Parte sin título 4

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-Camus-Isaac, Hyoga: ¿Cuánto tiempo llevan entrenando en este lugar?

-Isaac y Hyoga- Un año y medio, maestro.

-Camus- Y aun no son capaces de partir un Iceberg

-Hyoga- Esos glaciales llevan millones de años, son tan duros como un diamante

-Isaac- Solo un dios podría destruirlos

-Camus- Cuando la voluntad de un caballero se concentra en su cosmos, puede hacer milagros y elevar su poder tan alto como los dioses.

Los chicos abrieron los ojos como platos ante las palabras de su mentor. Camus levanto su mano derecha y lanzò un rayo desde su palma, partiendo en dos un enorme Iceberg que se encontraba asomando su cima por la superficie del mar siberiano, dejando boquiabiertos a sus dos discípulos.

-Isaac- Maestro! es usted increíble

-Hyoga- Es usted el hombre mas poderoso de la tierra

-Camus- Se equivocan, hay otros hombres con habilidades como las mías en este mundo, es natural que piensen eso pues no han visto mas alla que las tierras de Siberia.

-Hyoga- ¡Increíble! hay otros caballeros tan poderosos como usted, maestro

-Isaac- Hyoga, si entrenamos dedicadamente algún día podríamos ser tan poderosos como el maestro!

Se miraron el uno al otro con decisión y asintieron al mismo tiempo, luego se abalanzaron contra una enorme y flotante masa de hielo lanzando múltiples rayos, aumentando cada vez mas su intensidad. De repente Isaac logro hacer una grieta en la superficie del iceberg, Hyoga hizo una mueca de furia y frustración al no poder conseguir lo que su compañero así que lanzó tres golpes mas logrando también agrietar el Iceberg. Ambos muchachos respiraban agitadamente sosteniéndose de sus rodillas, el Francés los miraba a unos metros de distancia con expresión fría e inmutable.

-Camus- Eso no es suficiente... ¡Arriba los dos!

-Hyoga levantó su celeste mirada llena de decisión y una vez mas golpeo el enorme hielo logrando partirlo en varios trozos.

-Isaac- ¡Lo lograste!

Hyoga sonrió triunfal, era una de esas pocas ocasiones en las que parecía superar a su compañero. Camus sonrió de lado ante el logro de su alumno, definitivamente seria un encuentro muy parejo cuando se batieran por obtener la armadura del Cisne.

-Camus- No tan rápido Hyoga, tu golpe ha sido tosco y descontrolado, has partido en varios trozos el tempano, además si no fuera por las grietas que hicieron ambos al principio tu golpe de ninguna manera hubiera logrado romperlo.

-Hyoga- Es verdad maestro, debo de concentrar aun mas mi poder

Camus se sintió complacido ante la humildad del rubio y su acertada deducción.

Los aprendices continuaron golpeando las enormes masas gélidas. Camus decidió regresar a su cabaña en busca de algo para beber y descansar un rato. El clima era agradable, y la luz le regalaba un impresionante paisaje nevado que adoraba admirar, a su izquierda estaba el bosque cuajado de coníferas coloreados de blanco por la nieve. Muy, muy dentro de si deseaba internarse de nuevo en su espesura para envolverse en su misterioso silencio. Desde hace varias semanas no podía borrar la dulce visión de la chica de las nieves...Misha. Negó con la cabeza al sorprenderse a si mismo pensando en esa mujer. Como guiado por una fuerza invisible se vio a si mismo caminando hacia la cabaña donde sabia que la veria. No era la primera vez que se sorprendia a si mismo en busca de saciar sus ojos con la blanca imagen de Misha, en otras se arrepentia y regresaba a casa reprobando su conducta, y muchas mas como esta vez, no podía evitar el impulso de mirarla...solo mirarla.

La luz de tus ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora