Pensamiento

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Casa Loud, esa misma tarde.

Nos encontramos en la casa Loud, ubicada en el 1216 de la calle Franklin Avenue,  en el sur de Royal Woods. Casi todos los integrantes estaban en sus actividades normales, un tanto enojados por que su "Buena suerte" se había ido, otra ya que no podrían estudiar el efecto mental en el sujeto. Las únicas personas que estaban afligidos eran los padres, ya que sentir como alguien que casi era de su propia sangre los rechazaba y despreciaba los hacía sentir mal. Pero se lo merecían ¡Por el amor a dios, en esos cuatro meses habían despreciado, echado y hasta golpeado a su hijo!

Pero dejando de centrarnos en los progenitores de los diez Louds, nos concentramos en la pequeña Lucy Loud de 8 años, la tercera persona afligida, que se encontraba en la ventilación pensando en lo que paso con su hermano. Recordaba las palabras de que su hermano había gritado.

"No quiero. Simplemente dejen que muera atropellado o apuñalado por un drogadicto de la zona ¿No puedo morir en paz?"

Recordaba a su hermano magullado, lleno de vendas y su mano llena de sangre con algunos pedazos de vidrios incrustados en su piel ¿Hacía cuanto no veía el cuerpo de Lincoln, como para no darse cuenta todo lo que le habían hecho?

Suspiro con un gran pesar.

Estaba harta de pensar en que ella había participado en dejarlo así. Después de todo ¿Que sería de ella si ese chico no la hubiese cubierto con el libro de Princesa Pony? ¿Quien escuchaba todos sus poemas? Ese joven de cabellos blancos era la única persona que la entendía medianamente. Ni sus amigos y amigas del club de poesía la comprendían como su hermano mayor.

Recordó cuando hablo con el en el ático mientras buscan sus libros, para luego usarlo para "bendecir" a sus poemas y así ganar en una competencia. También recordó como el chico les había dicho.

"¡LAS ODIO, NUNCA FUERON MIS HERMANAS!"

Sacudió su cabeza ante el recuerdo de esos momentos.

- ¡Niñas, a cenar!- Grito Rita desde la planta baja

En un abrir y cerrar de ojos todas las chicas Loud estaban en la mesa, menos la gótica que bajaba lentamente.

- ¡Apúrate Lucy!- Exclamo Lola- ¡No puedo mantener mi figura sin comer!-

Normalmente, la pelinegra hubiera respondido. Pero hoy no tenía ganas de hablar con ellas. Por lo que procedido a comer su comida en un silencio bastante deprimente por su parte.

- Unidad fraternal mayor, te eh notado un poco más introvertida de lo normal esta última semana ¿Es por el hecho que nuestro espécimen proveedor de buena fortuna escapó/nos dejo?- Preguntó con su característico siseo.

- La suerte no existe- Respondió secamente mientras seguia comiendo.

Lisa miro un poco sorprendida a su hermana mayor, mientras daba una pequeña sonrisa- ¡Al fin alguien se da cuenta de ello! Fascinante, parece que la piedad les afecto luego de la perdida del Homo Sapiens masculino, lo que quiere decir que tiene una posición importante en la jerarquía intrafamiliar- Gritó, así alertando a todas las personas en la casa, haciendo que corran a la cocina.- ¡Este experimento fue un verdadero éxito a pesar de la perdida!

Lucy entendió cada palabra dicha por Lisa. Le habían hecho de todo al pobre chico peliblanco. Golpear, humillarlo, mal tratarlo, despreciarlo, maldecirlo y ¿Todo por un experimento?

- ¿U-un experimento...?- Preguntó Lori- ¡E-e-eso no puede ser!- Gritó con lagrimas en los ojos, mientra sujetaba fuertemente su teléfono- ¡Tu-tu-tu teoría!

- Unidad fraternal mayor, como mujer de ciencia ni de broma podría hacer una teoría que respalde la suerte- Contesto con una sonrisa que demostraba superioridad.

Eso les cayo como un balde de agua fría a todos. A sus padres, a sus hermanas y especialmente a Lynn, Lucy y Leni.

La gótica salio corriendo hacía su cuarto. Todo se mantuvo en silencio hasta que Leni cayo de rodillas llorando, ya que a pesar de ser bastante distraída, había comprendido.

- ¿Que hemos hecho?- Murmuro mientras lloraba como nunca antes.

Mientras tanto, en la casa Larcade

Vemos a un chico peliblanco en la cocina, escuchando música con un celular que le dio Liberty para llamarlos, ya que los demás Larcade habían salido a comprar comida y confiaban en el niño para cuidar la casa.

Giro su cabeza, y logró ver un cuchillo de cocina. Pensó en toda su vida. Recordó lo que su madre le había dicho.

"Jovencito, no digas eso nunca más. Gastamos demasiado dinero en ti y ver que piensas de esa forma egoísta me hace pensar que fracasé como madre"

Su madre le había gritado que, en resumen, era un perdida de dinero. Un inútil. Un estorbo.

Su brazo se extendido y agarro ese cuchillo. Recordó todo lo que le habían dicho antes de volver a estar a salvo. 

"¡MALA SUERTE!"

"¡NUNCA DEBERÍAS DE HABER NACIDO!"

" Eres un idiota..."

"¡NUNCA FUISTE UN LOUD!"

Golpes, insultos, maltrato, desprecio. Se estaba traicionando a si mismo al pensar en ello, pero le era inevitable. 

Acerco ese metal, a su brazo extendido. Logró sentir el frió acero tocando su brazo. Derramo unas lagrimas involuntarias y cortó. 

Uno, dos, tres, cuatro, cinco y seis cortes en total. En su brazo recorrían lagrimas y sangre. 

No supo cuando empezó, pero cuando acabo corrió al baño y vomito todo lo que había comido.

- Duele... mucho- Murmuró, para luego buscar unas vendas y tratar sus cortes lo más que pudo.

Otro día en la vida de Lincoln.

Nota del Autor: Un poco corto, pero puse todo mi empeño en el y espero lo disfruten.










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