Parte sin título 17

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Camus acudió al llamado de Arles inmediatamente, dejando su corazón y sus pensamientos en medio del bosque de los hielos eternos, ahora sin su amada Misha el regreso a Grecia no le causaba mayor emoción, sin embargo aun tenia ese sentido del deber como santo dorado de la orden Ateniense. 

Al llegar al santuario decidió hacerlo de la forma mas discreta posible pues no le apetecía charlar con nadie, ni siquiera con su inseparable amigo Milo de Escorpio, el corazón del galo estaba tan herido que por el momento solo quería hundirse en su soledad, así que se dirigió silenciosamente hacia la sala del patriarca para comparecer como se le había ordenado.

-Camus- Su ilustrísima...

Dijo hincando una rodilla y colocando su puño derecho sobre el corazón en reverencia al falso patriarca.

-Patriarca- Hasta que te dignas en regresar, Camus, ya estaba pensando que te negabas a comparecer a mi presencia.

-Camus- No es eso, su ilustrísima. Solo tuve un par de asuntos personales que se complicaron y me impidieron regresar mas pronto. 

-Patriarca- ¿Has entregado ya la armadura del Cisne?

-Camus- Si, gran patriarca, el portador es Hyoga, el mejor y mas digno de mis discípulos y en su nombre rindo su total lealtad a Athena y a usted.

-Patriarca- Me complace escuchar eso. 

-Camus- Si ya no se le ofrece otra cosa, pido permiso para retirarme...

-Patriarca- Camus... no se si estés enterado ya... Hace algunos días se ha corrido la noticia de un torneo financiado por un tal Mitzumasa Kido donde se enfrentaran varios caballeros de bronce y como premio se ofrece la armadura dorada de Sagitario.  Es una ofensa que se den a conocer al mundo de una forma tan baja y que estén usando las sagradas armaduras para fines personales, ademas de ofrecer la sagrada armadura dorada como si fuese un vulgar trofeo.

-Camus- es una deshonra para toda la orden.

-Patriarca- En efecto... es por eso que te pido envíes a tu discípulo a ese torneo y acabe con todos y cada uno de los santos de bronce que han manchado su honor. Como digno pupilo tuyo no tendrá problemas en vencer a todos esos traidores.

-Camus- Hyoga tiene poder de sobra para acabar con todos ellos. No se apure su ilustrísima, me comunicaré con mi discípulo a la brevedad para que cumpla su encomienda.

-Patriarca- Confio en ti, Camus.

-Camus- Señor, le pido que nadie excepto usted sepa de mi regreso al Santuario. 

A Saga le sorprendió un poco la petición del francés, sin embargo poco le importaban sus asuntos personales mientras cumpliera con sus órdenes.

-Patriarca- Como tu quieras, caballero. 

El caballero de Acuario escribió una carta a su discípulo encargándole lo que sería su primera misión como santo de Athena, cosa que era un gran honor puesto que era una orden dada por el gran patriarca en persona. Por lo que pronto el caballero de los Hielos supo de la intervención de su pupilo en el tan sonado torneo galáctico donde venció al caballero de Hydra desplegando los conocimientos y habilidades que él mismo le enseñó. No podía negar que estaba muy orgulloso de su pupilo. Sin embargo la repentina aparición del caballero del Fénix quien robó la armadura dándole fin al vergonzoso certamen truncó la misión de su alumno, seguido de un periodo de incomunicación con este. 

El pasar de las semanas tras el robo y recuperación de la armadura de sagitario, los rumores de una revuelta fueron llegando a todas y cada una de las doce casas del zodiaco, donde destacaba que el caballero del Cisne, el pupilo de Camus era uno de esos traidores que seguían a la impostora de Athena, una tal Saori Kido. El francés no podía concebir que su alumno fuese capaz de levantar su puño contra el santuario y declararse abiertamente traidor, sin embargo una parte de si le enorgullecía saber que su discípulo fue derrotando rivales de jerarquía mayor a su rango, incluso hasta vencer a varios caballeros de plata. 

La luz de tus ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora