Una cita verdadera

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Capítulo 14

Ya casi es diciembre. La época navideña ya se siente. Me encanta la navidad, es muy hermosa. Los adornos, la cena, la familia reunida, etc. Todo me parece hermoso. Ya pronto será vacaciones, ha sido un año muy pesado con esto de la mudanza y universidad. Pero no me quejo.

Hago la rutina de todos los días...

Me dirijo a la cocina a buscar mi desayuno como todos los días. Que extraño que mi madre no esté en casa. Elena, mi padre y Mercedes tampoco están, solo veo a bamby.

Mi padre debe estár trabajando, Elena se tuvo que haber ido con mi madre y Mercedes, bueno... Mercedes tal vez se fue temprano al colegio.

Reviso a ver si mi madre me ha dejado alguna nota en la nevera o en la mesa, pero no logro ver nada. Reviso mi móvil y nada.
Decido llamarla...
El teléfono suena y nadie contesta. Que extraño, mi madre siempre está pendiente a su móvil. Comienzo a imaginarme cosas, pero sacudo la cabeza para deshacerme de esos pensamientos.
Suelto un suspiro y vuelvo a marcar, mi madre aún no contesta. Veo mi reloj y me doy cuenta que se me ha hecho tarde. Por un momento no quise ir a la U, pero recordé que hoy tenía que entregar el ensayo.
Bamby comenzó a ladrar, me olvidé que estaba aquí.

—Oh, perdóname amigo —dije dándole un beso. Le serví su comida.

Salí de casa algo preocupada, pero no dejaré de confiar en Dios, él tiene el cuidado de mi familia.
Me dirigí a la estación de buses.
«Necesito un auto.» pensé.

Llegué a la U. Mi clase empezaba a las 9:00 a.m. No tuve tiempo de desayunar, fui a la cafetería, pedí  un cafe con crema y un sandwich de queso.
Mientras desayunaba, volví a llamar a mi madre. No contestó.
Busqué el número de mi padre y salió la operadora. La preocupación aumentó. Marqué a Mercedes y tampoco contestó.

—¿Qué está pasando? —dije mientras marcaba de nuevo a Mercedes.

Di un gran mordisco al sandwich.

«No te alteres Elisa, vuelve a marcar. Dios tiene el control.» dije en mi mente.

Volví a marcar a mi madre con la esperanza que esta vez contestara.
¡Mi madre contestó!

*********Llamada telefónica*********

—¡Mamá, Oh gracias a Dios contestaste!

—Hola cariño, perdona por preocuparte —. Su voz sonó apagada.

—Madre, ¿qué ha pasado? ¿Por qué no estabas en casa?

—Mercedes...

—¿Qué le pasó a Mercedes? —grité y algunos jóvenes de otras mesas se voltearon a ver.

—¡Elisa, por favor hija relájate! —ahora era mi madre la que estaba exaltada.

Suspiré.

—Perdona madre...

—No cariño, perdóname tú a mí —me interrumpió —. Mercedes me dio un gran susto esta madrugada —, respiró profundo y siguió —. Tenía cuarenta grados de fiebre. Estaba hirviendo. Comenzó a vomitar y se desmayó.

La primavera de un cactusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora