Un momento inesperado

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Capítulo 8


Ya había pasado una semana de haber entrado a la universidad. Ya era fin de semana, (sábado) amo tanto los fin de semanas.
Quería seguir durmiendo, pero el deber me llamaba, le había prometido a Elena llevarla al parque, para que jugará con bamby.

Decido levantarme, me arrodillo junto a mi cama y le doy gracias a Dios por un día más.
Luego que terminé de orar, busco mi biblia para estudiarla.

Pasaron apróximadamente treinta minutos, coloco mi biblia en la mesita,  y me dirijo a la cocina.
Mi madre hacía el desayuno y escuchaba una de mis adoraciones favorita de: Christine D'Clario llamada: Desciende.

—Buenos días —dije.

—Hola cariño, ¿Cómo amaneciste?

—Perfectamente, gracias a Dios.

—Me alegro cariño.

—¿Y mi papá?

—Tuvo que irse muy temprano, había una urgencia en la oficina.

—Ahh entiendo.
Este nuevo trabajo de mi padre, no era como el anterior que tenía que irse de la casa por dos semanas o más. Ahora pasaba más tiempo con la familia, la única desventaja era que si lo llamaban tenía que correr al trabajo. Pero le doy gracias a Dios que mi padre pudo conseguir otro trabajo con más facilidad de ver a su familia y con mejor salario. Los planes de Dios son perfectos.

—¿Y Elena aún duerme?

—Sí, ¿quieres que la despierte?—Inquiere mi madre.

—Don't worry mom, I will wake her up.

—Ok baby, thanks.

Voy a la habitación de mis padres, Elena aún duerme con ellos.
Estaba rendida, no quería despertarla, pero si me iba sola con bamby, Elena se iba a lamentar toda una eternidad.
Mientras la veía dormir, por fín decido despertarla.

—Elena, mami, debes despertar —digo.
Comenzó a fruncir el ceño.

—Déjame dormir —me dice con un ojo abierto y el otro cerrado.
Su cara era muy graciosa.

—Ok, entonces me iré sola con bamby al parque.

—¡No! —dió un salto —espérame, voy a decirle a mami que me bañe.

Me impresioné como Elena quedó despierta automáticamente, hace unos minutos estába cansada, pero cuando le mencioné lo del paseo, se le quitó todo el cansancio. Los niños son únicos.

—¿No estabas cansada?

—Ya no —me responde.
Solté una carcajada.

—Ahh está bien. Entonces vístete que iremos al parque.

Elena fue donde mi madre y yo me dirigí al baño.
Salgo de la regadera, voy a mi habitación y quince minutos después, ya estaba lista.

Fuí a la cocina nuevamente, Elena, mi madre y bamby, se encontraban desayunando. Me senté en la mesa a desayunar también.

La primavera de un cactusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora