Parte sin título 16

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Camus se levantó con el cuerpo de su amada entre sus brasos, conteniendo el llanto que estaba apunto de brotar de sus ojos, respiraba a ritmo normal sin embargo la leve contraccion de su rostro denotaba el mar de sentimientos que tenia reboloteando en su alma. Caminó hacia el bosque silencioso y sombrio sin siquiera voltear la vista a su alumno.

-Hyoga- Maestro... Maestro, yo lo siento mucho... en verdad lo siento mucho... una vez mas todo ha sido culpa mia...

-Camus- No Hyoga, esto no ha sido mas que mi responsabilidad...

-Hyoga- Maestro yo... ¿Ahora como se lo diremos a Nicolás y a Jacob?...

El chico ruso dijo mientras sus ojos desbordaban lágrimas, al tiempo que seguía el paso de su maestro.

-Camus- Yo seré quien les diga, ahora déjanos solos, vete a la cabaña ahora mismo.

-Hyoga- Pero maestro...

El jovencito se acercó hasta tocar el hombro del frances quien le daba la espalda.

-Camus- Déjanos solos...

El tono de Camus era siniestro y aterrador, pero al mismo tiempo denotaba en su voz quebrada su profundo e inconsolable sufrimiento. El muchacho rubio miró hacia el suelo admirando el camino de sangre que se dibujaba tras los pasos de su mentor, y tras un par de segundos de dudas dejó que su maestro se alejara con el cuerpo de su amada aun acurrucada entre sus brazos, internandose cada vez mas en el bosque, ahi donde nadie se atreveria a explorar por temor a perderse.

Una vez en soledad el Caballero de oro cubriò con su blanca capa el cuerpo de su mujer y levanto su mano derecha concentrando su cosmos en ella, poco a poco cubriendo de un cristalino y brillante hielo el cuerpo de Misha, hasta construirle un ataud del hielo mas duro y brillante que el mejor de los diamante, un hielo eterno que jamás pudiese ser destruido, ni con el cosmos de todos los caballeros dorados, manteniendo intacta la delicada belleza de aquella que le concedió los años mas felicies de su existencia. Al mirarla detras de la cristalina y gruesa capa, la ninfa de las nieves parecia dormir, suspendida en un sueño feliz por la dulce sonrisa que dibujaban sus labios. Camus Se arrodilló junto a ella dejando caer sus lagrimas de dolor e impotencia.

"La leyenda de la ninfa de las nieves termina hoy, pero no mi amor por ti. Velaré tu sueño hasta el final de mis días, no permitiré que este cruel destino me arranque tu presencia por completo" se dijo a si mismo al tiempo que lo mas profundo de su alma maldecía la voluntad de los dioses.

La noticia de la repentina y triste muerte de Misha fue un golpe terrible para Nicolás y para el pequeño Jacob, hundiendo a los habitantes de la pequeña cabaña del bosque en una obscura neblina de tristeza y desesperanza, afectando sobre todo al caballero de oro quien ahora parecía no tener gusto por nada, conviertiendose en un ser aun mas frio y huraño de lo que era anteriormente, siendo Hyoga la principal víctima de su depresión. Por semanas Camus se negaba a continuar con el entrenamiento de su alumno, adentrándose por dias enteros en el bosque de los hielos eternos donde solamente él sabia que descansaba Misha en alque ataud de hielo.

Cierto dia el ruso decidió seguir a su maestro con el fin de hacerle comer algo, ya que por dias se sometía a un inhumano ayuno que perfilaba las angulosas facciones de su rostro.

-Camus- Te he dicho que me dejes solo, Hyoga

-Hyoga- Maestro, solo queria estar seguro de que esté bien, asi que...

-Camus- Te he ordenado que me dejes, no tienes por que preocuparte por mi...

-Hyoga- Maestro yo...

-Camus- Tu ya no tienes ninguna obligación de ver por mi bienestar... ya no eres mas un aprendiz. La armadura del Cisne es tuya, debí entregártela hace mucho tiempo.

La luz de tus ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora