Bruno

53 8 0
                                    

Bruno había preparado un círculo de sal incompleto, alrededor de un frondoso árbol en el bosque. Lo había dejado abierto para poder hacerlo ingresar y lo cerraría una vez que Nathan le confirmara que Nolan se encontraba dentro.

- Le dije a Nolan que nos encontráramos aquí - le contó Nathan. - Creo que no ha sospechado nada. ¿Los fantasmas pueden leer mentes?

- Creo que no - pensó Bruno.

- Entonces estaremos bien.

- Lo resolveremos - dedujo Bruno. - Parece difícil, pero no lo es tanto, ¿de acuerdo?

Nathan lo abrazó y Bruno lo rodeó con sus brazos.

Hacía un día atrás, ese gesto hubiera sido suficiente para espantarlo, pero esta vez se dejó querer. No le pareció tan incómodo como pensó en un primer momento.

- Escucha, cuando esto termine, tú y yo vamos a continuar con lo que iniciamos en el lago, ¿qué te parece?

Le hablaba susurrándole al oído, utilizando un tono de voz que bailaba entre lo práctico y lo sensual.

- Me gusta esa idea - le comentó.

Se volvieron a mirar a los ojos y volvieron a entrelazarse en un beso. Pero tal como pasó en el lago, en el momento en donde sus bocas chocaron, Nolan apareció.

<<Encima de fantasma, inoportuno>>, pensó Bruno.

- ¡Nolan! - exclamó Nathan, mirando hacia el árbol donde obviamente no había nada. - Tenemos que hablar... No... No subas, baja... ¡Nolan! ¡Te vas a caer!

Bruno tuvo deseos de gritarle que deje de seguirlo si sabía que no era real, pero era posible que eso aumentara su confusión.

Nathan comenzó a subir por las ramas, siguiendo los pasos de su amigo imaginario.

- Nathan... - lo llamó con tranquilidad. - No subas.

Lo miró con confusión, como si él fuera un desconsiderado por no importarle que un niño estuviera en peligro. Fue un segundo en donde daba la impresión que Nathan no había creído ni media palabra sobre el niño fantasma.

- Se va a escapar, Bruno - dijo Nathan, como si quisiera darle el gusto. - No podemos correr el riesgo de que se escape.

Bruno se quedó de pie cerca del árbol, mientras Nathan continuaba escalando el tronco hacia arriba, en medio de la oscuridad que promocionaba el bosque.

De repente, algo cayó sobre su cabeza que no logró divisar bien. Lo rodeó el cuello y comenzó a tirar de él.

Era una soga.

- ¡Nathan! - lo llamó a los gritos.

Pero continuaron tirando de la misma.

Bruno, entonces, comenzó a subir y a subir.

El Amigo Invisible (Compendio #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora