El nuevo hogar

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Capítulo 4

Y allí nos encontrábamos todos, enfrente del nuevo hogar. Todos perplejos e hipnotizados viendo la casa.
Hasta que mi madre rompió el silencio.

—¡Muy bien chicas! —dice entusiasmada —llegó el momento de acomodar y limpiar.
Mis hermanas, mi padre y yo suspiramos.

—Mami, ¿podemos limpiar mañana?
Pregunta Elena con un bostezo.

—¡No dejemos para mañana lo que podemos hacer hoy familia!—responde mi madre.

¿Cómo las madres pueden tener tanta energía cuando se trata de limpieza?

Ya había anochesido y aún seguíamos desempacando y limpiando nuestro “nuevo hogar”.

Debo admitir que esta casa era más grande y comoda que la anterior, pero eso no me importaba solo quería volver a mi vencidad.

El nuevo hogar tenía dos pisos, con un enorme patio trasero, cuatro recámaras y un hermoso jardín. No estaba tan mal. Y había otra ventaja: todo nos quedaba cerca, la universidad, colegio, supermercado, biblioteca, centro comercial, etc.

«Es el comienzo de algo hermoso».
Mi conciencia repetía una y otra vez esa frase.
No le tomé mucha importancia a eso.

Me gusta mi nueva habitación, es más amplia, tengo una enorme ventana para ver la luna y las estrellas.

Mientras acomodaba mis libros en mi nuevo estante que mi padre me había comprado, escucho sonar mi celular.

Era Rosa.
Abrí el mensaje y me impactó lo que leí.

*******Mensaje de Whatsapp********

—Perdóname, sé que estás ocupada —. Dijo —. ¡Pero adivina!

—Dime, What happened?

—¿Ahh? Sabes que no entiendo nadita de English

—Ja, ja, ja. Te puse: ¿Qué sucede?

—¡Ohh! Ok, ok. Pues... Te cuento —envió un emoji sonrrojada —Arturo me invitó a salir.

—¡¿En serio?!

—Sí, fíjate, me dijo que el todos los días le ora a Dios por mí para que me cambie.

—¡Que lindo!

—No sé por qué hace eso, me parece algo tonto.

—¡Callate Rosa! ¿Sabes lo hermoso que es que un chico le hable a Dios de tu existencia? ¡La tonta eres tú!

—Está bién por dios. En fin, ¿qué le digo?

—¡Dile que sí!

—Me da un poco de nervios, pero lo haré —envio un emoji tapando sus ojos —. Adiós Eli, te quiero. Y recuerda que iré a tu casa este fin...

—Te quiero más. Dios te bendiga.

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La primavera de un cactusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora