conspiración

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El silencio se hacía incomodo en el lugar, mientras Yuri miraba a su alrededor; tal parecía que bajar en aquel momento no fue una gran idea, pues las miradas de confusión que el alpha platinado y Yuuri compartían lo ponían nervioso, y el hecho de que aquel anciano no dejara de verlo de aquel modo, no hacía mas fácil ni llevadera la situación.

- ¿ocurre algo?- se animó a preguntar, mientras el viejo se acercaba a él y le sujetaba la mejilla, lo que le era bastante extraño, pero como aun no estaba recuperado del todo, simplemente lo dejó.

- ¿eres el hijo de Liane?- lo escuchó preguntar, por lo que asintió, pues efectivamente, Liane era el nombre de quien por obligación, debía llamar madre. Y al ser ella una figura pública, no era difícil deducir que hablaran de la misma persona.

Tan pronto el anciano tuvo la confirmación, pareció sufrir un ataque al corazón, pues sujetó fuertemente su pecho mientras caía de rodillas, razón por la que Víctor se alarmó.

- ¡Yuuri llama al médico!- ordenó, por lo que el nipón obedeció de inmediato; mientras él se quedó en silencio sin poder hacer, ni entender nada. ¿Porqué su afirmación causó esa reacción en aquel viejo? Liane, solo mencionar a esa mujer le producía escalofríos, e imaginar lo que posiblemente ella haría si llegará a encontrarlo ahora que huyó, no hacía mas que atormentarlo. Por lo que le asustaba la sola idea de que ese hombre la conociera.

Su madre era una mujer fría, a quien poco o nada le importaba su destino, si no sacaba ninguna ventaja de el. Y sabía que este "error" ella nunca se lo perdonaría.

........

Miraba a través de la ventana del coche en el que estaba, esperando que su chófer particular le abriera la puerta para poder bajar. Una vez estando afuera, contempló el lugar con detenimiento, fijando su mirada en aquel edificio que estaba justo frente a ella, hasta disponerse a entrar en el.

Caminaba por los largos pasillos, siendo saludada y reverenciada por los múltiples empleados, mientras ella simplemente sonreía. Liane Plisetskaya, era una mujer delgada, rubia y de ojos mentolados, hermosa para la vista de cualquiera, razón por la que se robaba mas de una mirada.

- señora Liane...- al llegar a la recepción, fue interceptada por una joven que lucía bastante nerviosa- no sabía que vendría hoy, no tiene cita y el señor no la espera- hablaba la muchacha algo inquieta.

- no necesito una cita para ver a mi marido- respondió simplemente, para luego seguir su camino. Ante la mirada nerviosa de la joven.

Llegó a la oficina principal, y respirando profundo se dispuso a abrir la puerta sin tocar antes, encontrándose en seguida con una escena bastante desagradable: su esposo manoseando sin pudor alguno a su joven secretaria. El sentado en la silla de su escritorio, ella en el regazo de él.

- ¿porqué no avisaste que vendrías?- el alpha saludó con aquella pregunta de manera descarada, mientras ella pasaba la puerta y tomaba asiento cruzando las piernas; sin reclamar absolutamente nada; ya estaba acostumbrada.

- sal...- ordenó simplemente viendo a la muchacha, la cual sin objetar nada obedeció.

- realmente te tiene mucho miedo- dijo cínicamente el varón al momento de prender un cigarrillo, y de ofrecerle uno a su esposa, quien gustosa aceptó.

- realmente ya no guardas nada de respeto por mi ¿verdad?- lo miraba de modo serio, mientras el alpha solo sonreía de medio lado.

- ¿respeto?- preguntó sarcástico, dando una bocanada profunda a su cigarrillo y soltando el humo antes de continuar- dime tú ¿acaso mereces algún respeto?

Y ahí estaba de nuevo él, juzgándola con la mirada, y reprochándole indirectamente cosas del pasado, a pesar de haber sido consciente de todo desde el principio.

El amor no tiene forma Donde viven las historias. Descúbrelo ahora