Bruno

57 9 0
                                    

Lo encontró a Nathan cerca de los baños públicos para los niños del campamento.

Bajo la luz del sol, el cabello y la barba de Nathan parecían casi blancos o transparentes. La herida en su frente se había cicatrizado con rapidez, dejando una pequeña costra en donde la noche anterior había una fuente de sangre.

- Te estuve buscando - le dijo Bruno en cuento lo vio.

Nathan le dedicó una sonrisa.

- Estaba pensando en ir al lago - le anunció. - Es mi hora libre. Quiero aprovechar que Nolan está en clases de natación y que al menos lo van a tener controlado por un rato. ¿Quieres venir conmigo?

Pese a tener pantalones cortos y ojotas, Bruno no sentía que estaba con ropa para meterse a un lago. De todos modos, no iba a negarse a la oferta.

- Claro.

Comenzaron a caminar entre los árboles que cubrían la entrada a una pequeña playa. La semana anterior habían hecho una fogata y habían contado cuentos de terror. Todos los guías estaban allí, pero eran tantos que Bruno no recordó haber visto el rostro de Nathan entre la multitud.

- ¿Notaste lo hermoso que es el entrenador de natación? - preguntó Nathan, mientras caminaban. - No puedo dejar de mirarlo sin sentir que se me hace agua la boca.

- Oh, eres gay... - comentó Bruno, con nervios. - También.

Lo sospechaba, por supuesto, pero el tener su confirmación lo hizo sentirse entusiasmado. Las palabras de Lucas diciéndole que a esas alturas del partido era feliz si lograba que pasara con cualquiera, volvieron a sus pensamientos.

- ¿Por qué luces sorprendido? - preguntó Nathan, quien pareció percibir el asombro de Bruno.

- Vengo de un mundo en donde los hombres no hablan así de otros hombres.

- Entonces vienes del mundo equivocado - reveló Nathan.

Bruno se rió.

Era totalmente cierto.

- Puede ser - respondió. - Me gusta este mundo, de todas maneras. Sólo que no logro adaptarme. Quiero, pero no puedo. Escucho tu comentario sobre el entrenador y no me sale decir una cosa así sobre él, por más que yo también lo piense.

- Mal hecho - respondió Nathan. - Los pensamientos deben salir por la boca, sino quedan dando vueltas en la cabeza. Es malo que queden allí.

Llegaron hasta la pequeña parte de arena blanca que había antes de la entrada en el agua. Nathan se descalzó y Bruno lo imitó, aún sin tener unas genuinas ganas de entrar a bañarse al lago.

- Lo sé y es estresante - expresó Bruno. - Tanto para mí como para los chicos con los que intento acercarme.

Como si fuera un objeto de estudio, Nathan lo observó y tomó una decisión.

- De acuerdo. Estamos solos. Así que haz la prueba.

- ¿Qué quieres que haga? - preguntó Bruno.

- Prueba conmigo. Dime lo que se te cruce por la cabeza sobre mí, sin inhibiciones.

- Pero apenas te conozco.

- Entonces, dime lo que sientas mientras voy haciendo esto...

Acto seguido, Nathan se quitó la remera. Su abdomen era delgado y tan blanco como la arena que había en los pies.

- Oh, eres un narcisista - decidió Bruno. Automáticamente se ruborizó. - Oh, no puedo creer que te dije una cosa así. Lo siento mucho.

- No te disculpes - a Nathan le causó gracia. - No me ofende y tienes razón. Me gusta que me miren. Vamos... Continúa. ¿Te parezco atractivo?

- Claro que sí - confesó Bruno. - Me gustas.

Sentía que se iba a desmayar. Jamás en su vida se vio confesando eso a ningún hombre, en especial a uno que ni siquiera sabía si sentía la misma atracción por él.

Entonces Nathan se bajó su pantalón deportivo, saltando a la vista que no tenía ninguna clase de ropa interior. Su miembro dormido reposaba debajo de unos vellos tan rubios y enmarañados que parecía una segunda cabellera.

Bruno se sintió acelerado. Por una parte excitado y por otra parte, tenía mucho miedo, aunque no podía definir sobre qué.

- ¿Te parece atractivo el instructor de natación? - preguntó Nathan.

- Giovani.

- Se llama Giovani - repetió Nathan. - No lo sabía.

- Me parece muy lindo - confesó Bruno.

No era al único al que Giovani le parecía lindo. A Valeria también, aunque ella parecía tan tímida como él a la hora de revelar sus emociones.

- ¿Qué tan lindo? - lo incitó Nathan.

- ¿Qué quieres que diga?

- Lo que realmente piensas - dijo Nathan.

Se acercó hacia Bruno, provocando un espacio de intimidad, como sabiendo que nada de lo que dijera iba a salir de ellos dos.

- Cuando lo vi tuve ganas de montármelo - confesó Bruno, finalmente. - Pero creo que es heterosexual y que le gusta a mi amiga, así que...

- No pongas peros aquí, Bruno - lo interrumpió Nathan. Continuaba sin perder su sonrisa. - Los "peros" están siempre presentes. Por ejemplo, tú y yo podríamos estar teniendo sexo en este momento, pero corremos el riesgo de que nos vea a alguien. Tú y yo podríamos ir a una de las habitaciones, pero correríamos el mismo riesgo si alguien entra de imprevisto. Entonces podríamos ir a alguna de nuestras casas, pero notarían nuestra ausencia y hablarían sobre nosotros.

Bruno se llevó las manos a la sien, al tiempo que Nathan acortó la distancia entre ambos.

- Siempre es tan complicado.

- No lo es - le dijo Nathan. - Tú lo complicas.

Los dedos fríos de Nathan posaron por debajo de remera e hicieron presión hacia arriba. Lo estaba invitando a desnudarse con él. Bruno, inconsciente, levantó lentamente sus manos perdiéndose en los ojos del muchacho que tenía enfrente.

- Tú quieres besarme - dijo Nathan. - Pero...

- Pero tengo miedo de que me rechaces.

- ¿Y si supieras que no lo haré?

- Te besaría - afirmó Bruno. - Pero luego tendría miedo de que te des cuenta que no soy ni el más lindo, ni el más inteligente ni el más interesante. Por eso, no volvería a acercarme a ti.

- Aunque quisieras.

- Aunque me muera de ganas.

Cerró los ojos pensando que los labios de ambos chocarían, pero entonces sintió como el cuerpo de Nathan se apartaba de su lado. Cuando los abrió, el muchacho completamente desnudo iba caminando marcha atrás en dirección al lago.

- Voy a nadar un rato - dijo Nathan. - Si te animas, te estoy esperando en el agua.

- No puedo quitarme la ropa ahora - argumentó Bruno. - Si alguien nos ve, se vería que estoy empalmado.

- Cuando te liberes de los "peros" vas a comenzar a vivir, Bruno. Nadie lo hará por ti.

Bruno suspiró. Sabía que era uno de esos momentos donde no había marcha atrás.

Se quitó los pantalones y se fue hacia el agua,corriendo, temiendo que alguien pudiera ver la enorme erección que tenía.    

El Amigo Invisible (Compendio #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora