La apuesta

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Capítulo 7
(El cactus)

Aquel día en el cine...

—Mathias, amor, te estoy hablando—Neisy me interrumpe con un beso.

—¿Por qué ves tanto a esa niñata?—Neisy reclama.

—No la estoy viendo —Le respondo frustrado —solo me distraje un poco.

En realidad sí la estaba viendo, pero cuando nuestras miradas chocaron, ya ella me miraba.
No sé porqué me sorprendo, soy todo un galán, las chicas babean por mí, yo las escojo, juego con ellas, las mujeres nunca se niegan, hacen lo que sea por estar conmigo.

—Sí la estás viendo imbécil —grita Neisy.

—¡Controla tu vocabulario mujer! —le grito y me la quito de encima.

Neisy es mi actual novia, desgraciadamente tuve que hacerla mi pareja para no perder la apuesta, sólo es una aventura más. Ella cree que me controla, que tengo que hacer todo lo que ella diga. Si supiera que todo es parte de un plan, si no fuera tan sexy la hubiera votado, pero no quiero perder esa apuesta.
Me irrita cuando una mujer me cela, ¡están locas!

—Tranquilo guapo —me dice Kevin al oído —se paciente, ya falta poco para que sueltes a esa loca.

Me reí y traté de relajarme, estaba muy molesto.
Respiré y seguí con el juego.

Mis amigos y yo hacemos una apuesta cada mes y el que no logra levantarse a la chica en una semana, debe pagarle a cada uno, cien dólares en efectivo. Lo máximo que puedes durar con la chica es un mes. Ya después cuando pasa el mes debes cambiar de chica. Y así es nuestra vida. En la universidad, muy pocos saben de la apuesta, pero las chicas son tan tontas que con solo una mirada de mis amigos y yo quedan idiotizadas.
Yo nunca perdía una apuesta, las mujeres se babean cuando me ven y no solo las chicas de la U, también mis profesoras y vecinas.

Cada mes recibía doscientos dólares. Los que más perdían la apuesta eran: Rony y Fernando.

El dinero nunca ha sido problema para mí, mi padre es dueño de una editorial y mi madre es ingeniera.
No sé por qué les llamo padres, nunca están para mí, tienen que trabajar todos los malditos días. Por eso me incliné a las mujeres, sexo, alcohol y drogas.
Ellos nunca me han fallado.

—Estás muy pensativo Mathias —dice Elieser arqueando sus cejas.

—¿Qué pasa? ¿quieres un besito papasito? —pregunta Rony.
Todos rieron, menos yo.

—Estoy bien inútiles —respondí —¿Será que no puedo estár en silencio dos minutos?

—Estás muy raro —interfiere Neisy—
¿quieres un poco de diversión?

—Estoy bien Neisy, gracias —respondo con un tono sarcástico.

—Voy a comprar dulces —dice Neisy con un mal gusto.

Kevin esperó que Neisy se alejara para preguntarme:

—¿Qué rayos te sucede hoy?

—Estoy bien, sólo estoy un poco cansado —respondo.

—Si quieres puedes dejar a Neisy y nos pagas los cien dólares —dice Fernando.

La primavera de un cactusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora