Capítulo 11
3:00 a.m
No he podido dormir, aún no creo que Mathias me haya ayudado en el ensayo, a veces pienso que todo es un sueño.
Cierro mis ojos y trato de poner la mente en blanco, pero es imposible.
Debo ser franca... Mathias es un joven apuesto, inteligente, detallista, caballeroso, etc. Pero somos tan diferentes que cada vez dudo que haya algo mas allá de una amistad. Chicos como él solo saben lastimar y sé que si le entrego mis sentimientos, terminaré lastimada. Debo entender que que esto será solo una amistad, aunque mi corazón quiera algo más. Tengo que ser sincera, desde aquel día que vi a Mathias en el cine todo comenzó a cambiar, nunca me había pasado algo así con un chico y mucho menos un chico como lo era Mathias. Gracias a la oración me he mantenido fuerte, porque los sentimientos son engañosos y no quiero cometer ningún error donde pueda lamentarme más adelante.
No quiero involucrarme con un chico como él, pero tengo una inquietud en ayudarlo, en la biblioteca pude notar lo triste que es su vida y sería muy egoísta de mi parte no hacer nada por él. Siempre me ha gustado ayudar.
Solo le pido a Dios no enamorarme.
Trato de relajarme, tomo un poco de agua. Mi madre siempre nos deja un vaso de agua o leche por si nos da sed y para ahorrarnos la ida a la cocina.
Acomodo la almohada y me obligo a dormir los pocos minutos que me quedan.La alarma no dejaba de sonar.
No puedo creerlo, solo dormí una hora. Sentía como el dolor de cabeza se iba presentando. Mi cuerpo estaba literalmente pegado a la cama.
Solteé una queja de dolor.
No tenía ganas de ir a la universidad, pero no puedo dejar que el cansancio me domine.Ya estaba lista, me preparé una taza de café para aullentar todo el cansancio de mi cuerpo, y le sirvo comida a bamby.
Veo a mi padre bajar las escaleras.
—Buenos días hija.
—Hola papá, buenos días.
Se acerca y me da un beso en la frente y luego saluda a bamby. Bamby le saluda con un ladrido.—Hoy te llevaré —dice muy entusiasmado.
—Gracias Papá, pero debo irme ya y usted aún no se ha duchado —dije mirando su pijama.
Mi padre demora una eternidad en la bañera. No podía esperarlo.—Que importa la ducha hija —dijo oliendose una de sus axilas —no huelo tan mal.
—Está bien —dije —, pero evita abrazarme.
Mi padre sonrió.—Lo intentaré.
Mis padres siempre me sacaban una sonrisa. Amo sus carismas. Estoy agradecida con Dios por ellos.
Llegamos a la universidad, aún faltaba una hora para que empezaran las clases, no había tráfico. Estaba impresionada por eso. En mi país todo los días hay tráfico.
—Que tengas un buen día amor.
—Gracias, igual usted. Y por favor duchese.
Me acerco para darle un abrazo.—Está bien, voy a intentarlo.
Volví a reír.Bajé del auto, sentí un leve dolor en las piernas. Me quejé en silencio para que mi padre no lo notara.
Esperé a que mi padre se fuera para continuar mi caminata.
Me dirijo a la cafetería, estaba vacía comparada con los otros días.
Pero me gustaba verla vacía, me gustan los lugares en silencio.
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La primavera de un cactus
RomanceLos cactus nacen en climas áridos y secos, es decir, aguantan bien la sequía. Elisa, una chica cristiana, llega a su nuevo hogar con sus padres y hermanas. Dejando atrás a sus amigos, vecinos y familiares; está un poco frustrada porque aparentement...