Bruno

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Miró su reflejo y se sintió sumamente extraño al encontrarse tan bien vestido. Tanta ropa formal, le dieron unas ganas de buscar las bermudas y la remera más gastada que tenía en su maleta.

Su amigo y compañero de habitación, Ángel, estaba recostado en su cama con la misma cara de tonto que tenía desde que empezó una especie de noviazgo con Luna, una chica del mismo grupo que ellos con quien experimentaba el alba de un idilio romántico. Estaba en una faceta insoportable.

- ¿Cómo me veo? - le preguntó Bruno.

- Te ves hermoso - dijo Ángel, con un suspiro romántico.

- ¿Me lo dices de verdad o porque estás enamorado y todo te parece hermoso?

- Creo que todo el mundo me parece hermoso - afirmó Ángel.

Bruno suspiró con fastidio.

- Pensé que con Lucas no me pondría nervioso, pero resulta que de todas maneras me siento incómodo.

- Es tu primera cita con un hombre, ¿verdad? - analizó Ángel.

Le daba vergüenza reconocer que a sus 27 años, Bruno tenía escasa experiencia en relacionarse románticamente con otra persona. Si no fuera por un golpe de valentía que sintió la semana anterior, jamás hubiera invitado a ir al cine al muchacho del equipo Verde.

- Creo que es mi primera cita real con alguien.

- ¿Acaso nunca tuviste una cita? - la voz de Ángel sonó como si se compadeciera de él.

- ¿Viste mi físico? - se volvió hacia él Bruno, extendiendo sus manos como si estuviera promocionándose. - Nunca necesité conocer a alguien en profundidad para tener sexo.

- ¡Esa es la confianza que tienes que tener! - exclamó Ángel. - Quizá no tengas una personalidad admirable ni encantadora, así que utiliza tu físico para recordar que debes tener confianza en ti mismo.

- Es un mal consejo - consideró Bruno. - Pero estoy desesperado y acepto lo que sea.

La puerta de la habitación se abrió. Luna, la apasionada amante de Ángel, ingresó con la vista clavada en el muchacho que estaba acostado en su cama.

- ¿Ya se fue? - dijo, cerrando la puerta. Recién allí notó que Bruno todavía estaba en la habitación. - No, no se fue. ¡Bruno, estás hermoso!

- ¿De verdad lo parezco o lo dices porque todo el mundo te parece hermoso?

- Todos me parecen hermosos - reconoció ella. - Hasta Edgar me parece tolerable.

Luna se sentó al lado de Ángel y le dio un beso sutil en los labios. Ambos se rieron como compartiendo un chiste interno que nadie más era capaz de comprender.

- Ojalá Lucas se encuentre igual de enamorado que ustedes dos - decretó Bruno.

- Te va a ir bien - lo alentó Ángel. - Confía en tu físico.

A Bruno le costó un poco confiar en su físico, principalmente porque era de noche, tenía que conducir hasta el pueblo y no habría mucho lugar para que Lucas lo contemplara. A menos que a Lucas le parecieran atractivos los hombres que conducían en la oscuridad.

Pero afortunadamente, la charla fue bastante amena. Bruno no tenía mucho que compartir porque no consideraba que fuera una persona interesante, pero Lucas habló sobre su trabajo y lo mucho que le gustaba leer.

Evitaron, quizá como un contrato implícito, hablar sobre todo lo que fuera relacionado al campamento. Tal vez por Joshua. Tal vez por los demonios y fantasmas con los que combatían y los alejaban de una charla romántica.

La boletería del cine estaba en la vereda y fue allí donde Bruno cometió el error de mirar hacia la plaza.

Vio a Joshua en compañía de otro muchacho. Hablaban animadamente, o lo animado que podría ser Joshua en una situación normal.

Bahía Ausente tenía la particularidad de ser un pueblo sumamente chico cuando se trataba de toparse con una persona a la que se quería evitar.

Sintió una puntada en el pecho que lo hizo entristecer.

- Todavía sientes algo por él - comentó Lucas, quien lejos de hacerse el desentendido, prefería enfrentar la situación.

- No... - quiso defenderse.

- Oh, vamos - dijo Lucas. - Se te nota en la cara. No hablarás mucho pero tu rostro adquirió un aspecto sombrío que lidia entre lo perturbador y lo excitante, siendo honesto.

Bruno se rio. Eso lo posicionó en otro lugar.

- Perdóname - se disculpó. - Esta es nuestra cita y este es nuestro momento.

- Bruno, no importa - resopló Lucas. - Es claro que no estás para una cita. Al menos, no en una que me interese participar a mí.

- ¿Me estás rechazando en plena salida? - preguntó, sorprendido.

- Te estoy diciendo que tomemos esto como lo que somos capaces de tolerar. Una salida de dos personas que se están conociendo y que vienen a ver una película. Es una buena manera de liberarnos de todas las expectativas que, por supuesto, no llegaremos a cumplir.

No le pareció un mal plan. De hecho, que se le quite el título de cita, le quitó un peso que sentía en la espalda.

- De verdad que leer mucho te vuelve una persona muy sabia - dijo Bruno.

- Deberías pegarte una vuelta por mi tienda cuando termine el verano - comentó Lucas.

Tomó el comentario como una invitación para que, después de aquella noche, continuaran conociéndose una vez que terminara el campamento. Lejos de los demonios. De aquellos que eran reales y de aquellos que Joshua le estaba provocando.

- ¿Conoces algún libro sobre cómo dejar de ser un imbécil? - se lamentó Bruno.

El Amigo Invisible (Compendio #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora