Capítulo 10

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No se podía creer lo que acababa de escuchar. No se esperaba para nada esa respuesta. Acababa de confesar que tal vez se había enamorado y... relacionando dicha respuesta con las preguntas anteriores sobre Todoroki, no tenía la menor duda. Se había enamorado del medio pelirrojo, pero aún quería oírlo de él. Quería que fuese Kacchan el que lo confesase por completo.

-¿Tal... vez? -cuestionó nervioso.
-Sí, Deku. Tal vez.
-¿Puedo saber por qué dudas?
-Pues -suspiró-. No me he enamorado en mi vida, ¿cómo narices iba a saber si es eso?
-Lo sospechas.
-Por eso dije tal vez, idiota.
-Bueno, y... ¿Quién es esa persona si puede saberse?

El blondo giró lentamente la cabeza para encontrarse con la mirada del pecoso, el cual como acto reflejo echó la cabeza para atrás. Temía que le fuese a explotar por tantas preguntas, pero no fue así. Simplemente el rubio centró sus orbes escarlata con las esmeralda del adverso, notándose como los ojos de Katsuki brillaban más conforme pasaban los segundos tras esa pregunta por parte de Izuku.
Soltó una breve risa, sacudió la cabeza y volvió a mirar al frente, tratando de no volver a centrar la mirada sobre Midoriya para poder responder.

-No te hagas el tonto, Deku. Lo sabes perfectamente.
-¿Por qué iba a saber eso yo? -cerró la mano y la llevó a sus propios labios, tratando de no reírse ante su amigo de la infancia.
-Porque lo sabes.
-¿Te da vergüenza decirlo?
-¿¡Qué cojones ladras tú!? -le miró unos instantes por el rabillo del ojo, con el ceño ligeramente fruncido.
-P-perdón, perdón... Dímelo entonces. Si no... de poca ayuda voy a ser, Kacchan...

Tras las palabras del joven de hebras verdosas, Katsuki bajó la cabeza, fijando la mirada en sus propias manos, ligeramente cerradas para responder tras varios suspiros.

-Shō... Todo... Todoroki.

«Bingo.» Pensó el pecoso, esbozando tímida sonrisa en el rostro. Tuvo el impulso de querer llevar la diestra sobre la espalda de Bakugō, pero retiró la mano a escasos centímetros de la misma, más que nada por no estorbarle, quizá sería un acto incómodo para él y/o no quería que nadie le molestase tras soltar la confesión.

-Kacchan... ¿Estás bien? -preguntó en voz baja.

El nombrado se limitó a asentir con la cabeza. En ese momento se arrepentía de haber revelado sus sentimientos. Quizá Deku sería el primero en reírse de él y se negaba a aceptar eso, pero si no lo admitía de algún modo, como mínimo expresarlo a alguien en quién confiase un mínimo, se volvería loco. Loco entre tantos pensamientos a su parecer absurdos que ni sabía cómo llevar y, tal vez Izuku fuese la persona indicada para ayudarle de una forma u otra.

-¿Sabes? Me alegro ser la persona en la que has confiado para contarle esto -soltó rascándose la sien con delicadeza.

Nuevamente, con el ceño fruncido, miró a Deku, sin saber realmente qué decir, limitándose a escucharle.

-Creo que... bueno... Es una situación difícil porque él no está y... Bue-bueno... Trataré de ayudarte en todo lo que pued...

No acabó la frase, ya que fue interrumpida por las palabras de Bakugō:

-¿Lo sabías, verdad? -preguntó.
-S-sí... Era bastante... evidente.
-Ya veo... -musitó.
-¿Le echas de menos, cierto?

Tras esa pregunta, que fue como una patada en el estómago para él, asintió y se levantó, predispuesto a irse al aula, como mínimo a sentarse en su pupitre y mantener la mente en blanco hasta que reanudaran las clases, pero antes de alejarse demasiado de Midoriya, giró la cabeza para pronunciar las siguientes palabras:

-Deku... Gracias -y volvió a caminar.

Por parte de Midoriya, se quedó unos instantes en el lugar, viendo cómo se alejaba el adverso, agradecido internamente por haberle elegido a él para llevar la conversación. Breve, pero estando seguro que le ayudaría ni que fuera un poco.

Katsuki llevó la mano al lugar donde tenía el teléfono. No aguantaba sin mirar ese aparato para ver si Todoroki le había respondido a lo anterior y, efectivamente así fue.

❝Qué tsundere llegas a ser, Bakugou.❞

«Yo a este me lo cargo, es que le quemo la otra parte de la cara, de verdad.» pensó, pero en el fondo se alegraba de tener una respuesta suya, fuese la que fuese, siempre era bienvenida.

❝Y tú qué imbécil.❞ respondió.

No dijo nada más, entró al aula poco antes de que empezaran las clases prácticas. Al menos, podría distraerse de nuevo y no pensar tanto en lo sucedido con Midoriya escasos minutos atrás.

Te echo de menos, idiota (hiatus)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora