El arrogante cactus

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Capítulo 9

Nuevamente lunes...
Todos los días son hermosos, debemos agradecerle a Dios por los días que él se place en regalarnos.
Me siento muy privilegiada cuando Dios me regala un día más.
Pero... Hay un día en la semana donde simplemente quisiera seguir durmiendo (lunes).
Los lunes son tan aburridos, debes entregar muchas tareas, tienes parciales, hay tráfico, etc.
Cuando estaba en el colegio leí un artículo, se trataba de las personas que odian los lunes, y lo que pude entender es que las personas prefieren los fín de semanas, porque son más feriados, hay más actividades, sales de paseo, etc.
Está científicamente comprobado que los lunes son muy pesados y hasta pueden llegar a hacer malos para la salud.
En Estados Unidos los lunes son el día de la semana que más infartos y accidentes cerebrovasculares hay en los hospitales.
En fin... Los lunes no son muy agradables para mí.

Después de una larga meditación sobre el día lunes, logro levantarme de mi cama. Hago mi oración y lectura bíblica como todos los días, y luego, me dirijo a la bañera.

Mi madre seguía durmiendo... Que extraño. Ella siempre está despierta mucho antes que nosotras.

Me acerqué a la puerta del baño y me doy cuenta que había alguien, por un momento pensé que era mi padre, pero me sorprendí al darme cuenta que era Mercedes.

—Espera un momento Elisa.

—No tardes.
Mercedes no me respondió.

—¿Por qué estás bañandote a las 4:30 a.m? —pregunté

—Hoy iremos a visitar "El canal de Panamá" y tenemos que estar temprano en el colegio.

—No te tardes, también debo llegar temprano, hoy tengo parcial.

Mercedes había salido de la bañera, traté de ducharme lo más rápido posible. Ayer escuché en las noticias que hoy iba haber un pesado tráfico por el asunto de la construcción del "Metro de Panamá".
No es algo que me sorprenda, en mi país todos los días hay tráfico; por eso es que salgo temprano.

Me dirigí a mi habitación, escogí lo primero que vi, no estaba tan mal, ordené mi mochila y bajé a desayunar.

Que extraño, mi madre no estaba haciendo el desayuno, fui a su habitación y aún dormía.
Me preocupé.

—Mamá, ¿te encuentras bien?—pregunto en voz baja.

—Me duele un poco la espalda, pero voy enseguida a hacerte el desayuno.
Mi madre se frota los ojos, se veía cansada.

—No se preocupe, yo puedo hacerlo, descanse.

—Muchas gracias cariño, Dios bendiga tu día.

Salí de la habitación...
Corrí a la cocina, ya era tarde, Mercedes ya se encontraba allí.
Me preparé un plato de Corn Flakes y emparedado.

—¿Le pasa algo a mamá? —Pregunta. Mercedes estaba preocupada.

—No, solo le duele un poco la espalda.

—Espero y se mejore.

Terminamos de desayunar, Mercedes se dirigió a su colegio y yo a la universidad.

La primavera de un cactusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora