Capítulo 8

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Llevó sus brazos tras la nuca, observando la tenue claridad que entraba por la ventana de su habitación. Una luz cálida y fría a la vez, la cual significaba el fin del día y el paso a otro nuevo.
Suspiró. Un nuevo día, otro más sin Todoroki cerca.
Esa noche estaba cansado, pero no demasiado. No podía dejar de dar vueltas a ese ❝yo también te echo de menos❞ que rato antes le había soltado el medio albino. Dudaba que fuese del todo cierto, pues ellos dos no habían tenido la suficiente cercanía como para que fuese así. Tampoco entendía sus sentimientos hacia alguien con el cual esa cercanía había sido mínima y, la mayor parte de las veces, para discutir.

Notaba presión en el pecho, cómo se emocionaba y al rato decaía. Sus emociones parecían una montaña rusa. A veces se encontraba en la cima, eufórico, con ganas de comerse el mundo, mientras que otras, esa euforia bajaba a tal velocidad que no podía alcanzar para frenar ni tenía la suficiente fuerza como para hacerlo, dejando que fuese el mundo que se lo comiese a él, arrastrado por ese vagón de sentimientos que tanto odiaba, abandonando su estado anímico por los suelos.
No sabía con exactitud cómo se sentía en esos momentos, tenía demasiadas dudas. No sabía describirlo, solo sabía que el corazón le latía rápido, con fuerza. Como si quisiera llegar a algún lugar antes que él mismo. A un destino que, le gustase o no, sabía perfectamente. Allí donde estuviera Shōto Todoroki.
-Esto es una basura, es absurdo -musitó.
Sería absurdo para el blondo, sería estúpido, sería tonto, sería algo que él no era capaz de entender, sería alguien que no tenía tiempo que perder haciendo el panoli con esa sarta de sandeces, sería de todo menos positivo, pero una cosa tenía que quedarle clara: Los sentimientos eran incontrolables, indomables. No podía decidir de quién enamorarse o de quién no. Eso era trabajo del tiempo y del corazón de uno mismo. Seguía negándose a ello, seguía luchando para que ese órgano no le latiese de la forma en la que lo hacía cuando tenía nuevas del joven de hebras bicolor, batallaba para que no tuviese pinchazos en el abdomen cuando hablaban, pero... ¿quién era él para darle órdenes a su propio cuerpo? Mientras la mente le decía que no, que no podía ser, el corazón le decía que sí.
Volvió a suspirar, cerrando sus ojos, intentando dormir. Comenzaba a odiar las noches, se hacían largas y pesadas de tanto pensar y, al final, acabaría por explotar. No le gustaban para nada esos altibajos de humor por algo que no había buscado. Por algo que se arrancaría del pecho y lanzarlo tan lejos como la pelota que lanzó aquel día en las clases de Aizawa.
-Odio esto. Lo odio con todas mis santas fuerzas -gruñó.

Para suerte del de orbes escarlata, la noche no era eterna. Ya solo le faltaba soñar con Todoroki, entonces ya explotaba su habitación entre gritos de mal humor.
Otra alarma más que apagar, pero con algo nuevo en el móvil que le hizo levantar de golpe.

❝Buenos días, ¿estás de mejor humor?❞

-Pero qué cojones... -soltó entre bostezos.

Se frotó los ojos antes de responder. Realmente no se esperaba para nada un mensaje así.

❝Yo siempre estoy bien. No sé qué mierdas dices.❞

Se preparó para dirigirse de nuevo a la academia, así que no miró de nuevo el teléfono hasta salir de casa.

❝Pues menos mal que estás bien siempre...❞

«Idiota» pensó, esbozando una sutil sonrisa. Andando notoriamente más lento de lo habitual.

❝Habló el emo.❞

❝... No voy a comentar nada.❞

❝Porque sabes que tengo razón.❞

❝Claro... Será eso...❞

❝Cuando vengas te exploto la cara.❞

❝No si ya se nota que tienes ganas de verme...❞

Y Katsuki rodó los ojos.

❝Claro... Será eso...❞

❝No tienes remedio, de verdad.❞

❝Que sí, que muy bien, que me voy a clase, puto plasta.❞

❝Dile a los profes que te enseñen a levantarte de buen humor. Hasta luego.❞

❝Que te jodan.❞

❝Que sí, que yo también te quiero.❞

-¿Qué coño le pasa a este imbécil? -murmuró antes de entrar a clase.

«Lo que me faltaba para concentrarme hoy, me cago en todo...» pensó.
Abrió la puerta de clase, guardando el móvil en la bolsa de la academia y, por su desgracia, ahí estaba Deku e Iida hablando delante de sus narices.

-¡Buenos días, Kacchan! -exclamó el pecoso-. Esto... -bajó la voz levemente-. ¿Tienes fiebre? Estás algo rojo, Kacchan...

«vamos, no me jodas...» se quejó mentalmente.

-Sí, es que verte me pone enfermo. Quita del puto medio -bufó.

-No trates así a tus compañeros, Bakugō -se quejó Iida.

-Que muy bien -sentenció.

La jornada lectiva dio comienzo, pero para alguien la jornada se había quedado bloqueada en el último mensaje antes de entrar en el aula.

«Yo también te quiero... pero vamos a ver, ¿cuándo le he dicho al niño de dos colores que le quiero? Si es que es tonto.»pensó una y otra vez, desconectando a ratos de las clases.
Sacudió la cabeza y centró su mirada en la libreta, tomando notas. Siendo observado por su amigo de la infancia con sutileza.
«Enfermo, sí... claro... ¿Qué le habrá dicho Todoroki? Bueno, espero que todo salga bien, Kacchan...» pensó el de cabello verdoso.

Como acto impulsivo, cogió el teléfono un momento para responderle aprovechando que el profesor había salido un momento.

❝Yo no he dicho que te quiera.❞

Y lo guardó. Con la intención de no volver a mirar ese aparato hasta volver a casa.

Te echo de menos, idiota (hiatus)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora