sabía que solo era cuestión de tiempo para que su rubio viera cómo era él en realidad. Tal y como sucedió con Isabella quien terminó por enamorarse, aun cuando el final haya sido doloroso.

  No, no cometería los mismos errores del pasado, no dejaría que Yuri lo dejara por ningún motivo. Por esa razón, aun cuando tanto Mila como Minami veían con desaprobación el hecho de mantener a su gatito encerrado y vigilado las 24 horas del día, no quitaría esa actitud. Yuri era el único que podía ser su pareja, el único que podía tomar el lugar vacío que dejó Isabella. No tenía dudas de ello.

  Abrió los ojos con pesar al sentir como alguien balanceaba su cuerpo, logrando ver tan solo una gran pared y un pequeño pedazo de cielo que amenazaba con llover. Apenas era consciente de lo que había ocurrido, se encontraba algo mareado. Trató de incorporarse luego de unos segundos sin éxito, dando un vistazo a su alrededor y localizando casi al instante a la persona que había provocado su caída.

  — ¿Yuri? —preguntó enseguida, tratando de asegurarse de que aquello no se trataba de un sueño. Ambos se encontraban aún en el suelo. El nombrado mostraba un rostro poco gustoso sin parecer tampoco molesto, su expresión era un tanto indescifrable. En ese instante sin embargo, Yuuri se sentía feliz de volverlo a ver después de tanto tiempo.

  —Tú… ¿Qué haces aquí? —lo escuchó decir, su pregunta sonó algo distante. Cerró los ojos mientras se sostenía la frente, en ese momento apenas recordó lo que había ocurrido minutos atrás.

  Él, parado en la parte trasera de aquella mansión, pensando en el modo de hablar con Yuri, de encontrar una oportunidad para hacerlo, cuando de la nada una maleta le cayó encima y, cuando apenas se recuperaba del golpe, sintió un peso aún mayor caer sobre él sacándolo de todo contexto.

  — ¿Tú dejaste caer esa maleta sobre mí? —habló sin responder aún la pregunta, sorprendiendo y avergonzando un poco al menor. Realmente no se puso a pensar en la posibilidad de que la maleta pudiera caer sobre alguien. Golpear a Yuuri no fue su intención; tal vez fuera cosa del destino.

  —No sabía que estabas aquí, si hubiera sabido que la maleta te caería encima la habría llenado de piedras... —contestó mordaz.  En ese momento no sabía cómo debía actuar, ni qué decir exactamente. Estaba molesto con el japonés, realmente estaba muy enfadado, pero... no entendía por qué su corazón latía tan fuerte por volverlo a ver.

  Por su parte, Yuuri no lograba comprender la actitud del joven ruso. ¿Por qué estaba enojado? Llevaban dos semanas sin verse, dos largas semanas y a excepción del primer día, el resto habían sido porque Yuri no se apareció más por el local. Se había marchado sin decirle nada. En cierto punto incluso creía que quien debía estar un tanto enfadado debía ser él.