Capítulo 18

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-¿Cómo estás? Eso lo primero... ya que... bueno, no has venido a clase -soltó con notorio nerviosismo en el tono.
-No me apetecía ir.
-¿De veras es eso?
-Sí. ¿Algo más? -cuestionó con frialdad.
-Y con... lo que ya sabes... ¿Cómo vas?
-Bien. Ya he cortado la relación con el bastardo de Todoroki.
-¿C-cómo? -No se podía creer lo que acababa de pasar por sus oídos, puesto que no había hablado aún con Shōto del asunto.
-Lo que acabas de oír. Ayer se acabó todo.
-¿Estás seguro de eso?
-Por supuesto... que sí -dudó.
-Kacchan... ¿Es por eso que no has venido?
-Muérete, ¿quieres?
-Si no quieres hablarlo, lo entiendo.
-Obviamente no quiero, Deku -masculló apretando los puños.
-Está bien, pero deberías hablarlo con alguien, Kacchan... No puedes cargar con todo esto solo... Además si soy el único que sabe que te gus...
-¡CALLATE! -gritó-. ¡ME SUDA LOS HUEVOS HABLAR!
-Pero tranqu...

No dejó acabar la frase al pecoso que se lanzó sobre él agarrándole de la corbata mal atada del uniforme, amenazador, quedando casi encima del nombrado, con el puño alzado, centrando sus irises color carmesí en las esmeralda.

-¡NO ME TRANQUILIZO, DEKU! ¡NO PUEDO! ¿¡ACASO SABES QUE ES CAGARLA UNA Y OTRA Y OTRA VEZ!? DIME, ¿¡SABES LO QUE ES SENTIR ALGO QUE NO PUTO QUIERES EN TU VIDA!? ¡DÍMELO! -Vociferó, a punto de golpear a su compañero de clase-. ¿¡TENER LA MISMA MIERDA DANDO VUELTAS TODO EL JODIDO DÍA POR TU PUTA CABEZA!? ¡DIME SI LO SABES!

Midoriya notó cómo los ojos de Katsuki se cristalizaban a medida que avanzaba las oraciones. Quizá no había sido buena idea preguntar por el heterocromo, pero debía hacerlo para que, lo que el de hebras áureas había generado, tuviese solución.
No obstante y, a pesar que el adverso tuviese el puño levantado, no tuvo miedo alguno, puesto que sabía que, en el fondo, no quería propinarle golpe alguno, por lo que optó por agarrarle de la muñeca y repetirle lo que ya le dijo en su día.

-Claro que no puedo saberlo, no puedo entenderlo al 100%. Por eso estoy aquí y, a pesar de todo, quiero ayudarte. Eres demasiado impulsivo, Kacchan. Para, frena, respira y piensa las cosas dos veces antes de formar una montaña de un grano de arena. -Dijo sin pensar en demasía sus palabras-. Sé que tal vez sea complicado, ni sé con exactitud, ni con pelos y señales qué te ha llevado a cortar lazos definitivamente con Todoroki, pero nunca es demasiado tarde ni demasiado temprano para tomar las riendas de tus decisiones y moldearlas a tu gusto. Piensa. Piensa bien lo que realmente quieres y ponlo en práctica. Lucha por ello, Kacchan... Demuéstrame que eres ese alguien al que tanto admiro, aquel que nunca se rinde sin salirse con la suya.

Bakugō por unos instantes, liberó la fuerza contenida en el puño, abriendo el mismo lentamente, centrando aún sus irises en los del adverso, rindiéndose ante lo dicho por el contrario.
Izuku no separó la mirada de la ajena, mostrando seriedad en su semblante. Hecho que sorprendió a Katsuki, dejándole sin saber qué decir ni qué hacer. Dejando pasar los segundos en tensión y en un más que molesto silencio entre ambos.
Cansado de todo, el blondo dejó caer lentamente la testa, apoyando la misma en el hombro impropio, ocultando su rostro a Midoriya, el cual se encontraba perplejo ante tal reacción.

-Soy un imbécil, Deku -cuchicheó.

El nombrado optó por quedarse en silencio, mirando de reojo a su amigo de la infancia, escuchándole, cediéndole el gusto del desahogo.

-Le quiero, Deku. Sé que le puto quiero y no sé qué coño he hecho ni qué hacer... -siguió en voz baja-. Por qué él... Por qué Todoroki... Yo no quiero esto, joder...

Esta vez, al escucharle, no se contuvo. Con suavidad, posó la diestra sobre la foránea cabeza, acariciándola lentamente. Mostrando, tal vez, su apoyo incondicional.
Siguió sin pronunciar palabra, dejando que fuese el otro quien abriese las puertas de sus sentimientos.

-No sé qué demonios haces, Deku... Pero te odio por esto -sentenció.

El nombrado asintió con la testa, curvando ligeramente los belfos. Agradecido por ser él a quién Katsuki Bakugō ha escogido para expresar lo que albergaba el fondo de su corazón.

El de orbes carmesí, de nuevo de pie, centró una vez más la mirada en Izuku, el cual seguía acostado sobre el colchón.
Le devolvió dicha mirada, alzando ambas cejas, preguntándose si estaría bien sentarse otra vez o éste le volvería a alzar el puño si lo hacía.
Bakugō soltó una breve y sutil risa al ver las expresiones de Midoriya, deslizando ambas manos al interior de los bolsillos del pantalón de chándal.

«¿¡Ha sonreído!? Esa cara me la he imaginado, ¿no?» pensó, atónito.

-Venga, vago de mierda, levántate y dime a qué has venido -manifestó, apoyándose en el escritorio.
-Bueno... Quería saber si te apetece... Esto... -Creyó buen momento para plantear la salida con sus compañeros de clase-. Quería saber si quier... -la proposición fue interrumpida en el momento que sonó su teléfono-. Disculpa.

El de hebras verdosas, sacó el teléfono de la chaqueta del uniforme. Viendo algo que quizá hubiese sido mejor no ver: ''Llamada entrante: Todoroki.''

«No puede ser... No es el momento...» De nuevo los nervios se apoderaron de su cuerpo.

-¿Quién es y por qué no contestas? -cuestionó el blondo, frunciendo el ceño.

No sabía qué responder ante tal pregunta. Tal vez, si decía el nombre de la persona que estaba llamándole, tendría problemas bastante serios.

-C-creo que se han equivocado... -respondió sin apartar la mirada del teléfono que aún sonaba.
-Déjame a mí, ya respondo yo -clamó, tendiendo la zurda para que el peliverde le diese el móvil.
-N-no... deja, seguro no es nada... -masculló, notando como el blondo se acercaba desafiante.
-¿Qué coño me escondes, Deku? -consultó, frunciendo de nuevo el ceño.
-Na-nada...

Agarró con fuerza el aparato, apretando fuertemente el mismo contra su pecho, alegrándose de que éste dejase de sonar.

-Dame el puto móvil -ordenó.
-Kacchan, no es nada, se habrá confundido... -manifestó inquieto.
-Que me lo des.

El blondo quedó a escasos centímetros del pecoso, forcejeando después con el mencionado para que le diese el artilugio. A la fuerza o no, se haría con él.

-¡Kacchan, para ya! -exigió, aferrándose al móvil.
-Cuando me des esta puta mierda, paro. -siguió agarrando con fuerza la muñeca del adverso para que lo soltase-. Dámelo. Último aviso.
-¡Que no! ¡Es mi teléfono! -remarcó. Cerrando con fuerza los ojos, evitando así mirar a su oponente.
-Y esta es mi casa. Dámelo de una puta vez. -Ordenó de nuevo-. Estás actuando como si me escondieses el diario personal de una mocosa de 13 años.

Tras tirar varias veces de la muñeca de Midoriya, consiguió que éste soltase el aparato y cayese al suelo. Con rapidez, Bakugō pudo hacerse con él. Observando como Izuku trató de adelantarse, pero sin éxito.
El citado se tapó la boca como si de acto reflejo se tratase en cuanto vio que las manos impropias sostenían lo que llevaba rato protegiendo. Solo bastaba iluminar la pantalla para ver quién había llamado para que la tranquilidad diese su fin y, quizá, la confianza que había entre ambos en esos momentos.
La cabeza del pecoso daban para un sinfín de consecuencias que podrían llevar en cuanto viese el nombre de Todoroki en la pantalla. Una opción tras otra, causaban que los nervios le fueran en alza. No quería mirar, no quería saber qué ocurriría. Es más, sabía que su modo de actuar le delataba a que algo le ocultaba.
Deseaba con todas sus fuerzas haber mantenido el teléfono en silencio hasta llegar a casa o no haberle hecho caso, pero ya no había vuelta atrás.

«Qué demonios le pasa a este idiota ahora... es una puta llamada de teléfono. ¿Es la cara redonda y no quiere que lo vea o qué cojones?» Pensó, mirando con el ceño fruncido al adverso unos instantes.

-Es una puta llamada, ¿quieres dejar de temblar? Pareces una puta hoja en pleno otoñ... -Se calló de repente en cuanto dio al botón de desbloqueo y vio la pantalla: ''Llamada perdida: Todoroki''.

Y de nuevo, el incómodo silencio se adjudicó las 4 paredes. Hasta que, transcurridos unos cuantos segundos, alguien decidió romper dicho silencio con miedo en el habla.

-¿Kacchan...?

Te echo de menos, idiota (hiatus)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora