El Amigo Invisible (Compendio #3)

Santiago

Ni siquiera alcanzó a registrar su ingreso en la comisaría, que directamente se dirigió hacia las celdas ubicadas en la parte posterior del edificio.

La actividad policial en un pueblo tan tranquilo como Bahía Ausente, es prácticamente nula. Por eso, el pabellón de celdas por lo general se encuentra siempre vacío, a excepción de algún alborotador de fin de semana.

Foxy, en cambio, realmente había sido un problema para la comunidad. Y tenía unos antecedentes que bailaban entre el allanamiento a la morada, el hurto, el robo e intentos de violación. Era un joven moreno, de cabello ondulado, delgado pero con cachetes grandes. Atractivo, a su manera.

Santiago abrió la puerta de su celda y le hizo una señal para que se pudiera marchar. Foxy, cuyos efectos de la droga ya habían pasado y había dormido un par de horas, se levantó del colchón sucio y desgastado donde había dormido en varias oportunidades.

- Te puedes ir - le indicó el policía.

- ¿No me vas a felicitar? - preguntó él. Tenía la voz todavía tomada por el sueño.

- Debería golpearte hasta que pierdas un par de dientes porque me escupiste - respondió Santiago. - Eso no era parte del trato.

- Me dejé llevar por la situación - se excusó Foxy. - No me pidas que sea un buen actor si no me vas a dejar improvisar.

Santiago se rio.

Le salía con facilidad el papel de policía rígido cuando estaba de mal humor, lo cual era la mayoría del tiempo. Pero en virtud de que la noche anterior había salido tal cual lo había planificado, se sentía satisfecho.

Con Joshua, no tuvieron sexo después del intercambio de besos. El arresto fue en la entrada del pueblo y eso los ubicaba bastante lejos del departamento de cualquiera de los dos. Y estaba claro que no iban a tener sexo en medio del bosque. Santiago podría poner todo de sí para llevar a cabo su plan, pero no olvidaba que después de todo, continuaba siendo un policía.

Pero estaba seguro que se volverían a ver.

- Ni una palabra a nadie - le recordó Santiago a Foxy.

Foxy se paró frente a él y extendió la palma de sus manos. Santiago extrajo del bolsillo de su pantalón una bolsa transparente llena de flores de marihuana que tanto placer le daba a Foxy. Eran de buena calidad.

- Obvio que no diré nada - dijo Foxy, agarrando la bolsa y colocándola en el bolsillo de su propio pantalón. - No correré el riesgo de hacerte enojar.

- Haces bien - volvió a recordarle Santiago.

Todo había salido bien.