La vida es sumamente injusta. Todos los sabemos, no es algo nuevo. Realmente todo ser en este mundo a tenido la desdicha de sufrir, de llorar o simplemente de enfrentarse al dolor. Dolor por una herida, dolor por una perdida. Y eso es todo lo que la vida nos da, dolor.
Nuestro protagonista; Lincoln Larcade, hace menos de dos semanas, hubiese preferido quedarse con ese párrafo sin ver más allá. La vida solo le había entregado dolor, y el resentimiento es lo que esa maldita vida recibiría. Sin embargo en el transcurso del tiempo muchas experiencias lograron cavar en ese corazón de titanio que el joven tenía, ese corazón que le obligaba a evitar tener alguna felicidad.
Y en ese giro del destino, el antiguo Loud logró obtener la oración que le faltaba a esa frase. La vida nos da el dolor para que sea nuestro maestro, nuestro guía. Sin pena no hay gloria. No se gana sin fallar. Entonces, como una canción dice, Lincoln tomo todo el dolor que sentía y le arrebató su vida que yacía robada. Su corazón logró volver a amar. Se había dado cuenta que era momento de seguir adelante con su vida, aun si fuese necesario confrontarse con sus problemas, los cuales tenían nombre y apellido.
Confrontar. Eso aún le daba algo de miedo, por no decir que le daba terror, pero si todavía seguían por ahí esos jodidos contratiempos había que hacerse cargo. Con eso en mente el albino se abrió paso por la puerta de su nueva habitación. Tan vacía y lúgubre como siempre. Mientras caminaba, pensó que quizás debería de decorarla un poco.
Bajó las escaleras de su hogar, para encontrar que no había nadie despierto aun, a pesar de que eran las seis y medía de la mañana. No le dio muchas vueltas al asunto, considerando que la escuela empezaba a las nueve. Se dijo a si mismo que quizá debería hacer un buen desayuno.
Caminó a la cocina, sacando cinco tazas de unos de los gabinetes. Las dejo sobre la mesada mientras iba a buscar la leche con chocolate en su refrigerador. La tomó, para servirla en dos de los pocillos. Volvió a guardar el saché de leche para buscar la cafetera. La encendió y comenzó a hervir el agua para hacer tres cafés. Ya, al terminar de hacer la amarga bebida, busco la masa para los panqueques. Le emocionaba volver a cocinar esos manjares, y aunque nunca lo admitiría en voz alta, quería que su familia probase los "Lincoln's Special Pancakes" como le gustaba llamarlos.
Con su maestría en la cocina, su especial estuvo listo en un dos por tres. Para cuando decidió ver la hora nuevamente, eran las siete y diez. Supuso que ya era hora de que sus padres se levantasen, ya que si no llegarían tarde al trabajo.
—Buenos días, campeón —una voz se oyó desde la puerta de la cocina, provocando que se sobresalte—. Ese desayuno huele muy bien.
Lincoln se volteó para ver a su padre. Este traía una simple camisa blanca, junto con un saco negro, unos pantalones de gabardina y unos zapatos también negros. Parecía preparado para el trabajo.
—Hola, padre —saludó amablemente, mientras le daba una pequeña sonrisa a su viejo—. Les preparé una buena comida, ya pongo la mesa.
Su progenitor lo detuvo— Yo me encargo. Tu toma asiento.
El niño no cuestionó y se sentó en una de las tantas sillas. Y, de forma curiosa para su papá, comenzó una conversación.
—¿Madre esta despierta?
—Estate tranquilo, campeón —el albino mayor le respondió mientras sacaba unos platos de la alacena—. Debe de estar terminando de arreglarse —cambió su voz a una muy fina—. "Es muy meticulosa para esas cosas, ¿sabes?"
El antiguo Loud no pudo evitar soltar. Más que nada porque notó como su madre bajaba las escaleras justo detrás de su progenitor. Esta llevaba unos pantalones de mezclilla, junto con una remera blanca y un chaleco azul. Traía unas pantuflas puestas.
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Trillizos
FanfictionLincoln Loud, un chico que fue marginado por su propia familia al creer que tenía mala suerte, se va de su hogar para luego despertar en una casa con unos miembros peculiares, ya que todos tenían el pelo blanco... Portada creada por: @The-Faded-One...