Capítulo 14

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Definitivamente no era el único que se estaba volviendo loco, ya que, en otro cuarto, Bakugō Katsuki todavía no se había podido dormir.
«Las 3 de la mañana...» pensó el blondo mirando la hora en la pantalla del móvil.

Aún no se había sacado de la mente la charla que había tenido con Todoroki, no podía. La sensación de creer que él estaba jugando con sus sentimientos, era bastante peor a lo que podía soportar por parte del medio albino. Como era más que obvio, no quería que se burlase de él. No de ese modo.
Alzó la mano, mirándola fijamente gracias a la tenue luz que asomaba por la ventana, abriéndola y cerrándola lentamente, como si quisiera utilizar su quirk contra sí mismo.
Se notaba perdido, cada vez le costaba más concentrarse, cada vez quería querer menos a Todoroki. En esos momentos prefería no haberse enamorado nunca. No sentir nada por nadie y, mucho menos, por alguien que no está.
De nuevo se negaba a sentir, a querer arrancarse ese afecto por Shōto, un cariño que le traía más dolores de cabeza que alivio, un alivio el cual solo encontraba los escasos ratos que hablaba con él, por lo que no era suficiente. Quería más, quería tenerle ahí y sabía de más que eso no podía ser. Inclusive se había imaginado que estaba a su lado algunas de las largas noches en las que era incapaz de dormir. Imaginaciones que odiaba tener por tres simples motivos:
1. No podían ser.
2. Seguramente nunca serían así aunque Shōto volviese a Japón.
3. Se tensaba, agobiaba y enfadaba más si cabe.

Esa noche estaba más agobiado que de costumbre. Necesitaba hacer algo para poder dormirse, puesto que era bastante tarde para tener que madrugar al día siguiente y nadie iría en su lugar a la academia. Por lo que se le ocurrió la genial idea de leer de nuevo las conversaciones con Todoroki y, cuanto más leía, más odiaba el hecho de creer que se burló de él.
No solo había leído esas pequeñas "burlas" porque sí. El simple hecho de tener un "Yo también te quiero" escrito, le sacaba alguna que otra sonrisa aunque podía percibir que no era más que un engaño. Una simple falacia. Una mentira escondida a forma de burla.

-Ojalá me quisiera... -murmuró.

Pausó la lectura, apretando con el pulgar la pantalla. Lo odiaba. Odiaba estar así y, cuánto más lo odiaba, más pensaba en Todoroki, como si su mente quisiera contradecir sus deseos.

-Esto es una tortura... -bisbiseó.

Y dejó caer el móvil sobre el abdomen. Posó las manos tras la propia nuca y centró sus orbes carmesí en el techo, deseando tener un mínimo de sueño y dejar de cavilar para nada, al menos unas horas. Y, por unos segundos pensó en la figura de Todoroki al lado, acariciándole la cabellera hasta lograr que se durmiese.

-No. Esto sí que no... -dijo para sí mismo notando cómo sus mejillas tomaban el calor propio del sonrojo.

Enfadado, de nuevo, se dio la vuelta y trató de dormir, pero las horas eran realmente crueles y la mañana estaba por llegar. Una mañana en la que estaba más dormido que despierto.
Como siempre, se preparó para asistir a clase y, al salir por la puerta, se encontró con Midoriya, el cual le estaba esperando para ir juntos a la academia.

-¡Buenos días Kacchan! -exclamó el pecoso.

Bakugō no se esperaba para nada que estuviese delante de su casa. Justamente hoy, que había dormido un máximo de dos horas, por lo que su humor era de todo menos agradable.

-Deku, ¿Ya tocando las narices de buena mañana? -farfulló.

El de irises esmeralda notó un ligero cansancio en el adverso, percatándose de que en menos de 3 minutos hubo bostezado un par de veces.

-P-perdón... Llevaba 5 minutos o así esperando por si querías que fuéramos juntos a clase... Esto... Bueno -manifestó un tanto nervioso-. ¿Dormiste bien?

Te echo de menos, idiota (hiatus)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora